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La noche que Rebeca Hoffman vio a Jack Phoenix desde la escalera supo que no venia por gusto. Entre toda la multitud que frecuentaba el bar, el detective era el único que la miraba fijamente. Era Rebeca una mujer que pasaba ya los treinta, pero con las curvas bien conservadas y que seguía despertando deseos entre los hombres. Su pelo color miel ligeramente ondulado y la piel algo tostada para su origen germánico y unos ojos acuosos y oscuros que resaltaban sobre sus labios siempre pintados del brillante carmín escarlata. Jack se sentó en una mesa apartada y se estaba quitando la chaqueta cuando Rebeca se apoyó en la silla que tenia enfrente. En su profesión se aprendía a seducir a cada paso, llevaba el vestido de seda azul con grabados orientales y un atrevido escote enseñando mas de lo que tapaba. El Lila Orchidee era aparentemente un simple bar de copas, pero todo el mundo sabía que las camareras hacían servicios extraordinarios con los clientes. La chica guapa de New York tenia una oportunidad de ascender en la escala del lujo teniendo belleza mitológica y sabiendo que objetivos escoger. Si Rebeca había llegado hasta allí había sido a costa de grandes esfuerzos. Si Jack Phoenix pisaba aquel sitio después de años solo se debía a trabajo o a que venia a arrestarla y a lo último no se atrevería.

-No creo que deba decirte que tomes asiento- increpó altanera mientras ella misma se sentaba apoyando los codos sobre la mesa- ¿A qué has venido? - Después de tanto tiempo algo esperaba, un beso en la mejilla, un leve abrazo o tan solo preguntar un "¿Cómo estás?". Pero nada, había permanecido mudo hasta sentarse.

- Tengo trabajo que hacer. Nada agradable como podrás imaginar- abrió la pitillera y tomo un cigarro que hizo girar sobre la punta de los dedos.

-Pues dime en que puedo ayudarte, Jack. Pero toma una copa, o dos, concédeme algún placer al menos- Jack se encogió de hombros mientras encendía el cigarro. Rebeca hizo señal con la mano a Helena, la chica que había llegado desde los Balcanes hace unos años, que todavía solo estaba decidiendo si se dedicaría al oficio.

-Que te pongo encanto- le dijo a Jack en tono sugerente.

- Gin Tonic- dijo Phoenix con voz ronca sin hacer caso de sus encantos- doble.

-Dos dobles- Rebeca lanzó una débil sonrisa a Helena que se retiró hacia la barra- ¿ya no te gustan las mujeres, Jack? Ni la has mirado.

-Solo algunas, te apuesto a que si te miras en un espejo reconocerías a mi tipo- esa burda insinuación saco de quicio a Rebeca- pero tendrías que retroceder en el tiempo. - Así era Jack Phoenix cuyo humor negro estaba al borde del insulto.

-Veo que no pierdes el sentido del humor, Jack. Pero has dicho que vienes por trabajo, así que podemos ir al grano o echarnos cosas en cara durante toda la noche. Tú decides, porque puede empezar con la corbata de rayas...

- Tardabas mucho en sacar a relucir la puta corbata- sacó un sobre de papel amarillo de la chaqueta y esparció su contenido sobre la mesa. Tubo que apartarlo pues la camarera llegaba con las bebidas poniendo las copas justo al lado. Rebeca se lo agradeció, Jack Phoenix se limitó a soltar un bufido de aprobación.

-Dime a quienes conoces- extendió alrededor de una decena de fotos entre las que había mezclado las dos de las victimas que quería relacionar- Tomate tu tiempo, no tengo prisa, míralas detenidamente y dime quienes conoces o han pasado por aquí en los últimos meses.

- A estos dos los conozco- tomó dos fotos que sujetó como si estuviera jugando al blackjack- ¿Están muertos verdad? - El semblante de Jack cambió. - No soy bruja, pero creo que sigues dedicándote a resolver homicidios- dijo arqueando una ceja.

-Cierto- Jack soltó una risa antes de coger la copa para beber, pero se la quedó mirando contemplativo- Esto es muy poca medicina, cariño.

-Helena, Silvia, quien esté disponible, traed una botella de ginebra de la buena para el caballero.

BrooklynWhere stories live. Discover now