Capítulo 27

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Cielo

Estoy caminando por una acera a unas tres cuadras de la casa de mi tío.

Tengo los tacones en la mano y sigo mi camino tranquilamente. Le pedí a Amber que me dejara cerca de mi casa porque quería despejarme un poco antes de llegar a mi destino.

Pienso en todo lo que ocurrió en este día y en cómo me afectó en un principio Nicolas decidió hacerme compañía, pero de un momento a otro se mostró frío y prefirió irse con aquella mujer.

Al parecer la vida nunca me va a sonreír.

Nicolas es el típico hombre de negocios que tiene a toda mujer a sus pies.

Excepto a mi.

No puedo y no debo enamorarme de él pero al parecer es demasiado tarde, ese hombre me trae loca y el sentimiento no es mutuo.

Sin darme cuenta estoy frente a la casa de mi tío, entro tratando de hacer el menor ruido posible.

De repente alcanzó a ver el reloj de pared y veo que van a ser las cuatro de la mañana.

Camino en dirección a las escaleras, pero una voz me detiene.

– ¿Dónde has estado?

Nicolas.

¡Maldita sea! ¿Porque él y no mi tío?

No digo nada, continuo mi camino y al parecer se molesta más.

– Contéstame Cielo, ¿dónde has estado? – dice ya detrás de mí.

Doy media vuelta enfrentándolo, no tiene ningún derecho de replicar nada.

Estoy apunto de decirle lo que pienso pero me calla con un beso.

Maldito sea me encanta cuando me besa.

– ¿A dónde fuiste cariño? – dice pegado a mi boca.

Por dios se supone que me iba a alejar de él.

– Por favor Cielo dímelo.

– Estaba con Amber y Carson, fuimos a bailar con los chicos – digo y en ese momento le cambia la cara.

– ¿Bailar? ¿Con quién bailaste? – dice tranquilo pero se que nota que quiere gritar.

– Con nadie, estaba yo sola.- digo recalcando que tendría que haber venido conmigo y no haberme dejado plantada.

Y al parecer funciona, no oculta su cara de arrepentimiento.

– Cariño discúlpame, yo te juro que quería pasar el día contigo...

– No, déjalo – lo corto, la verdad es que me estoy empezando a molestar – No tiene la mayor importancia.

– Si que la tiene... quería estar contigo ahora estás molesta – trata de acercarse no me di cuenta cuando empecé a alejarme – Cariño no te alejes vamos a hablar.

– No.

Se detiene y puedo ver dolor en su rostro.

– Cielo perdóname – repite de nuevo tratando de acercarse.

– Sabes... pensé que podría enamorarme de ti – se queda asombrado, ¡demonios! No debo de verme tan obvia – Pero se que eso jamás pasará.

– Espera... – trata de tomarme el brazo, pero lo alejo.

– Es mejor así – digo subiendo las escaleras y dejándolo en medio de la sala.

No viene por mí y es mejor.

Completamente MíaWhere stories live. Discover now