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Las autopsias siempre son un asunto desagradable, pero que todo policía que trabajara en homicidios había visto alguna vez. Nada más entrar en la Morgue anexa a la comisaria se olía la lejía y el fenol. Jack Phoenix y Michael irrumpieron en la sala cuando aún no habían descubierto el cuerpo que yacía en la mesa de acero tapado con una manta.

-Se ha corrido la voz y los putos periodistas ya estarán con las máquinas de escribir echando humo- dijo nada más entrar.

-¿Dónde estabais?- preguntó Caldwell, Steven Haldford tomaba anotaciones en un impreso que tendría que rellenar durante la intervención.

- Si has llamado a McSorley's es porque lo sabias- Jack se paseó por delante del cuerpo sin vida de Faithfull- Rajemos a la muerta y acabemos cuanto antes.

-Por favor Jack un respeto- le reprochó Haldford por encima de la montura de las gafas. Jack permaneció en silencio encogiéndose de hombros pero siguió paseándose de un lado al otro.

-Empecemos- Haldford destapó el cuerpo y comenzó a apuntar en una enorme pizarra- La victima es Starr Faithfull, de veinticuatro años, ha aparecido la mañana del día de hoy en Long Island.- mientras hablaba solo sonaba de fondo el repiqueteo de la tiza sobre la pizarra- Suponiendo que haya muerto por ahogamiento accidental cabe la posibilidad de que estuviera drogada.

-Perdón- Anais, la otra medico entró cerrando la puerta a sus espaldas- la peluquería- dijo a forma de excusa se palpó el voluminoso pelo cobrizo.

-No te has perdido nada- dijo Jack de brazos cruzados mientras ella se ponía la bata blanca que colgaba de una percha. Anais Haldford era la hija de Steven, había seguido los pasos de su padre y compartían trabajo en la comisaria. Cuando se trataba de examinar una mujer era mejor tener a una. Anais acababa de terminar la carrera, y era una nueva promesa, chocaba con su padre debido a su labor "socialista" de exigir una sanidad para todos. Solía desayunar con Jack cuando trabajaban juntos, y se puede decir que tenía más relación con el que con su auténtico padre. Con el pelo cobrizo, la piel clara y un cuerpo de generosas curvas levantaba algo más que deseos cuando paseaba frente a los hombres.

- Manos a la obra- Haldford pasaba las manos enguantadas por la piel de Starr- los cardenales pueden significar que estuviera un tiempo maniatada. Ahora que la sangre acumulada se ha estancado se pueden ver con más claridad las marcas de pulgares en las piernas. En los brazos se pueden apreciar pinchazos de aguja que no obstante no han producido rotura de vasos sanguíneos por lo cual suponemos que acudiría a un experto que se la administraría.

-Quizás un médico- interrumpió Michael.

-Podría ser, pero un drogadicto experto o un practicante que sustrae medicamentos también pueden estar dentro del círculo. Anais, tenemos que empezar la exploración interna- ella se acercó a su padre que cogiendo un bisturí empezó a trazar la Y característica que separaba el tórax y los pechos. Era un espectáculo grotesco para cualquiera que entrara por la puerta.

-¿Doctora Lynch?-Anais se acercó y puso mala cara- El hígado está en muy mal estado.

- Seguramente sería alcoholica-concluyó Haldford.

-O una hepatitis infecciosa- Anais disputaba con su padre siempre que hubiera atisbo de duda. Siempre se trataban en tono cordial y guardaban la profesionalidad, pero ella se quedó con el apellido de su madre como acto de rebeldía.

-También puede ser. Pero lo que nos preocupa son los pulmones. Están inflamados.

-Sin embargo no tienen hematomas. Apostaría a que estaba drogada cuando la tiraron al mar.

-Se pudo caer y aun así si la tiraron podría estar drogada con cloroformo.- la miró fijamente- eso podría destrozar el hígado considerablemente.

-¿Hubo agresión sexual?-preguntó Anais cambiando de tema.

-Cuando le abrí las piernas la sangre me saltó a la cara- interrumpió Michael.

-Erección post mortem se llama- Anais lo miró indiferente- A los hombres también les pasa, se empalman después de muertos.

-Como en Ulises de James Joyce- añadió Michael.

-Sí, exacto ¿Le gusta Joyce?- Se quedó medio aturdida un segundo- ¿Cómo se llama?

-Michael.

-Mickey, le llamamos- dijo Jack con una risa. Anais también rio, pero fue una risa nerviosa sin atisbo de maldad. La cara de Michael se oscureció porque Jack lo puso en ridículo.

-Cuando queráis- Haldford tosió para llamar la atención. Sin embargo Michael se quedó al lado de Anais.- Cuando le hagamos un análisis determinaremos si había morfina en sangre.

-Aun así no sabemos con lo que la ataron.-Comentó Jack Phoenix, tenemos la teoría de que la ataron para ahogarla pero no han aparecido las cuerdas, puede que le quitara las cuerdas y se las llevara.

-O puede que las tengamos justo delante- Michael se volvió hacia Caldwell - ¿Dónde están las pruebas?-Caldwell estaba sentado en una silla y le señaló hacia una mesa de madera donde estaban las pertenencias de Starr Faithfull. Michael rebuscó entre las bolsas y volvió con el par de medias.

-El nylon es elástico- estiró la media hasta que pareció una soga gruesa- Quería que las encontráramos- cuando puso la media encima de las marcas encajo como un anillo en el dedo.

-Fascinante- dijo Phoenix. Anais lo miró sonriendo.- Esto es algo muy gordo. Primero la caracola, las medias en el bolso. Todo colocado como el escenario de una obra de teatro.

-A lo mejor cogió lo que tenía más a mano.

-Unas medias-Jack se las quitó a Michael de las manos- cuando vuelven a su estado normal estiran las huellas dactilares. Era un tipo inteligente. ¿Se acuerda de aquel chico del callejón de Broadway, Haldford? Lo mataron y dejaron otra caracola.

-Conozco esas leyendas Jack- Caldwell se levantó escéptico señalándolo con el índice- tu homónimo El Destripador que mataba prostitutas en las calles de Londres y se desvanecía en la niebla sin dejar rastro. Buen material para una novela, pero no aplicable en la vida real.

-Se dedicaban a la prostitución, ese tema levanta ampollas en muchos sectores. Tal vez alguien quiere eliminarlo de la manera más bestia- Michael miró a Jack antes de atreverse a continuar- Además en los dos apareció la tarjeta de un local, por el nombre diría que vinculado con la prostitución.

Jack disimuló su frustración, ahora ya no podría evitarlo. Tendría que visitar el Lilee Orchidee, vuelta al pasado. Cuando bebía hasta perder el sentido, los tiempos del amor, los tiempos de Rebeca.

La puerta se abrió de golpe y se vieron ante un hombre corpulento que miraba la mesa de autopsias con los ojos desorbitados.

-Que le habéis hecho, hijos de la gran puta- rugió sacando un revolver y apuntando hacia ellos.

<<Y yo que pensaba que sería un día aburrido>> pensó Jack Phoenix mientras lo encañonaban con un Magnum del 38.


BrooklynWhere stories live. Discover now