El despertador sonó a las ocho de la mañana, era la tercera y última alarma en el repertorio, ya no había ni cinco minutos más para dormir. Así eran siempre las mañanas de Samuel, el joven de veinticinco años que tenía el sueño tan pesado que debía comenzar a despertar desde horas antes para no odiar su vida más de lo que ya lo hacía.
Se despejaba de las cobijas y tardaba cinco minutos sentado mientras la razón volvía a su cerebro. Después tomaba una ducha de agua fría pues el agua caliente volvía a arrullarlo. Proseguía a vestirse mientras veía los programas animados en el canal infantil. Todos los días se sorprendía de lo extrañas que se habían vuelto las animaciones sin encontrarles ni pies ni cabeza a la historia si es que había una.
Hacía tiempo que Samuel había comenzado a vivir solo. Era una persona que prefería la individualidad a pesar de que esto también le deprimía. <<Tal vez deba adoptar un gato>> pensaba sin falta cada vez que vaciaba la leche en su plato con cereal. Ideaba una forma de atrapar a uno de esos felinos con aquella bebida como ofrecimiento de camaradería.
Sin embargo su rutina no le daba tiempo para salir en busca de un gato, y cuando llegaba la noche se auto-convencía de que era mejor así, no estaba listo para aquella responsabilidad. Y los cambios le ponían nervioso.
Abrió la librería en la que trabajaba, listo para un día más, igual que todos sus días desde hace dos años. Veía a gente entrar y salir, pocas veces se dirigían a él si no era para pagar, pues su compañero, un sujeto que siempre mostraba una sonrisa, era más propenso a ser abordado por los clientes.
Para desaburrirse, Samuel se ponía a acomodar los estantes, siendo muy meticuloso en el género, los nombres de los autores debían mostrarse por alfabeto. Así había un mejor control, decía, y era más rápido encontrar el libro buscado.
Fue en una de esas ocasiones, en las que reacomodando los libros notó a uno de los clientes encaminarse hacia la bodega. Y soltando un suspiro de fastidio caminó tras él.
-Amigo, no puedes entrar ahí. ¿Necesitas ayuda?
El joven se volvió hacia Samuel. Sus ojos ambarinos y esa mirada afelinada, pero amable, acompañada de su juvenil rostro y su piel envidiable fueron como un flechazo directo al corazón.
-Lo siento -dijo el cliente llevándose la mano a la frente -Que vergüenza -rió incómodo -Creí que era otra sala.
-No... no te disculpes... ah... -Se había quedado sin palabras ante el enorme atractivo de aquel sujeto. -¿Estas...? -Agitó su cabeza intentando desbloquearla -Perdón -ahora era él quien sonreía apenado -¿Estás buscando algo en... específico?
-No realmente -se encogió de hombros -Sólo buscaba algo que llamara mi atención.
-Entiendo... -asintió con gesto ausente -Soy Samuel... ah... si necesitas algo...
-Soy Marco -sonrió de manera encantadora haciendo suspirar al otro.
-Marco... -repitió el encargado -yo soy... Samuel... -bajó la voz al notar la estupidez de volver a presentarse.
El cliente sonrió -Es un gusto, Samuel. -Observó después hacia la bodega. -Bueno, creo que me voy.
-¡No! -habló sin pensar. El otro se detuvo observándole con con fingida sorpresa. -Quiero decir... ya vamos a cerrar. ¿Te... te gustaría ir a tomar un café o... algo?
-Claro. Te espero, entonces. -dijo con aparente enternecimiento.
-¡Genial! Ya vuelvo.
Marco le observó dando saltos hasta su compañero a quien le hablaba mientras hacía ademanes con las manos. Después ambos le observaron, uno de manera menos discreta que el otro. El amigo de Samuel le miró por largo rato, en el que Marco le sonrió de manera coqueta. El otro se mordió la esquina del labio apartando su atención de aquella belleza casi bestial y le asintió a su amigo.

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El niño de la máscara de Catrín
FanfictionNuevamente esa melodía, nuevamente esa voz cantando. Esa es la señal, alguien seguramente morirá. Hiro Hamada es un genio de la ciencia y héroe de su ciudad, mientras pueda protegerla junto con su equipo los Big Hero 6 siente que está enorgulleciend...