V E I N T I U N O

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Kellan

Adeline estaba llorando de forma inconsolable, sus sollozos eran quedos, pero yo los escuchaba de una forma tan fuerte que me sentía aturdido, entumecido

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Adeline estaba llorando de forma inconsolable, sus sollozos eran quedos, pero yo los escuchaba de una forma tan fuerte que me sentía aturdido, entumecido. La presión en el centro de mi pecho era demasiada y no podía respirar. Le tendí un pañuelo a Adeline, y esperé con impaciencia a que se calmara lo suficiente para decirme con exactitud qué había sucedido. Nunca había visto a la madrastra de Evelyn tan vulnerable como ahora; jamás la vi parecer tan humana. Después de unos momentos, ella inhalo profundamente y sus ojos, hinchados de tanto llorar, se centraron en mí. Limpio su nariz para luego estrujar el pañuelo de papel en su mano. Estaba pálida y lucía tan frágil que temí que en cualquier momento cayera al suelo si el viento soplaba con demasiada fuerza.

—Los doctores dijeron que un coágulo de sangre fue el causante de que sufriera un infarto —explico ella en voz baja. Trato de peinar su rubio cabello, pero su mano temblaba tanto que al final desistió de la tarea—. La quietud por la parálisis hace que su sangre no circule bien y por eso se forman esos coágulos, causando todo tipo de daños. O algo así dijo el doctor. La verdad es que no preste mucha atención. Yo solo sabía que estaba hablando con ella, reía, y de repente... Oh Dios, mi pequeña Evelyn, lucía tan asustada...

Ella rompió en llanto de nuevo y aparte la mirada incapaz de hacer algo para consolarla. Sabía que cualquier palabra que dijera no serviría para una mierda y, además, no creo que Adeline aceptara cualquier tipo de consuelo que viniera de mí. Froté mi rostro con ambas manos y luego cerré los ojos con fuerza al sentir un dolor sordo despertar en mi cráneo. Las palabras de Adeline hicieron el hoyo en mi pecho más profundo, y el solo hecho de imaginar el dolor y el miedo que Evelyn debió haber sentido, era suficiente para hacerme perder los estribos. De pie en el pasillo a las afueras de Unidad de Cuidados Intensivos, un pensamiento comenzó a tomar forma en mi mente. Un pensamiento tan oscuro y aterrador que trate de apartarlo, pero me fue imposible. Muy en el fondo sabía que este era el comienzo del fin, pero me negaba a aceptarlo.

Todavía no. Todavía no.

—¿Y cómo está ahora? —pregunte, mi voz ronca y rasposa por la emoción contenida.

—Dicen que está estable. Y sedada. No despertara en un buen tiempo, y tampoco me dejarán verla hasta que despierte —respondió mirando un punto fijo a su derecha. De repente, su rostro se contrajo con ira, una rabia que dirigió a mí y pensé que se había tardado en hacerlo. Camino hasta mí y puso sus manos en mi pecho para empujarme. Di un paso atrás, no impulsado por su fuerza, sino para alejarme de ella. Yo también tenía mi temperamento y justo ahora no podía soportar su mierda—. ¡Todo esto es tú culpa! Tú hiciste que quedara paralizada y luego me impediste llevarla a España para buscar un mejor tratamiento. ¡Eres un egoísta de mierda! No querías que llevara a Evelyn lejos, no por ella, sino por ti. Porque la culpa te consume, ¿no es así? Y estar lejos de ella te quemaría más y por eso me suplicaste que desistiera de la idea —hizo una pausa y mire dentro de sus ojos furiosos, sin responder. Me empujo de nuevo—. ¡Contéstame! ¡Maldito cobarde!

PURGATORIO |Souls Fractured #2|Where stories live. Discover now