Capítulo 44

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Cielo

Dios que bien se siente eso.

No se donde estoy pero aquella sensación en mi espalda se siente tan bien que no quiero despertar.

– Mmm – murmuro algo intangible. Siento como una manos grandes me acarician la espalda y bajan a tocar mis nalgas, después vuelven a subir para masajear mis hombros. Comienzo a percibir como abren mis muslos y levantan un poco mi culo. De un momento a otro siento como algo se adentra en mí de golpe.

– Mierda – gimo por la invasión y por la sensación de placer que la acompaña.

– Nena, despierta – es Nicolas, y su voz grave por la agitación y el despertar hace que me estremezca un poco – ¿Ya estás despierta, o quieres que te ayude un poco?

Y empuja su cadera hacia mi y se adentra aún más.

– Nicolas – suelto un gemido un poco más fuerte y él se acerca pegando su pecho a mi espalda y su boca a mi oído.

– Shh cariño no creo que quieras que nos escuchen – dice mordiendo el lóbulo de mi oreja. Dios santo, qué buen despertar.

– Más.

– ¿Quieres más? – pregunta agitado – Dime a quien quieres Cielo.

– A ti – susurro – Solo a ti.

Comienza con unas embestidas pausadas pero profundas, y poco a poco incrementa la velocidad.

– Preciosa – lo escucho gruñir y estoy tan cerca.

– Si Nicolas...

– Vamos cariño, ya casi estoy.

Estoy a punto de pegar el grito en el cielo cuando abren la puerta de golpe.

– ¡Ángel!

Me lleva.

– Carajo – escuchó maldecir a Nicolas para después rápidamente tomar la sabana y cubrirnos. Giramos a ver al intruso y veo a un Dante bastante divertido para mi gusto.

– Lo siento ángel, te escuché gritar y pensé que necesitabas ayuda – parece inocente, si no fuera por la enorme sonrisa que lo culpa. Siento a Nicolas tensarse y se que está a punto de ir tras él, lo tomo del brazo y voltea a verme.

– Tranquilízate – digo sonriendo un poco.

Dirige su habitual mirada de odio hacia Dante y puedo escuchar sus dientes rechinar.

– Tienes exactamente tres segundos para largarte, o se pondrá feo – lo dice apuntando hacia la puerta con la cabeza. Dante levanta las manos en forma de paz y sale por esta. Nos miramos y nos damos por vencidos, ya que alguien más puede entrar.

Me visto y el igual lo hace para bajar a la cocina, estando ahí veo a mi tío y corro a saludarlo, y Nicolas lo hace con un simple gesto de cabeza. Dante que está sentado en la isla de la cocina me toma de un brazo y me da un beso en la mejilla, a lo que Nicolas comienza a gruñir por lo bajo.

– ¿Es que no entiendes mi idioma? – pregunta calmado, pero sabemos que no lo está.

– Claro – dice Dante – Lo que no entiendo es porque no te han internado en algún lugar.

– Pues yo no entiendo porque tanta insistencia a que toques lo que es mío – dice así de simple y siento las mejillas un poco calientes, que poca vergüenza tiene al decirlo enfrente de mi tío. Pero es algo tan natural en él, solo sigue como si nada y me sonríe al dejar mi desayuno enfrente de mi.

– Cariño quiero invitarte a un lugar – comenta mi tío al sentarse en la isla de la cocina – Nicolas, ¿gustas acompañarnos?

Y sin pensarlo asiente con la cabeza.

– ¿Dante? – mi tío hace la pregunta no formulada y veo a Nicolas tensarse.

– Claro Jad, será un placer – y no puede evitar la sonrisa burlona que se le escapa de los labios.

– Bien, porque tu madre también vendrá – dice y él solo sonríe más.

Después de terminar el desayuno, y ver a Dante exasperar a Nicolas a tal grado que le aventó su desayuno y después éste tuvo que subir a asearse y cambiarse, salimos todos a donde sea que mi tío quiera llevarnos. A la media hora de conducir llegamos a un parque, no pensé que mi tío nos traería a este parque, ¿como no me di cuenta antes?

– Bien llegamos – dice mi tío al detenernos en la entrada del parque cerca de casa, el mismo parque que mis padres me trajeron de pequeña. Dirijo mi mirada hacia él y me da una sonrisa cálida de esas que dicen, "Todo va a estar bien porque estoy contigo y no te dejaré caer" . Al entrar veo que mucha gente ha venido en familia, raro al ser un día entre semana. Nos dirigimos a la zona en donde se pueden hacer picnics y diviso a Julieta y a Celeste que nos saludan con la mano y nos acercamos a ellas.

Trajeron comida, bebidas y todos nos sentamos alrededor de la manta y comenzamos una charla en donde Dante y yo molestamos al tío Jad. Después tomo a Celeste y caminamos cerca de unos árboles cuando se nos une Dante.

– Ángel, ¿podemos hablar? – está nervioso, lo miro un tanto preocupada.

– Claro dime – digo y veo a Celeste alejarse un poco.

– Lamento lo de esta mañana – dice con una mueca.

Oh lo de esta mañana, al parecer si está arrepentido.

– En mi defensa – dice – Tu tío estaba por subir por ti y me ofrecí a ir por él, y dejame decirte que solo con subir un poco las escaleras, ya se escuchaban tus gritos.

Y sonríe pero que fresco lo dice, siento las mejillas calientes, que vergüenza.

– Dante... – comienzo a decir, pero soy interrumpida.

– Pero déjame decirte que tienes un lindo trasero ángel.

Maldito, se está burlando.

– ¿Quién tiene un lindo trasero? – aparece Nicolas por detrás.

– Nadie – digo rápidamente, ya que si se entera de lo que dijo estoy segura que lo mata – Nadie solo estamos charlando.

Creo que no se cree mi mentira pero decide dejarme ganar esta vez. Regresamos con los demás y comemos mientras caemos en un ambiente relajado, llega la tarde y me siento en completa paz. Pero, no sé porque comienzo a sentir una sensación de intranquilidad.

Y es cuando la veo.

Está en el parque.

Detrás de un árbol.

Viendo fijamente hacia acá, y no se inmuta al saber que ya la descubrí. Solo se aleja con una sonrisa y a paso firme.

Evangelina.

Completamente MíaWhere stories live. Discover now