Capítulo 33

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Cielo

Unas manos grandes y duras me van despertando con suaves caricias, en ese momento vienen los recuerdos de anoche y me levanto de golpe.

Fijo mi vista en el hombre que está a lado mio sonriendome y no puedo creer lo que pasó.

– Nicolas – mi voz está ronca.

– ¿Qué pasa cariño? – se levanta y comienza a inspeccionarme – ¿Te duele algo?

– No, no es nada... solo estoy tratando de asimilar todo esto.

Me siento un poco inquieta y verlo muy sonriente no me ayuda mucho.

– ¿Por qué pareces nerviosa?.

Mierda yo tampoco lo sé.

– Se que lo disfrutaste, yo lo disfruté mucho – avanza hacia mí y reanuda las caricias de hace un momento.

– Yo no... no sé cómo actuar – le confieso.

Acaricia mi rostro y parte de mi cabello.

– Tranquila Cielo – me toma de las manos – Quiero hablar contigo.

Lo miro con duda.

– ¿De que? – me puede decir un mundo de cosas.

– De nuestra cita.

Me alejo de él y camino hacia la puerta, pero obviamente me detiene.

– Cielo tenemos que hablar.

– En realidad te agradeceria si no hablamos más de eso – trato de crear un espacio entre nosotros pero es algo difícil – Tal vez nos apresuramos en esto, no se porque mi mente se pierde cada vez que estoy a tu alrededor.

Veo un atisbo de dolor en su mirada, y al verlo así me duele, ¿de que quiere hablar?, ¿de cómo me humilló? La verdad prefiero evitarme esos dolores de cabeza..

– Tu y yo sabemos que lo que pasó fue maravilloso, no tienes porque tener dudas de lo que siento por ti – frunce el ceño.

Maldita sea es verdad, pero como aceptarlo cuando me dejó plantada para irse con aquella mujer.

– Bien, ¿quieres hablar?, hablemos – digo firme y es aquí cuando yo hago las preguntas – ¿Que hacías con Evangelina en ese restaurante?

Si está sorprendido no me lo hace saber, solo clava su intensa mirada en mí.

– Bien, en primer lugar solo hice lo que decía la nota que me dejaste – me mira esperando una explicación pero no la tengo, ¿de qué nota habla? yo no le envíe ninguna nota.

– Yo no te envíe ninguna nota en cambio yo si recibí una – digo a modo de explicación pero se ve confundido, maldita sea a última hora será lo que dijo Carson.

– Pues yo no te envíe nada, ¿de qué maldita nota hablas? Te dije que nos veríamos más tarde... vivimos en la misma casa Cielo, ¿porque te dejaría sola hasta llegar al restaurante?

Mierda viéndolo así de esa manera si suena absurdo. Suelto un gran suspiro y me dirijo a la cama a tomar asiento – El día de nuestra cita tocaron a mi puerta y al abrirla me encontré con un sobre, donde me citaban en un restaurante, pero al llegar solo había reservación para uno y después llegó otra nota que decía que mirara hacia el ventanal, y fue cuando los vi a ti y a Evangelina.

Todo esto lo relato con la mirada gacha, por unos largos minutos no escucho absolutamente nada, y pienso que habrá salido de la habitación. Pero unas manos en mis muslos me hacen brincar y levantar la vista. Está justo enfrente de mí en cuclillas y su mirada demuestra tanta ternura que tengo ganas de llorar.

– Cielo, yo no sabía nada – se acerca a mi y me da un abrazo y con una de sus manos acaricia mi cabello, es tan placentero – Yo no envíe esa nota, pero deduzco quién habrá sido, te pido disculpas por todo lo que ha pasado.

Muevo mi cabeza en forma de negación el no tiene la culpa después de todo.

– No es tu culpa yo me deje guiar igual por la nota, debí llamarte.

– Te prometo que ella no volverá a meterse contigo, ahora hay que bajar a desayunar y olvidar lo ocurrido – se levanta pero en ese momento lo detengo.

– ¿Qué es esto Nicolas? – pregunto mirándolo atenta me he llenado de valor y ha salido de mi boca sin poder evitarlo.

Me mira un momento, tan solo son unos segundos pero en mi mente se siente eterno. De repente toma mi mano y me acerca a él, me toma de la cintura y me aprieta contra su pecho envolviendome en un cálido abrazo que no dudo en responder.

– Quiero intentarlo... quiero intentar algo contigo – dice en un inaudible susurro, si no fuera porque me lo dice pegado al oído no lo hubiera escuchado – Si es que tu quieres, aunque temo que no te dejaría opción, te perseguiría hasta lograr que me quisieras... aunque en el proceso me odies, al menos sentirías algo por mi.

En ese momento siento romperse algo en mi pecho, quiero gritar y lanzarme a sus brazos, besarlo y quedarme sin aire. Pero lo único que puedo decirle y con todo el esfuerzo del mundo de no derrumbarme enfrente de él es que si, si quiero aunque temo por mi cordura.

Asiento con la cabeza con temor a decir incoherencias y me da un abrazo enorme – Nunca me dejes Cielo.

Y por el momento no puedo ser más feliz.

Completamente MíaWhere stories live. Discover now