D I E C I N U E V E

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Kellan

Sentado en el borde de la cama, observe a Annabelle dormir

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Sentado en el borde de la cama, observe a Annabelle dormir. Estaba acurrucada en posición fetal, los brazos fuertemente apretados en su pecho, como si estuviera intentando protegerse de algo o de alguien. Respiré profundamente para calmarme un poco y continué mirándola como un acosador. Largos mechones de cabello negro caían sobre su rostro y los aparte con cuidado para no incomodarla. Estaba pálida, sus labios habían perdido todo el color; sus ojos se movían inquietos detrás de sus párpados cerrados y su ceño estaba fruncido. Me preocupaba que estuviera teniendo una pesadilla, pero no me atreví a despertarla. Necesitaba descanso después de lo que sucedió y además la Sertralina la mantendría fuera de combate durante algún tiempo, como ella misma había dicho.

Con el pulgar suavice la piel fruncida entre sus cejas, esperando darle algo de calma. Al cabo de unos instantes, suspiro en sueños y la tensión de su postura y su rostro desapareció un poco y deje escapar un suspiro de alivio. Pase mis nudillos por su mejilla suave y me incline para besarla. Un pequeño beso en los labios que calmo un poco la agitación de mi interior al sentirla, saber que estaba bien aquí conmigo. Aunque al apartarme, cuando mis ojos fueron a la venda en su mano izquierda, la agitación resurgió. Tome su mano con delicadeza y deje otro beso en su muñeca, silenciosamente haciendo una promesa.

Tras cubrirla con el edredón, salí de la habitación, mi mente repasando los acontecimientos de las últimas horas. Cuando había llegado a su departamento, una chica de ojos verdes pálidos y cabello negro abrió la puerta. La reconocí pues la había visto en varias ocasiones cuando fui a recoger a Annabelle en la tienda de su tía. La chica trabajaba allí también, aunque no podía recordar cuál era su nombre. Me sorprendí y sentí curiosidad al verla allí, pero eso rápidamente quedo en el olvido. Ella, luego de repasarme con la mirada de arriba abajo, señalo la habitación de Annabelle y se fue. La encontré sentada en el borde de la bañera, sus manos cubriendo su rostro. Cuando vi sus ojos asustados y ligeramente hinchados por el llanto, el leve temblor que sacudía su cuerpo y la venda que cubría su mano, supe al instante que algo muy malo había sucedido.

Entonces empezó a hilar su historia con tanta velocidad que se me dificulto entenderle. Cada palabra era rápida y entrecortada debido al hipo y el llanto, su miedo tan intenso que casi podía saborearlo, pero comprendí lo suficiente como para recoger unas cuantas de sus cosas de su departamento, introducirlas en un bolso de viaje, y llevarla conmigo mientras la ira iba cavando un profundo hoyo dentro de mi pecho.

Adam se levantó de su asiento en mi sofá y, sin decir una palabra, fue a la habitación con su hermana. Le deje hacerlo, pues no tenía ningún derecho para impedirle ver a Annabelle. Por otro lado, yo lo había llamado casi inmediatamente después de haber traído a Annabelle a mi lugar. Necesitaba a su mellizo para calmarla y cuidar de ella mientras yo no estaba. Fui a la cocina y busqué mi botella de whiskey favorita. El sabor amargo y el escozor de mi garganta fueron bien recibidos, aclarando mi mente un poco y así evitando que lanzara el objeto más cercano al otro lado de la habitación al verme dominado por mis impulsos. Un golpe, uno solo, se escuchó en la puerta y fui hasta allí para atender las visitas. Jerome levanto sus cejas al ver la botella de whiskey de la cual estaba bebiendo en mi mano. Avanzo y me la arrebato para después tomar un largo trago del líquido ambarino.

PURGATORIO |Souls Fractured #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora