N U E V E

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Kellan

–¿Qué viste en la oficina de Frank? – me deslicé en el asiento frente a Jerome

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–¿Qué viste en la oficina de Frank? – me deslicé en el asiento frente a Jerome. Él levantó la mirada hacia mí, sus manos deteniéndose de limpiar el arma que estas sostenían. Señalé el objeto – Bonito juguete.

Jerome sonrió casi con orgullo y ensamblo rápidamente el arma semiautomática para después ponerla sobre la mesa, sus manos manchas de grasa tomaron el paño blanco con el que limpiaba su juguete, retirando la cosa oscura de sus dedos.

–Lo sé – dijo con suficiencia, y luego sus ojos se volvieron serios – ¿Todo?

–Todo – repetí.

Él suspiro y lo dejo salir todo con una honda exhalación:

–Alrededor de la casa, Frank tenía en sus puestos cerca de cincuenta hombres, todos armados y con ropas comunes para parecer civiles ¿Las mujeres que pasaron al frente de la casa luciendo atemorizadas? Eran parte de su nómina. Se delataron por sus posturas rígidas y porque una de ellas dejo ver la culata de su arma en la espalda. La casa puede que este vacía pero hay sensores de movimiento en cada esquina, cámaras de vigilancia escondidas en las grietas de las paredes. El sótano: paredes blindadas para que el sonido no salga, lo deduje por la acústica. Debajo del escritorio de Frank, oculto con una alfombra, hay una trampilla. Lo bastante grande como para ocultar armas, dinero u otros objetos de valor, así como también puede ser una salida de emergencia por si las cosas van muy, muy mal. Las chicas, contaban dinero falso, y estaban lo suficientemente drogadas como para no notar la diferencia o simplemente no les importaba una mierda. Obviamente, la droga y el dinero es un señuelo. Los hombres que estaban a su alrededor no eran novatos, estaban altamente entrenados. Todo era un espectáculo, uno para hacer creer que eran débiles por si alguien estúpido decidía atacar y que se llevara una sorpresa después cuando estuviera en el suelo o muerto. Debo decir que el hecho de que haya asesinado a uno de sus hombres fue horrible, y por la momentánea sorpresa en los ojos de los tipos, diré que no se esperaban eso tampoco. Sobre el escritorio de Frank, había extractos bancarios, cuentas en el extranjero y demás. Leí algo sobre un fondo fiduciario o algo así – se detuvo, recopilando la información que obtuvo. Luego de un momento, me recito el número de la cuenta bancaria, el nombre del banco y otras cosas que me aseguré de memorizar – Probablemente todo sea falso, lavado de activos y esa mierda. Y por último, y lo que si me pareció interesante, fue ver las anotaciones de su libreta. El tipo, a raíz de tu abrumadora presencia, olvidó que estaba allí debajo de otra pila de papeles inútiles. Allí decía que su próxima entrega de un enorme cargamento de coca a un sujeto en la frontera mexicana, se llevaría a cabo en tres semanas, exactamente a la medianoche. El nombre del sujeto era Diablo Rojo. Un nombre de mierda por si me lo preguntas.

Se quedó en silencio y tamborilee mis dedos sobre la mesa, pensando, procesando la información. Interesante. El Diablo Rojo era un aliado peligroso pero valioso. Diablo no era un hombre que se relacionara demasiado con los gringos, como le gustaba llamarnos, delegando las entregas a sus subalternos de más alto rango en entrenamiento y en confianza. El hecho de que el tipo estaría allí personalmente en la frontera para una entrega, decía mucho sobre la relación que tenía con Frank.

PURGATORIO |Souls Fractured #2|Where stories live. Discover now