D I E C I O C H O

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Annabelle

Declan se sentó mi lado en las escaleras

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Declan se sentó mi lado en las escaleras. Estaba tan cerca que sentí su muslo rozar el mío, y tomo todo de mí no derramar el contenido de mi estómago sobre él y las escaleras. Me quedé muy quieta, consciente de su cercanía a un nivel celular profundo. Su olor, su voz, todo de él me causaba la más absoluta repulsión y desencadenaba súbitamente un mar de recuerdos dolorosos. Y, sin embargo, no podía hacer nada para alejarme. Mis piernas se sentían débiles e inútiles, y sabía, aunque intentara y lograra ponerme de pie, que Declan no me dejaría ir hasta que cumpliera su propósito, el cual lo trajo hasta aquí. Me había tomado completamente desprevenida, para su satisfacción. Debí haber huido, entrar de nuevo a mi habitación en el segundo en que lo vi, pero ahora era demasiado tarde para hacerlo.

Vi por el rabillo del ojo como levantaba una de sus manos y me obligué a no reaccionar, a pesar de que sentí como la sangre de mi cuerpo se acumulaba en mis pies y mi corazón dio un vuelco agitado en mi pecho. ¿Qué hará?, ansiedad, miedo y desesperación explotaron dentro de mí tan rápido que me mareé y el mundo se desdibujo un momento mientras Declan tomaba un mechón de mi cabello para llevarlo a su nariz y olfatearme.

Me puse rígida al instante. Él se rio entre dientes.

—Puedo oler tu miedo —dijo complacido, su voz ronca y maliciosa. No respondí—. Es embriagador.

Dejo ir mi cabello, y a mí cada segundo se me hacía más difícil respirar, mi corazón estaba retumbando tan fuerte que estaba segura que podía oírse en un radio de tres kilómetros. Las personas pasaban por la calle, caminando con tranquilidad, ajenas a lo que estaba sucediendo, a mi absoluto horror. Para ellos, solo éramos dos personas dando una demostración pública de afecto. Sentí un roce en mi pierna y al mirar hacia abajo, vi la mano pálida de Declan subir todo el camino desde mi rodilla hasta el interior de mi muslo. El contacto indeseado encendió dentro de mi algo, una especie de furia turbulenta, que me saco de mi estupor inducido por el miedo. No podía soportarlo. Su toque quemaba y era repugnante, me dije a mi misma que Declan jamás me tocaría de nuevo, estaba siendo valiente, y no iba a romper mi propia promesa. Mi mano salió disparada y atrapo la suya, frenando su ascenso. Clave mis uñas en su carne cuando un rayo cegador de ira me recorrió otra vez, mis nervios al límite de la histeria. No más. No me quedaría aquí, como en un pasado, esperando a que hiciera con mi cuerpo lo que quisiera. Yo era dueña de mi misma. Él no tenía más control sobre mí. No dejaría que él llegara y echara tierra sobre todo lo que logre y construí de nuevo. Estaba viviendo de nuevo, podía ver mi futuro y no era sombrío, y Declan no lo arruinaría.

Me aferre a esa ira, llenándome de fuerza para enfrentarlo, sostener su mirada oscura, fría e inhumana. El miedo aun palpitaba dentro de mí, pero no le dejaría verlo para que no pudiera dominarme a través de él. No sería más el conejillo asustadizo, dispuesto para sus experimentos tortuosos, me he cansado de eso. Lo había sido una vez y eso es todo. Esta vez lucharía con él, y ganaría. Sonrió de medio lado y bajo su mirada a su mano en donde mis uñas estaban clavadas en su piel. No retiro la mano, incluso cuando vi en la oscuridad un hilillo de sangre manchar su piel, la gota aterrizando en sus pies.

PURGATORIO |Souls Fractured #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora