Capítulo 15

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Cielo

Tengo mi maleta lista para irme.

Voy rumbo al aeropuerto, me siento un poco nerviosa y no sé por qué.

Llego y mi vuelo está apuntó de salir, me encamino y entro, ya sentada en mi lugar empiezo a pensar que fue mala idea venir...

Extraño mis consoladores.

Eres una pervertida.

Mira quien fue a hablar.

Yo soy tu parte sensata recuerda.

Si claro, recuerda quien me ayudó a escoger algunos!

Mierda...

Terminando con esa lucha conmigo misma.

Me concentro en calmarme y pensar en mi tío, tanto tiempo sin verlo, ¿cómo será después de todos estos años?

[...]

Estoy bajando del avión y me dirijo a la salida lo más rápido que puedo. Veo un taxi y me subo en él, al parecer llegué más temprano que la hora estipulada.

Le doy la dirección de la casa de mi tío, tanto tiempo sin pisar este lugar, estoy hiperventilando.

Tengo que calmarme.

Reconozco que estoy en mi calle y se que ya casi estoy por llegar.

Se detiene el taxi, le pago y estoy en frente de la casa de mi tío. Sigue casi igual, solo por unos arreglos en el jardín de enfrente pero la casa es la misma, siento mis rodillas temblar.

Me armo de valor y agarro mi maleta, que pesa más que yo y camino hacia la casa.

Toco la puerta pero parece como si nadie estuviera. Toco, y estoy que tumbo la cochinada puerta y nada.

En eso recuerdo que mi tío guarda una copia de la llave en una macetita que está junto a la puerta, ojala y la siga dejando ahí.

Rebuscó y... – ¡Bingo!

Abro la puerta y camino hacia la sala, veo que todo sigue igual y me lleno un poco de añoranza. Subo las escaleras para llevar mi maleta a mi antigua habitación, entro y esta un poco cambiado, solo por las sabanas que son azul rey y unos muebles de cuero negro y huele a hombre.

Pongo mi maleta en la cama y la abro, quiero darme un baño.

Me voy quitando la ropa hasta quedar desnuda... y en eso veo que la puerta del baño se abre y de esta sale un hombre, su cabello es oscuro y sus ojos de un negro intenso.

Y en toalla.

Mierda... tengo que admitir que es muy guapo.

Me ve y no se inmuta por el recorrido que le hace a mi cuerpo y yo me sonrojo a más no poder.

En ese momento siento algo en los pies y bajo la mirada y veo qué es una camisa, rápido la tomo y me cubro con ella.

Me ha visto desnuda, este pedazo de hombre me ha visto.

No dejes que te intimide.

– ¿Se puede saber qué hace usted aquí!? – le grito.

Me mira a los ojos y veo, ¿un brillo?

– ¿Yo?, tomando un baño – dice el muy hijo de campanita – Pero no sabía que una bella dama estaría esperando aquí desnuda, sí hubiera sabido te habría invitado a tomar un baño y nos ahorramos mucha agua.

Dice eso tan tranquilo, su voz, su porte, es tan varonil. Siento las piernas flojas, ¿¡que hago!?

Carraspeo un poco – ¿Podría salir solo para cambiarme?

Completamente MíaWhere stories live. Discover now