El niño de la máscara de Catrín

Capítulo 14

Los puros que no se aferran a la vida al momento de ser asesinados son las almas que cantan. Esas canciones ocultan las huellas del demonio.

Los que se aferran a la vida al momento en que ésta les es arrebatada son las almas que gritan en agonía. Esos gritos revelan sus pasos.

*** 

Mucho antes de la colonia, cuando serpientes emplumadas, nahuales y quetzales eran objeto de poesía. Y jardines floreados eran promesas de la otra vida, existía un joven de hermosos rasgos, tan bellos que los hombres sucumbían ante él. Sin embargo no era un ser normal, era algo más. Con su canto atraía a jóvenes y ancianos a las profundidades de los bosques. Se dice que era un enviado que castigaba la depravación y toda forma de impureza, capaz de despertar los oscuros deseos de los hombres y llevarlos hasta la locura.

Era el intercesor entre los penitentes y el Dios de los muertos, a quien le entregaba sus almas después de devorar sus cuerpos pútridos en pecados y miseria.

Atormentaba a los de corazón sucio y premiaba a los puros. Las mujeres levantaban oraciones en su nombre para protección. En la celebración a los muertos, féminas vírgenes y jóvenes se entregaban voluntariamente a él en sacrificio, esperando un viaje al más allá de la manera más dulce.

–¿Era un dios? –Preguntó Hamada a Catrina a pies de la habitación donde encontró el alma de Miguel.

–Los prehispánicos tenían muchos dioses por no saber darles otro nombre, pero en la actualidad se le conocería como un demonio. –La hermosa mujer sopló pétalos de sus manos, en el aire formaron figuras que interpretaban lo que ella relataba. –Muchos años se mezcló entre los humanos, y su sed aumentaba. Perfeccionó el arte del engaño y las manipulaciones para pervertir a los hombres y devorarlos sin descanso. Se salió de control. Su poder arrasó con pueblos enteros que se sumieron en el odio, en los placeres carnales y en las más grandes bajezas.

En medio de un caos representado por pétalos, sobresalía la figura de un joven con corona de plumas y una larga tela se deslizaba a partir de su cintura.

–Yo, Catrina, reina y guía de la milicia espiritual, me dispuse a poner un orden. Y armándome de mis más fieros guerreros iniciamos la lucha para derrocar las tinieblas en las que se envolvía y con él, todo lo que tocaba. Peleamos cara a cara. Su poder se había vuelto enorme y la guerra fue terrible. Finalmente fue derrotado y su castigo: el enclaustramiento de su alma por la eternidad.

–Si era un ser tan peligroso, ¿por qué lo encerraron aquí? ¡Miguel pudo liberarlo y es un niño!

–Este era el único lugar donde el Dios de los Muertos no podía encontrarlo. No había ser en este mundo que pudiera escuchar su voz ni romper las ataduras. ¿Cómo fue que este niño pudo entrar? No lo sé. Es un misterio. Pero ten por seguro que desde que cruzó el portal entre la vida y la muerte, Marco supo de él.

***

"Cuando escuchas su canto de nada te sirve correr, sus ojos dorados como el ámbar ya están puestos en ti y ni siquiera opondrás resistencia. Su seducción te arrastrará directo al infierno."

Ojos de luz inhumana brillando en medio de la noche, ojos que hipnotizan a los mortales. Mortales como él, el nieto mayor de Elena quien apenas entender lo que sucedía fue guiado a pies de aquella enorme y vieja casona abandonada desde tiempos de la colonia.

–Se dice que era un orfanato –relataba Rosa, quien hacía horas, junto con sus hermanos y su primo, habían salido a las calles a festejar Halloween. Llevaba un vestido negro con lila que cubría parte de unas medias negras y como accesorio un sombrero puntiagudo de bruja, cargaba una canasta de plástico donde guardaba los dulces que había estado recolectando. –La mujer encargada comenzó a soñar con un hombre alto con patas de cabra y con cuernos enroscados como los de los chivos, dicen que era el diablo. Y siempre le decía lo mismo "mátalos y cómete sus corazones" –mencionó con voz profunda para meter más tensión al relato.