↪⚫6:» BIBLIOTECA⚫↩

230 34 4
                                    

¿Alguien que me diga como diablos llegue a la biblioteca de la Academia a las tres de la mañana? ¿Nadie? Carajo, mira que despertar por un portazo y darte cuenta que caminas dormida, eso es de otro mundo… o universo. Pero enserio, ¿Cómo llegué hasta acá? Además, ¿No se supone que la biblioteca queda cerrada con llave? Así los alumnos curiosos no se paseaban por acá a media noche. Pero como soy rebelde por naturaleza, siempre hago lo que me dicen que no haga.

Llevo puesta mi pijama, lo que consiste en unos shorts rasgados y una camiseta Blanca, ¡además no traigo sostén! Me siento desnuda en este lugar. Camino por los pasillos tratando de salir de este lugar, pero es un maldito laberinto. ¿Cómo es que logre entrar sin ser vista? Cada vez que intento recordar, se vuelve más confuso.

Entre tanta vuelta, me cansé. Me recoste en una estantería, ni idea que generación o tipo eran. Pero si eran antiguos, sólo en los títulos se podía ver lo indescifrable que eran. Más para mi, no pensé que así terminaría este día. Quería terminar en una cama bien cobijada y con un sueño más pesado que un camión de carga.

¿Era mucho pedir?

Un ruido me hizo ponerme alerta. Camine de manera lenta y pausada al lugar donde había prevenido ese estruendo. Al acercarme, una figura fue lo primero que vi. ¿Eso era un Elfo enano? Yo que pensé que no existían. Aunque ya nada debería de sorprenderme de éste lugar.

Decidida salí de ese escondite. Me acerqué por detrás. Y me quedé de pie a un metro de distancia. Aclare mi garganta y el chico de apenas metro cincuenta se volteó asustado. Era rubio, de ojos violetas, tenía unas orejas puntiagudas bien chistosas, su rasgos eran finos, una piel tan blanca como la nieve. Era una perfecta figura sobrenatural, que podría enamorar sólo con su mirada y rostro inocente.

—Hola, yo…

Ni siquiera habia terminado de hablar cuando ese enano había dado un grito de júbilo y salido corriendo como si su vida dependiera de ello. Era un dramático, si hubiera deseado comerlo, no le hubiera hablado, sólo atacado y devorado. ¿Qué tienen éstos con el drama? Empiezo a pensar que no todas las criaturas son distintas.

Salgo corriendo en su búsqueda, estaba cansada de caminar por estos pasillos llenos de estanterías, pero si deseaba encontrar una salida tenía que seguirle y atráparlo. No tuve que correr mucho, lo encontré sumergido en un libro al sólo girar a mi lado izquierdo. Era un adicto a los libros… eso me hizo recordar que había un guardián de la biblioteca, quizás sea él.

—Oye…

—¡No me comas! ¡Soy muy pequeño para morir tan joven!

Frunci el ceño, no entendí lo último que dijo. Es más, sonaba… idiota en mi cabeza y saliendo de sus labios. Rodé los ojos al poco tiempo, solté un bufido.

—No quiero comerte, menos matarte. Si deseara eso, no te hubiera hablado hace unos minutos. Eres raro… y enano.

—Gracias por la aclaración, pero no soy un enano.

Era tan tierno. Incluso cuando se enojaba. Era una monada. Así que sonreí de medio lado.

—¿Enserio? Por que acabas de decirlo, además eres chiquito y muy tierno.

Me incline un poco al frente y coloque mis manos en mis rodillas. Para después sonreír con ternura. Cosita ¿Por que tiene que ser tan tierno?

—¡Que no! —Huy, ya se estaba enojando más—. Espera un segundo… ¿Tu que haces aquí? ¿No deberías estar dormida? ¿Y por que traes ropa tan extraña?

Al fin lo notó. Volví a mi postura inicial y luego solté un suspiro tembloroso. Tenía frío y eso que este lugar era más extraño por sus cambios de temperatura. Dios ¿Es que quieren tener a toda la Academia en un congelador?

DIOSA DOMADORA ©Where stories live. Discover now