El niño de la máscara de Catrín

Capítulo 12

Hiro se mezcló entre las figuras de máscaras pálidas con gestos sonrientes. Máscaras conocidas en teatros desde la antigüedad y que caracterizaba de manera especial a la cultura japonesa. Sin embargo, a opinión del "niño vivo", eran tétricas. Algunos se acercaban a él de manera curiosa, pero éste se ocultaba tras su capucha escabulléndose entre ellos. ¿Cómo habría hecho Miguel para evitar un paro cardiaco?

No podía negarlo, su corazón palpitaba temeroso. Aquellos seres eran silenciosos, y sus kimonos era tan largos que arrastraban a su paso. Miguel le había dicho que aquel mundo era alegre y colorido. ¿Y si había llegado a un sitio distinto? Ese pensamiento sólo aumentó más su angustia.

Advirtió una barrera parecida a una cortina invisible, pero que pudo notar, era antes de ella, que los seres se "materializaban", lo que significaba que detrás debía estar su mundo. Sin pensarlo corrió en aquella dirección y cubriendo su rostro con los brazos cruzó el portal con un salto de fe. Y como si hubiera atravesado una capa de flores, pétalos de sakura flotaron en el aire a su alrededor como si hubiesen sido golpeados con el mismo peso de su cuerpo.

Abrió los ojos con lentitud esperando encontrar el alegre sitio del cual Miguel le había hablado con tanta alegría. Y grande fue su sorpresa al encontrar toda una ciudad mesclada entre la actualidad y la antigüedad japonesa. Calles terrosas en medio de hileras de casas hechas de madera y papel, mientras al fondo se alcanzaba a percibir grandes rascacielos con ventanales enormes.

Los árboles de sakura predominaban en todo sitio dando al lugar un tono rosado y blanco inspirando paz y tranquilidad. De ese lado del portal, las figuras ya no parecían aterradoras a pesar de conservar aquellas máscaras. Era un sitio hermoso... pero ¿ahí encontraría a Miguel?

Ajustándose la capucha dio sus primeros pasos en aquel sitio. Había peces nadando en el aire y un dragón surcaba las nubes. Alzó su mano cubriendo sus ojos del sol y hasta entonces notó la punta esquelética de sus dedos. <<¡No es cierto!>> pensó. La idea de estar muriendo le hizo estremecer a pesar de que desde hace unos días había rogado por que sucediera.

El pequeño punto solar en el cielo, se vio oculto por una extraña sombra de gigantes alas que voló al lado de aquel majestuoso dragón. Hiro notó a aquella figura hacerse más y más grande a una velocidad impresionante. Las piernas de Hiro comenzaron a retroceder pues parecía venir en su dirección. Y cuando estuvo seguro de que así era emprendió la huida. Apenas pudo escuchar un agudo chillido cuando segundos después sintió sus piernas despegarse del piso. Las patas del ave habían sujetado a Hiro de los brazos, y la altura que cada vez se volvía más y más marcada no era lo único que mantenía al héroe envuelto en el terror, también la enormes y afiladas garras cercanas a sus costillas.

–¡¡¡¡Auxilioooooo!!!! –Gritaba –¡¡¡Aaaaaaaaaah!!! –Listo, era su fin. Y una vergüenza que no hubiera pasado más allá de la entrada al mundo de los muertos. Tan metido estaba en tal pavor que apenas notó el momento en que atravesaron un campo dimensional que le hizo retroceder mínimamente como si hubiera cruzado un campo gelatinoso.

El paisaje cambió radicalmente. La calma y cuasisomnolencia que se vivía en el anterior mundo, era usurpado por el ruido alegre y colores vivos de construcciones muy distintas. Miles de viviendas apiladas en torres de manera donde existía el orden en semejante desorden. Música proveniente de todos lados. Campanas tintineando. Y mezclas de animales de colores vibrantes surcando los cielos. <<¿En dónde...?>>

Antes de lograr comprender, el ave aterrizó y con cuidado dejó a Hiro en la cima de una torre. Hasta ese momento, en que veía al enorme pájaro a metros de él, pudo notar que se trataba de uno más de aquellos animales tan distintos al dragón y los peces flotadores, éste tenía exóticos colores y figura de águila con motas parecidas a las del jaguar.