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Los días en que Niccolo dalla Costa estaba de mal humor nadie podía visitarle. Sentado en el sillón de su despacho con una copa de jerez veía salir y ponerse el sol por su ventana sin inmutarse. Sin embargo, aquel día había echo una excepción, la estatua se había levantado para coger el teléfono y decir unas pocas palabras antes de colgar. De allí volvió a su sillón y solo se sentó en el escritorio cuando vio el coche aproximándose por el camino. El sendero empedrado al estilo de los pueblos adriáticos rodeado de cipreses y con un gran viñedo que se expandía por toda la parte inferior de la parcela. Se situó bien la corbata en cuento oyó los amortiguados pasos por el salón. Sin ningún reparo Giorgio Fontana separó las puertas correderas de ébano hacia ambos lados, llevaba en sus gestos el hacer de un perro fiel que sabe que si su amo lo llama no es para hacerle daño. Era confiado mas no temerario por lo que se quitó el sombrero nada mas entrar y se inclino como si visitara al pontífice en Roma. Su pelo enmarañado se deslizó hacia la frente como tentáculos negros que intentaban penetrarle en los ojos.

-Signor dalla Costa- murmuró Gio Prizzi detrás de él imitando el gesto del contiguo.

Ambos hombres se deslizaron hacia la mesa de dalla Costa que les extendió la mano con su anillo de la Orden de San Juan de Acre que besaron.

-Servíos una copa- dijo Costa con tono amable pero no era una sugerencia sino una orden dicha de manera suave.

- Jerez- advirtió Fontana acariciando la botella de vidrio verde- no es mi preferido, pero se echan de menos los caldos del viejo continente. – el tapón salió son un sonido de aire comprimido- Máxime ahora que hay que comprarlos en la farmacia a precio de oro.- pasó la botella y a Gio junto a un par de copas de la esquina del escritorio.

-Grazie- susurró Gio sin mirar directamente a dalla Costa. Al tomar la botella de las manos de Falcone tiró el tapón de corcho que produjo un sonido sordo al rebotar contra el suelo.

- Has quitado la alfombra persa- dijo Fontana después de recoger el cilindro de corcho del suelo- ¿a qué se debe?

-No quería que se manchara por culpa de cualquier hijo de puta- cortó en tono brusco dalla Costa- podéis tomaros el vino mientras contestáis a mis preguntas. ¿Qué coño ha pasado?

- Parece que nos ha mirado un tuerto- se limitó a decir de forma escueta Fontana.

- Pues el puto tuerto podría dedicarse a mirar frescas ligeritas de ropa por el Bronx y no a tocarme los cojones.

Por un momento Giorgio pensó que lo había dicho para reírse, pero sus dos cejas formaron un triangulo obtuso sobre la frente.

-Voy a matarlo- Fontana se alteró cuando su jefe golpeó la mesa y se tragó las cenizas sin saber como que le dejaron un gusto caustico en la boca- Le voy a cortar los huevos y se los voy a hacer tragar antes de estrangularlo con una corbata.

- Tranquilícese signor- Giorgio Fontana se limpió la saliva con su pañuelo azul de cuadros.

-Tienes que tener un par de huevos importantes- hizo un gesto exagerado con ambos brazos sin parar de temblar- para pedirme eso. Soy yo el que está perdiendo el dinero y no tú, me cago en la puta. Me saldría mas rentable fumarme un cigarro liado en un billete o limpiarme el culo con uno de los grandes y no perdería tanto dinero.

-Hacemos todo lo que podemos para acabar con las guerras de bandas- intentó excusase Giorgio- es algo que ha ocurrido siempre. No está en mi mano.

Dalla Costa se llevó las yemas de los dedos a la frente donde le sobresalía una vena marcada cual raíz de un árbol centenario. Pensaba en aquel justo momento que si no se hubiera dedicado a debilitar a los jefes de bandas dejándolos con una mano delante y otra detrás no tendría nada que temer. << Que cojones- se encendió una luz en su mente- seguiría alzándose sobre los cadáveres de sus enemigos y si tenia que usar a jóvenes ingenuos para ello lo haría. Es fácil deshacerse de la serpiente una vez que ha inoculado el veneno>>Miró en aquel momento a Gio Prizzi que estaba en la misma posición desde que se sentó<< El no es una serpiente. Es un lobo a mi servicio y los lobos no deben ser desechados a la ligera>>.

BrooklynWhere stories live. Discover now