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¿Qué si la añoraba? Cada jodida noche de mi vida.

¿Qué si secuestrarla era la mejor manera de traerla conmigo? También. Las cosas por naturaleza no salen mejor, las cosas por su cuenta necesitan un empujón para hacerlas, bien.

Era como volver de la muerte. Como volver a nacer.

Era legendario. Eso decían los rumores. Vaya coñazos.

He estado buscando la respuesta a todo.

Un ¿Por qué? Todo estaba mal.

Estaba dormida, en una pequeña cama, en alguna parte de Rusia. Si, eran horas, lo que duraba la esencia que podía hacerte morir, con una dosis demás. Dosis pequeñas de veneno.

Su cuerpo contenía una forma diferente, las que eran hace tres años, sus caderas anchas, sus pestañas largas, las cuales me cautivaron desde que la conocí. Me detenía en besarla. Sus labios voluminosos, y color carmesí. Sus pómulos. El cabello castaño, que ha mantenido. Era hermosa, aun conservaba su deliciosa juventud.

Yo soy en este momento como el diablo, al cual te pone tu debilidad, con tal de hacerte pecar. Pero era un tonto, el querer poner mi propia debilidad entre mis manos, y hacerme pecar por mi mismo. Lo cual eso era una ironía de la mierda.

Ser mi propio demonio, me hacía ser alguien libre.

Yo le observaba desde la penumbra en una esquina. Donde la oscuridad de aquel pequeño cuarto, estaba sobre mi.

Pero dime ¿Él diablo es capaz de salvarse de sus propios pecados? Eso podría ser casi imposible, y aquí estaba yo; con un nudo en la garganta con miles de emociones.

Eso era jodidamente imbécil.

Comenzaba a despertar desconociendo donde se encontraba.

-¡Auch!- se queja.

Mientras yo tenía puesta una capucha camuflajeada.

-¡Shhhh!- Logre articular. No quería hablar, sin ganas de nada.

Me sentía un monstro, tal vez una bestia.

-¿Do-donde estoy?- su voz era un susurro, tratando de decir que tenía miedo.-¿Dónde estan mi bebés?- hablo más fuerte.

Sus ojos demostraban miedo, y desesperación. Los niños seguían tranquilos en otro cuarto.

Trate de tocarla, pero ella huyo moviéndose a una esquina de la cama. Nadie podía escucharnos, las paredes eran de acero, imposible lograr salir. Solo una salida.

En un pequeño papel logre escribir: "ellos se encuentran bien."

Ella solo asintió.

Trataba de mirarme a mis ojos. Pero no quería mirar esos ojos chocolates, que me volvían loco. Me contenía. Lo lograría.

Ella pareciese que trataba de poder estar tranquila, como si quisiera evitar algo.

-Jefe, tenemos visita.- escupió uno de mis hombres.

Salí sin decir nada.

-¡No me dejes aquí!- grito con fuerza pateando la puerta.

Me quite la mascará.

Ese lugar era un sótano debajo de una gran mansión que solo tenían acceso, ciertos de mis hombres.

En la cámaras lograba mirar un auto de la mafia alemana.

Al salir un tipo, logre reconocer a Hoffman ¿Cómo mierda sabía dónde estaba?

Anuncie que tenía la posibilidad de pasar. Las grandes rejas fueron abiertas, y el con más de su gente, como el protocolo indicaba, una revisión no estaba demás.

En este momento no confiaba en nadie.

Ni en mi propia sombra, me era imposible hacerlo.

Entro como perro con rabia.

-¡Ámbar!- como si esta fuese su jodida casa.

-Buenas noches, que agradable sorpresa.- espete, acomodando mi traje.

Sabía que no era capaz de hacer una pendejada, porque terminaba muerto.

-Lo diré una vez, ¿Dónde mierdas tienes a Ámbar?- sus ojos mostraban rabia, y su voz tono de preocupación sin perder los estribos.

-No sé de qué me hablas.- respondí tajante, sirviendo un delicioso whisky.

Precisamente esta debajo de ti, idiota.

-¿Mis sobrinos? ¿Dónde están jodido idiota de mierda?-

-Mmh, cuidado como me hablas. Que estas bajo mi techo, en mi maldita casa, y puedes morir en este instante si yo quiero.- saque mi arma, para apuntarle.

-¡Hazlo! Cabrón sin cojones, desde cuando ya me hubieses matado pedazo de mierda.- no me tientes Hoffmancito.

-Me sirves más vivo que muerto.-

-Sabes que mi muerte te pesaría toda tu puta vida, no porque en realidad te sirva de mucho.- lograba leer mis pensamientos.

Vaya que por eso se le consideraba uno de los mejores mafiosos de Alemania, pero él no estaba para decirme que hacer.

-Tengo asuntos con ella, recibirás mis instrucciones donde la puedes encontrar.-

Ordene sacarlo de mi vista.

-Delicioso whisky.- dije para mi.

Mientras me encontraba en la sala de mi gran mansión una voz deliciosa me llamaba.

-¡David mi amor! Vuelve a la cama.-

Terminaré lo que empecé, hace horas.  

El Pago de la Mafia Italiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora