Capítulo 58

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Cielo

Sereno.

Tranquilo.

Relajante.

Así se siente el ambiente a mi alrededor. No se en donde estoy, solo sé que ya no siento ese peso tan grande en mi corazón. Sé que estoy en algún lugar, el calor del sol me da en el rostro y escucho la brisa soplar por una ventana.

– Cariño.

Escucho que me llaman, ¿será eso cierto?

– Cielo, abre los ojos.

No puede ser cierto, esa voz no puede ser la de mi madre.

Acaricia mi rostro y se siente tan cálido, como si nunca se hubiera ido. Eso hace que abra los ojos y me quedo un poco confusa. Estoy en una habitación, pero no cualquier habitación. Es la mía, cuando era pequeña.

Y enfrente de mí sentada en la cama, está mi madre. Tal y como la recuerdo.

– ¿Mamá? – digo asombrada – ¿Acaso estoy soñando?

Me sonríe. Me he vuelto loca, completamente loca.

– Cariño, todo está bien. Tu estas bien – le creo, porque solo verla y tenerla es lo único que me importa, me da un fuerte abrazo y se siente tan bien.

Escucho la brisa a través de la ventana y giro en esa dirección. Veo una silueta y al acercarme tengo a mi padre recargado en el balcón. Se ve tan guapo como siempre, al voltear me ve y sonríe.

– Hola mi niña.

– Papá – digo y corro a abrazarlo, si estoy soñando no quisiera despertar – Los he extrañado tanto.

Tengo a mis padres conmigo, están aquí pero...

¿Por qué esto no se siente bien?

– Cariño, ¿estás bien? – pregunta mi madre.

– Te ves triste – dice mi padre.

– Los extraño demasiado, tal vez ya no tanto como antes. Pero ahí está ese sentimiento de todos modos – digo viéndolos.

– Nosotros igual mi niña – dice mi padre abrazando a mi madre.

– Estoy feliz – digo sonriendo – Y a la vez un poco triste.

– ¿Por qué cariño? – mi madre se ve confundida.

Los miro con tanto amor, que siento que mi corazón va a explotar.

– Porque esto no es real...

No dicen nada, solo me miran y se acercan a tomarme en brazos.

– No Cielo, esto no es del todo real – habla mi padre.

– ¿Dónde estoy?

– En el limbo hija – esta vez es mi madre.

Estoy confundida y no se realmente lo que quieren decirme.

– No comprendo.

Me siento perdida y a la vez todo en orden.

– Tienes que despertar – dice mi madre.

¿Despertar?

– ¿Estoy dormida? – los miro esperando una respuesta. Me sonríen un poco pero se ven afligidos.

– Algo así mi niña – dice mi padre – Tienes que despertar.

No entiendo.

– ¿Despertar de donde? – los miro suplicante.

– Del coma Cielo – mi madre lo dice con tanto pesar – Tienes que despertar.

¿Coma?, ¿estoy en coma?

– ¿Cómo es eso posible?

– Tuviste una fuerte crisis nerviosa, prácticamente tu cerebro se apagó – la veo y no lo creo – Tienes que despertar ya.

¿Ya?

¿Cuánto tiempo me he mantenido así?

– ¿Cuánto?

– Un mes – habla mi padre.

– ¿He estado en coma por un mes? – escucho nerviosismo en mi voz.

¿Tanto tiempo? No siento que haya pasado un mes, se siente como si fueran minutos.

– No se que hacer – digo un poco asustada. No sé qué ha pasado.

– Tienes que hacerlo cariño, a menos que quieras quedarte – dice mi madre y al decir esas palabras no se ve tan feliz.

– ¿No puedo estar con ustedes?.

Sonríen con cariño.

– Claro que si mi niña, solo que no es tu momento – mi padre toma mi mano y da un pequeño apretón.

Quiero llorar, no se que hacer, ¿qué debo hacer?

¿Quiero estar con ellos?

¿Qué pasa con mi vida?

– Siempre nos tendrás Cielo, siempre – mi madre tan dulce – Hay gente que te necesita con vida.

Y es ahí cuando siento un sudor frío.

Nicolas.

Tengo que volver, ¿pero como?

– Mamá. Papá. ¿Qué hago? – necesito ayuda.

– Despierta cariño, trata de despertar – mi madre habla tan seria que siento una especie de energía renovada.

Tengo que hacerlo, debo hacerlo.

Tengo que despertar.

Y de repente, siento como me lanzan al cuarto de la inconsistencia.

Tan ligera.

Y después... nada.

Completamente MíaWhere stories live. Discover now