C U A T R O

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Kellan.

–Así que

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–Así que... – Evelyn se detuvo a media frase y yo arqueé una ceja esperando a que continuara – ¿Vas a decirme la verdad?

Su rostro estaba pálido, había unas enormes manchas oscuras debajo de sus ojos un poco hundidos, por lo cual, se marcaba aún más sus rasgos, como lo afilado de sus pómulos; pero sonreía y estaba bien, ella estaba mejorando. Se siente lo suficientemente bien como para ser testaruda e insistir en salir de la cama. Ahora mismo se encontraba en su silla de ruedas especial, la cual podía sostener su cuello como era debido ya que no podía hacerlo voluntariamente, frente a mí. No me gustaba que estuviera fuera de la cama, pero ella quería estarlo, así que no discutí.

–¿La verdad con respecto a qué? – cuestioné y acomodé mi trasero en el sillón reclinable que no era cómodo en lo absoluto.

Aun estaba en la UCI, la infección había cedido como para que ella pudiera respirar mejor sin la ayuda de un tubo, pero no tanto como para ser llevada a una habitación normal dentro del hospital o para poder ir a casa.

Evelyn sonrió, pude verlo a través de la máscara de oxígeno que había en su rostro, y que causaba que su voz sonara algo hueca y distante. Tiré del cuello de la bata azul que tenía sobre mi cuerpo y maldije entre dientes por el tapabocas que cubría mi cara. Estaba a punto de ahogarme, pero lo soporté por ella. Seguramente así era como se sentía el puto infierno. Calor y comezón en todas las partes de tu cuerpo.

Sus delicadas cejas se levantaron un poco, pequeñas arrugas surcando su frente.

–Con respecto a lo que has estado haciendo durante casi el último mes – respondió con diversión – No quiero que pienses que te estoy reclamando o algo así. Yo solo... – se detuvo para toser un poco. Me incliné en mi asiento, alerta. Evelyn cerro sus ojos mientras tosía y yo me puse de pie para ir por la jarra de agua que estaba al otro lado de la habitación, sobre una pequeña mesa – Kellan, vuelve aquí. Estoy bien, de verdad. Solo es algo de tos.

–¿Estás segura de que no quieres un poco de agua? – caminé de regreso a ella, me buscó con la mirada, así que me puse frente a ella para que pudiera verme – ¿No quieres que llame a una enfermera o...?

–No, y tampoco quiero que llames a la Guardia Nacional por un ataque de tos. Estoy bien ¿Ves? Ya dejé de toser – repuso Evelyn, sus ojos verdes moviéndose por todo mi rostro. Cada vez, sin excepción, verla en aquel estado sin poder mover más que sus ojos o el dedo índice de su mano derecha, hacía que mi estómago se contrajera y la culpa regresara a mí con fuerza, consumiéndome – Deja de mírame así, Kellan.

–¿Cómo te miro, Evelyn? – ladee mi cabeza con curiosidad por su réplica.

–Con culpabilidad. No fue tu culpa, debes saberlo. Nadie tuvo la culpa. Ni David, ni tú, así que deja de culparte innecesariamente. Ni siquiera dejes que mi madre te haga sentir de esa manera ¿He sido clara?

PURGATORIO |Souls Fractured #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora