Capítulo 15

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-Tengo un mensaje para ti de una antigua amiga tuya, Marco. -Había llegado el turno en que la sonrisa fuera de Hamada, y no desperdiciaría el momento de ver temor en el rostro de su enemigo. Aún si su rostro fuera el de Miguel. Tragó saliva, debía mantener la cabeza fría para no caer ante la imagen que tenía frente a él. Su mirada se ensombreció al recordar cada momento en que el demonio había dañado al pequeño mexicano y a él mismo.

Como si su voz brotara desde lo más profundo de su alma pronunció. -Regresa a donde perteneces antes de que venga por ti.

Aquel tono y aquellas palabras lograron intimidar ligeramente a Marco. Soltó un gruñido al sentirse víctima de la tensión que sufrió su cuerpo mortal. Sus ojos parecían desprender un fuego causado por la furia, pero había algo más. Confusión.

El grácil sonido infantil de Coco reveló a Fred tomándola con cuidado entre los enormes brazos que adquiría debido al traje. La niña se había mantenido recostada sin daño alguno. La apariencia de la botarga la hacía sonreír y agitaba sus manitas intentando tocarle.

-¡No, Fred! ¡Tú no! -Gritó Hamada en el momento en que se dio cuenta de esto. Y como si de un augurio se tratara, una descarga recorrió el cuerpo de Fred comenzando desde la punta de los dedos de los pies e incrementando en cuestión de segundos hasta alojarse en su corazón. El rubio cayó de rodillas sin soltar a la niña quien seguía sonriendo dulcemente, ajena a lo que estaba sufriendo la persona dentro de aquel traje.

Los sentidos de alarma en el cuerpo de Hamada se activaron al instante, observó a Marco. La diabólica sonrisa nuevamente bailaba en su rostro. Su mirada fría como el hielo no se apartaba de Hamada a pesar de estar dañado severamente a Fred. ¡Cómo pudieron bajar la guardia tan rápido!

-¡Gogo toma a la niña! -Indicó al momento en que disparaba una serie de dardos tranquilizantes hacia Marco. Estos salieron como petardos desde un dispositivo localizado a la altura de sus muñecas. Al momento todos dispararon contra el ojiambar produciendo un humo blanco que le cubrió, y se extendió formando una cortina que les impedía ver a través de ella fácilmente.

Gogo se deslizó con rapidez hacia Fred sujetando a la niña, quien debido al estruendo comenzó a sollozar asustada. Lo primero que a la coreana se le ocurrió fue acunarla suavemente, sin percatarse que su compañero caía al piso.

-¡Aaaaaaaaaah! -Fred soltó un fuerte grito. Llevado por el desespero, se sacó la cabeza del traje en busca de alivio, pero ni el viento podía apaciguar el dolor que le estrujaba el pecho.

-¡Hiro! -Gritó Wasabi en busca de un plan.

El poder de Marco seguía activo. Hamada observaba con preocupación a su amigo retorciéndose en el piso, y a la dulce Honey Lemon intentando hacer algo mientras buscaba en su bolso. Sin embargo los gritos del rubio no cesaban.

-¡Baymax! -Hiro montó sobre el robot al momento que lanzaba al cielo pequeñas esferas con un radar activado. Después de colocarles coordenadas, éstas dispararon dardos uno tras otro al centro del humo.

Así mismo Wasabi disparó una serie de redes de contención que se afianzaban fuertemente al momento de hacer contacto con un objeto.

Hamada deseaba con fuerza que eso funcionara. Reconocía el dolor que estaba sufriendo su amigo, era el mismo que él había experimentado en el hospital mental. Su mente se trasladó al momento en que la mirada de Marco se imponía con fuerza contra la suya mientras su corazón parecía ser estrujado con rudeza. En su pecho sintió las palpitaciones con fuerza, y se vio necesitado de llevar su mano hasta aquella altura.

-¡Honey, no te acerques!

El grito de Gogo sacó al azabache de sus pensamientos. La latina corría hacia la silueta que se alcanzaba a revelar a través del humo. ¡Seguía de pie! Hamada no lograba entender cómo había evitado todo los disparos. Y su amiga parecía estar a punto de hacer una maniobra suicida. -¡Honey! -Soltó un fuerte grito al momento en que se dirigió sobre Baymax al lugar del impacto.

El niño de la máscara de CatrínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora