-¡No quiero tu bendición! -Gritó Miguel a su tatarabuela después de que su camino se viera bloqueado por Pepita, el guía espiritual de Imelda la matriarca de la familia.
En un intento por escapar y después de ser testigo de una gran revelación al escuchar a aquella mujer -responsable de que su familia no aceptara su amor por la música-, cantar; Miguel, herido por no sentir el apoyo que buscaba se adentró entre los callejones de la Tierra de los Muertos.
Ahora sin la compañía de Héctor y habiendo desperdiciado el premio que estaba seguro que se había ganado en el concurso de talentos, debía ingeniárselas para llegar hasta Ernesto De La Cruz y obtener la bendición que le enviaría de regreso a la Tierra de los Vivos y seguir su sueño sin la preocupación de volver a aquel sitio lleno de esqueletos por romper una condición que le causaría tristeza toda su vida.
Estaba tan metido en sus reflexiones que no notó que el callejón por el que caminaba desde hace minutos cada vez se volvía más oscuro, sólo iluminado por tenues faroles de luz roja. Observó el camino que dejaba atrás ¿en qué momento las casas de la ciudad se habían quedado rezagadas?
Se detuvo al llegar a una cerrada, la barda era muy alta y tenía dibujados esqueléticos que le recordaron al sitio donde vivía Héctor, no les observó a detalle, prefirió buscar un punto de avance, pero debido a la poca visibilidad con la que contaba, el objetivo se estaba complicando.
Un silbido rompió el silencio, era una melodía bien conocida en la Tierra de los Vivos, y era lógico que también en aquel mundo fuera famosa. El sonido provenía de una puerta cubierta por enredaderas, esa era la razón de que no la hubiera visto antes.
El silbido continuaba y Miguel se abrió paso entre las plantas, estaba muy oscuro y para reconocer la puerta tuvo que palparla para hacerse una idea de su estructura. Se trataba de una reja envuelta con una cadena, incluso pudo sentir el grueso candado sellando la atadura. Sería imposible abrirla.
El silbido enmudeció y con las manos sobre la reja, acercó su oído derecho pegándolo lo más posible a ésta intentando escuchar algo al otro lado, pero no había nada, sólo el soplar del aire. Un olor a pútrido sobrepasó la puerta resultando en que Rivera arrugara la nariz en desagrado.
Se separó de la reja y miró hacia arriba, la puerta estaba sellada y a considerar por el tacto se trataba de un material muy pesado, como hierro o algo parecido. Se apartó unos pasos considerando si valdría la pena intentar trepar por las enredaderas, pero la barda era muy alta y como aquella música no volvió a escucharse concluyó que lo mejor era regresar por donde había llegado.
A tres pasos de emprender camino escuchó una tenue voz <<Oye>>. Se giró, pero no vio a nadie, estaba solo. <<¿Estás perdido?>> Volvió a romper el silencio aquel susurro. Miguel se volvió hacia la puerta sellada y tan curioso como era se acercó volviendo a colocar las manos y el oído contra ella.
-¿Hola? - Dijo esperando respuesta. Pegó más la oreja concentrándose en escuchar el más mínimo sonido, pero al no conseguir nada volvió a hablar -¿Estás ahí dentro?
La canción se reanudo del otro lado, el sonido era un tanto tétrico a opinión del Rivera, pero lo atribuyó a que ya era bastante lúgubre aquel callejón y silbar justo aquella melodía, que le gustaba mucho, pero cuya letra siempre le había inquietado, le estaba poniendo nervioso.
Volvió a examinar la puerta, después el camino que le sacaría de ahí, pero tenía curiosidad por esa voz -Oye -Volvió a intentar -Me llamo Miguel. ¿Cómo te llamas?

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El niño de la máscara de Catrín
FanfictionNuevamente esa melodía, nuevamente esa voz cantando. Esa es la señal, alguien seguramente morirá. Hiro Hamada es un genio de la ciencia y héroe de su ciudad, mientras pueda protegerla junto con su equipo los Big Hero 6 siente que está enorgulleciend...