Capítulo 25

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Cielo

Nunca les ha pasado que sienten algo crecer dentro, pero algo sofocante, algo que te sube la temperatura y a la vez te tiene atrapada.

¿No?

Pues a mi si, tengo a Nicolas enredado en mi, sus piernas están encima de las mías y sus brazos atrapan mi torso y creo que me está tocando un pecho.

Abro los ojos y veo el sol asomarse a la ventana, estoy de espaldas a él.  ¡Es un calentador humano!

Trato de darme la vuelta, pero se me es imposible ya que por el mínimo movimiento que haga Nicolas me aprieta más.

– Nicolas – le hablo – Nicolas suéltame.

Gruñe – No.

¿Qué?

– ¿Por qué no? –preguntó exasperada.

– Estoy cómodo – y aprieta más su agarre.

– ¡Pero yo no hombre!, eres un calentador – digo y ríe un poco.

Me gusta su risa, se ve tan joven y despreocupado, me quedo un momento escuchando el sonido de su voz y creo que se ha dado cuenta del porqué de mi silencio.

– ¿En que piensas? – pregunta.

Sonrió un poco – Nada.

No decimos más y quedamos en absoluto silencio.

Me remuevo un poco, pero sigue sin soltarme.

– Nicolas, ¿me vas a soltar?

– ¿Y si digo que no?

Sonrió, quisiera que no me soltara pero me urge ir al baño.

– Pues déjame decirte que tendremos un problema – digo y lo siento tensarse – Porque necesitó ir al baño.

Se relaja y me suelta poco a poco.

Me levantó y voy directamente al cuarto de baño.

Me veo en el espejo y puedo observar que tengo buen aspecto.

Mis mejillas están sonrojadas, y tengo un brillo en mis ojos tal vez sea por ese bello hombre que se encuentra fuera.

Después de asearme un poco salgo del baño y encuentro a Nicolas extendido en la cama boca abajo.

Su cabeza está hundida en la almohada, y sus nalgas respingonas me saludan, este hombre es definitivamente sexy.

No se como pero me veo acercarme a la cama y de repente ¡Zas!

¡Le acabo de dar una nalgada!

¡Oh! Mi dios! Abro los ojos como platos y cubro mi boca con una mano.

¿Pero qué he hecho?

No se ha movido pero lo vi respingar por el impacto.

– Lo siento no se que me pasó, solo lo siento mucho – trato de disculparme. Qué vergüenza.

Lo veo levantarse y tiene una sonrisa en sus labios.

Oh no.

– Cariño no sabía que querías jugar tan temprano – dice acercándose a mi.

– No, espera... yo en verdad lo siento – digo retrocediendo a cada paso que da.

– No huyas de mi Cielo, sabes que no lo soporto.

Lo dice y se que es verdad me detengo y avanza cada vez más a mi.

– Buena chica – dice y me toma por la cintura y me acerca mucho más a él.

Completamente MíaWhere stories live. Discover now