Epílogo

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2 años después.

Nicolas

Estoy nervioso, sumamente nervioso.

Dios jamás te ha pedido nada, o eso creo madre mía, ayúdame madre querida. Suegros por favor hagan un milagro.

Que Cielo no me mate.

Si Cielo se entera de lo que hice me matará, me enterrará y ahí mismo echa a Dante porque él también está implicado. Santo Cristo vuelve el corazón de mi esposa bondadoso.

Estamos en el médico esperando a pasar y estoy enviando mensajes como un loco a ese que se dice ser mi amigo y me ha dejado solo.

Nicolas: ¿Dónde estás? Estamos por pasar.

Blanquito: Estoy en el tráfico, lo siento amigo no creo llegar.

Si, así lo tengo registrado, las malas costumbres tardan en irse.

Nicolas: ¿¡Cual maldito tráfico!? Si el consultorio está a media hora de casa. Dante no puedes dejarme solo, estás tan embarrado como yo. Así que si yo caigo... Caes conmigo.

Trato de escribir lo más amenazante que puedo. Ni crea que me dejara solo en esto.

Blanquito: Eres un energúmeno, esto se le llama extorsión... pero esta bien llego en 10.

Espero que Dante llegue a tiempo antes de que llamen a Cielo.

– Sr. y Sra. Brown, pueden pasar – dice la recepcionista.

Mierda.

– ¡Espera! – veo a Cielo levantarse lista para entrar.

– ¿Qué pasa Nicolas?, es nuestro turno – me mira confundida.

Dios agarrame confesado.

– Cariño, espera un poco ya está por venir Dante – digo tratando de que me de al menos unos minutos más.

– ¿Por qué lo llamaste? no es grave – dice tomando mi mano para levantarme también – Solo debo decirle a mi médico que las pastillas anticonceptivas me producen náuseas.

Entramos a la consulta y veo al doctor que me lanzara a mi muerte

– Buen día señores tomen asiento, ¿en que puedo ayudarlos? – dice amable y yo cada vez más nervioso.

Mi esposa toma asiento y yo junto a ella y miro alrededor encontrando de repente interesante su consultorio.

– Doctor, quería comentarle si de favor podría recetarme otro tipo de anticonceptivos o usar alguna inyección – le comenta mi esposa tan serena ella.

El médico frunce el ceño y no entiende las palabras de mi mujer pero yo sí entiendo todo.

– ¿Y a qué se debe el cambio? – pregunta el Doctor.

– Estoy teniendo detalles con las pastillas de unas semanas para acá, al parecer tengo náuseas – dice sin saber los motivos reales de esos ascos. Dios mío rezo en silencio por misericordia.

– Me permite sus pastillas por favor – pide el y en su mirada puedo ver que ya lo sabe.

Cielo le tiende las pastillas y el doctor abre el bote y ve su contenido, saca una pastilla, la olfatea y al final la prueba.

Y veo mi mundo caer.

– Señora Brown, estos no son anticonceptivos – dice lanzándome una mirada acusadora, y quiero gritarle que ¡sí! ¡Que si lo hice pero que me ayude maldita sea!

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora