Capítulo 36

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Cielo

Me envuelve con sus grandes y fuertes brazos ya que estoy segura que por mi cuenta no podré andar. Solo me está abrazando y siento mil emociones, una de ellas es cariño pero otra se cuela y hace presencia el temor.

El miedo de que este hombre se vuelva alguien muy importante para mi, o lo que es peor que ya lo sea. El miedo de que logre herirme y sin yo poder hacer algo al respecto, pero dejando ese sentimiento de lado, me encuentro con una paz infinita. Quiero intentar quererlo aunque ya lo quiera, claro que no se lo he dicho y se que puedo llegar a ser una cobarde pero siento un terror al imaginarme que no sienta lo mismo que yo.

Escucho su dulce respirar y se que ya ha pasado la sensación de su orgasmo.

– ¿Estás bien?, fui un poco bruto – dice y besa mi cabello.

Trato de encontrar palabras para expresar lo maravilloso que fue y solo puedo pensar en caliente, salvaje y duro. No tengo algo con qué compararlo.

– Fue magnífico y estoy bien – trato de sonar lo más sincera que puedo

Sale de mi y con sumo cuidado me da vuelta para encontrarme con esos ojos tan deslumbrantes.

– Te ves adorable con el cabello revuelto – se acerca y me da un casto beso – Aun no he terminado contigo cariño, esta vez vamos a usar la cama.

Me toma de la cintura y me empuja hacia la cama, en donde me recuesta con una delicadeza que casi me hace llorar. Junta nuestros pechos y toca su nariz con la mía en un beso de esquimal.

– Eres perfecta – siento mis ojos aguarse – No llores cariño.

– Lo siento es solo que... – no puedo con este hombre – Eres muy dulce.

Sonríe.

– Tu también eres muy dulce mi bella Cielo.

Une nuestros labios es un beso, me explora y a la vez me adora con su boca. Baja a mi cuello en donde siento que tarda una eternidad, pero sigue su recorrido por mis senos estómago y vientre, me toca con sumo cuidado y temo echarme a llorar aquí. Acaricia mis muslos, besa mi estómago, abre mis piernas, sube y vuelve a encontrar sus ojos con los míos, me mira de una manera en donde puedo identificar cariño pero algo más algo que no deja que vea.

Siento la punta de su erección rozar mis pliegues y suelto un suspiro, este hombre me encanta. En un lento movimiento empuja y entra en mi, se queda un momento así solo se queda quieto, disfrutando del momento. Empieza con arremetidas lentas pero profundas. Tomo entre mis manos su cabello y lo atraigo a mi boca para un beso que corresponde con gusto. Siento algo crecer en mi y no puedo creer que tenga otro orgasmo después de lo del pasillo.

– Nicolas – digo suspirando.

Toma mi rostro y sólo hace que lo mire mientras sube un poco la velocidad.

– Así cariño – gime – Siénteme.

Se siente tan bien, que no reprimió ningún grito, tomo sus hombros, jalo su cabello y encajo mis uñas en su espalda. El pone un brazo a cada lado de mi cabeza y empieza a bombear un poco más.

– Cielo – lo escuchó gruñir.

Mi cuerpo no es mio y me agarra desprevenida el orgasmo, lo siento tensarse y sigue regando besos en mi rostro.

– Tan hermosa.

Se deja caer en mi pero sin aplastarme. Nos quedamos así abrazados y dejamos el tiempo pasar. Levanta su rostro y acaricia mi mejilla.

– ¿Estás bien?

Sonrío.

– Estoy muy bien – y me regala su sonrisa más bella.

– Bien – dice sin dejar de mirarme.

Se siente un silencio cómodo. Pero al parecer no durará mucho ya que escucho el crujir de la escalera. Al parecer Nicolas no se ha dado cuenta. Los pasos se detienen y tocan a la puerta.

¿Raro?

– Nicolas – se escucha una potente voz del otro lado de la puerta.

Nicolas se tensa pero no se mueve, trato de hablarle pero parece no escucharme.

– Nicolas – susurro – Nicolas hay alguien en la puerta.

No aparta la mirada de mi pero no dice nada, sus ojos son turbios y al parecer se fue todo rastro de emoción.

– Sé que estás ahí Nicolas – dice aún más fuerte – Estaré en la sala esperando, hay que hablar.

Y se escucha sus pasos alejarse. Nicolas parpadea un poco y como si apenas se diera cuenta de lo ocurrido sale de mi.

Lo veo buscar ropa en el armario, sacar prendas, hasta que se viste y antes de salir lo detengo.

– Nicolas – se detiene, y puedo apostar que se había olvidado de mí – ¿Quién es ese hombre?

Parece recio a decirme.

– Dime quien te pone así, hace un momento estábamos...

– Déjalo estar Cielo – no me deja terminar – Tengo que ir abajo.

¿Pero qué le pasa?

Siento la ira crecer en mi.

– Si me vas a dejar aquí como si fuera una fulana, al menos dime quien es – digo molesta.

Mi tono hace que se de cuenta que la está cagando.

– No es agradable de decir...

– Pues me encantaría saberlo – digo sin bajarle a mi humor.

Quiero que confíe en mí pero veo que no lo hace.

– Nicolas – digo por última vez.

Camina hacia la puerta y antes de cerrar me lo dice.

– Es el hijo de puta de mi padre.

Y cierra de un portazo.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora