Capítulo 9

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Miguel se sujetaba con fuerza de la cintura de Hiro, si no fuera por el frío que sentía, el arrullo de las ruedas correr sobre la carretera ya le habría dormido. Hacía como una hora que habían "escapado" del santuario y Miguel se sentía confundido pues el camino que tomó Hamada fue en sentido contrario a la casa de Honey y en este momento ya se encontraban muy lejos de la ciudad.

El celular de Hiro no dejaba de sonar, lo había ignorado desde que sólo pensaba en alejarse lo más posible junto con Miguel. El temor a que lo inculparan le estaba cegando ante su misión de héroe de San Fransokyo, pero ahora tenía a alguien más importante que toda la ciudad junta y si debía dejar atrás todo lo que era, lo haría con tal de defenderlo.

La noche cayó y la motocicleta se estacionó fuera de un motel a orillas de la carretera.

–Hiro ¿dónde estamos? –Se abrazaba temblando de frío. Frente a ellos se encontraba un edificio poco cuidado de dos pisos; un conjunto de habitaciones a las que se tenían que acceder por fuera.

–Es un motel, nos quedaremos aquí por esta noche –Se puso la capucha de su chamara y le colocó a Miguel la suya mientras éste observaba el edificio con incomodidad.

–¿Por qué no volvemos con Honey?

–Por ahora no es lo mejor.

–Se preocupará.

–Ya nos comunicaremos con ella ¿sí? –Soltó un suspiro preocupado, Miguel temblaba mucho, si él tenía frío, debía ser peor para el menor. Se abrió el cierre de la chamarra y comenzó a quitársela...

–¡¿Qué haces?! –Lo detuvo volviendo a colocársela.

–Estás temblando. –Dijo peleando con las manos de Miguel que buscaban colocar el cierre.

–¡Tú también! –Dijo mientras ganaba la batalla y sólo hasta que se aseguró de que Hiro estaba debidamente abrigado le soltó.

–Miguel, soy más resistente al...

–No.

–¡Oye!

–¡Ya dije que no!

–Bien –se quejó resignado observando por segundos en silencio a Miguel. Le volvió a acomodar la capucha mientras se preguntaba si estaba haciendo las cosas bien. –No dejes que nadie vea tu rostro. –No sólo le preocupaba que le reconocieran, sino el poder de Marco para atraer gente mala y a considerar por ese sitio... mejor prevenir. –Vamos.

Hiro caminó por enfrente. La entrada era amplia en forma de arco, con pequeñas luces enmarcando la curvatura, por encima se leía simplemente la palabra "MOTEL". En la recepción se encontraba un hombre observando la televisión, un programa de lucha libre, logró suponer Hiro guiándose por el audio.

El hombre reparó en ellos cuando estuvieron cerca. Observó hacia la entrada esperando a que alguien mayor les acompañara, pero fue Hiro quien habló.

–Queremos una habitación.

El hombre lo miró confundido, después bajó el volumen del televisor. Seguía sin aparecer algún adulto así que paseando su mirada por el sitio de manera ausente observó al niño detrás de Hiro, sin embargo antes de ver su rostro Hamada se interpuso entre ambos.

–¿Puede darnos una habitación? –Repitió en tono autoritario.

–¿Dónde están sus padres, niños? –Ante el ceño fruncido de Hiro, el hombre continuó –No puedo rentarles una habitación si no vienen con un mayor de edad.

–Tenemos dinero –colocó sobre la mesa más cantidad de la necesaria.

El sujeto no hizo más comentarios, tomó el dinero con un gesto de inseguridad y después volvió a mirar al adolescente frente a él. Guardó el dinero y les ofreció una llave –Tienen hasta mañana al medio día. –Antes de que Hiro tomara el objeto, lo alejó –No vienen cargando problemas ¿verdad?

El niño de la máscara de CatrínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora