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Odiaba la escuela desde que tenía memoria en ella.

Jamás le agradó que sus padres los abandonarán prácticamente en ese lugar por largas horas desde que tenía 5 años; según él, lo hacían para librarse un poco de su presencia en la casa. Y se los dijo, a la edad de 6 años les aviso que odiaba aquel lugar, interna y externamente, pero ellos, lo tomaron como los pensamientos normales de todo niño que asistía a clases ya un par de años.

El rubio asistía de mala gana a la escuela, sus cejas siempre estaban fruncidas y sus pequeños ojos emanaban algún tipo de esencia para que las personas no se le acercaran en todo el día. Por su mente pasaba la idea de que, si ese lugar fuera una persona él sería capaz de lastimarlo mucho, no le importaba lo que la rodeaba ni lo que tenía dentro; por él, no existiría.

Y aun así, es el mejor en sus clases. Cuando tuvo 7 años descubrió que entre mejor rindiera más rápido saldría de allí, así que sus tardes de comics fueron reemplazadas por estudio, mejorando así su capacidad intelectual rápidamente.

Todo iba bien hasta que todo tuvo un giro radical en un segundo.

» Cuando entro a la secundaria, algo en su mente se liberó y se decidió por no odiarlo todo, empezar amistades y, tal vez, entrar al mundo del romance como había leído en sus libros del último año y visto en algunas de las novelas de su nana.

Ese día estaba distraído, con la mirada perdida en cualquier punto muerto que llamara su atención en el salón de clase. Luke era muy susceptible a malas impresiones de primera mano, siempre había odiado a los maestros que aceleraban su paso desde el primer día de clase para "no perder temas" a lo largo del año, haciendo perder el hilo a varios a lo largo de la clase. Entre todos, estaba él, aunque no estaba perdido, entendía un poco. Solo le enojaba que no todos tuvieran la oportunidad de tomar el tema con cariño, sino embutido como esa sopa que no se quiere probar a los 10 años. 

Apoyando su codo en la mesa y su perfilada mejilla en la mano, sus ojos estaban por cerrarse en ese momento hasta que todos se callaron y el choque del marcador sonó contra la madera de su pupitre. Exaltado, se removió en el asiento y miró a la maestra a un costado de su lugar.

- Al tablero, por favor, señor Hemmings. - Le entregó el marcador.

La saliva humedeció su seca garganta mientras su corazón latía rápido y sus pies obedecían la orden de llegar al tablero, notando varios números en todo lugar. Estaba algo perdido con el tablero tan desordenado, parpadeó un par de veces confundido y su mirada cayó hacia un lado, dónde un jóven de cabello rulo señaló uno de los ejercicios, gesticulando: "ese". Sonrió agradecido.

Lo reconocía, había estado en su escuela primaria también, solo que nunca habían cruzado palabra alguna. Tal vez ahora sí podrían ser amigos. 

Sin embargo, de nada le servía la ayuda, ya que sabía algunos procedimientos, pero no había capturado mucho su atención. Con cautela trató de escuchar algunas indicaciones por susurros de sus compañeros hasta que los tacones se oyeron caminando pesados por todo el salón, parando junto a su cuerpo otra vez. Tan cerca que le ponía los cabellos de punta. 

- Es que no... - Ella no lo dejó terminar. Arrancó el marcador de sus dedos y le tomo del brazo sacudiéndolo un poco.

- La secundaria es diferente a primaria y aquí no eres un cerebrito, Lucas, ya no puedes tomar las clases de recocha. Así es, escuché mucho sobre usted, ahora ¡siéntese!

Risas llenaron el salón, normal al ser adolescentes apenas, pero entre ellas la de la maestra, cosa que lo hizo sentir diminuto. Rápidamente sus largas piernas lo llevaron a su lugar y pudo ocultar su rostro rojizo y caliente entre sus brazos. Tal vez hubo un par de lágrimas, pero nadie las vió. 

*** 

El descanso llegó.

Cuando todos salieron, hábilmente las delgadas manos metieron todo en la mochila, ordenado, tomaba su tiempo. A punto de irse, un cuerpo más bajo que el suyo lo detuvo.

-Soy Ashton.

Se presentó. Claro que ya sabía quién era. Una sonrisa tímida y con hoyuelos se escapó de los delgados labios de ambos chicos, luego Luke, son su baja experiencia socializando, movió un poco la cabeza en ademán saludo.

- Soy Luke.

- La maestra no debió comportarse así contigo, podríamos hacer un plan para sacarla, tengo mis contactos. - Luke sonrió nervioso y negó, ya no le importaba. - Como sea, ¿quieres pasar el descanso conmigo? De seguro a Calum no le molestará. - Una pequeña sonrisa escapó nuevamente de los labios del rubio. Desde lo que había visto, el rizado se sentaba con el moreno desde primer grado, eran mejores amigos aún, eso era obvio.

 Ese día, un odio permanente volvió contra la escuela; pero, al fin empezó una amistad, o a lo mejor dos.


¿Preparados para este asco de historia? 

Nunca he sido capaz de subir mis historias Muke y ajá.

Hey ángel. ||m u k e||Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ