"La simple verdad en presente simple"

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Debes estar consciente de dos simples cosas Emma: Tienes suficiente tiempo para despedirte. No lo suficiente para hacerlo como se debe.

"No lo suficiente para hacerlo como se debe".

Pero allí estaba él, con una lista arrugada en su mano. Mirándola. Escogiendo cual es la siguiente cosa en la lista que haremos, porque mierda, no hay suficiente tiempo. El muchacho la revisa con una nostalgia mortal, con los ojos negros a punto de comunicar lamentos. Triste, callado, tan Gabriel de su parte, que casi dan ganas de llorar. Levanta su cabeza y me mira. Las cosas son tan lindas cuando él me mira. Me hace sentir que todo lo que nos ha pasado, no ha sido en vano. Le he dedicado mi tiempo y poca paciencia a él. Por él, todas mis referencias de tiempos felices comienzan con la frase: "Un día que Gabriel y yo estábamos caminando".

Tan sólo un descuido. Gabriel pasó por mi vida sin planearlo, sin que él lo hubiese querido. De pura casualidad. Sólo estaba allí, al otro lado de una ventana un día de verano. Nunca olvidaré la primera vez que lo vi. Puede que no sepa lo que haré con mi vida, pero en este momento estoy segura de una sola cosa; Ese día, yo lo miré de la misma forma en la que él me está mirando ahora.

Y mi corazón se rompe.

Yo no dudé ni por un instante, ese chico tiene algo único, no estoy precisamente segura de lo que es. No sé ni cómo describirlo, o si incluso hay palabras para hacerlo. Pero yo nunca me había sentido así. Una parte de mí se va a quedar con ese collar que lleva mi nombre, y que le cuelga del cuello. Yo me iré muriendo de a poco, y estoy segura que nunca en mi vida lo voy a olvidar. El será por siempre mi primer amor, y aunque tampoco estoy segura de si lo amé, yo ni siquiera soy capaz de quererme como quiero a Gabriel. Dios sabe que traté de dejarlo ir. Incontables son las noches en las que me despedía de él en mis sueños, y siempre despertaba llorando tan fuerte, que luego me dolía el pecho. La vida siempre ha sido mala conmigo, arrebatándome todo con lo que me encariño. El está mirando como me rompo, intentando no complicar las cosas más, me regala una sonrisa forzada. Y se ve tan triste. Yo ya no lo puedo ocultar más. Mis manos comienzan a fallarme, muerdo mis labios para no llorar. Estoy tan aterrada de perderlo, me pregunto si él está listo para verme marchar de su vida mañana.

Bajo la misma pendejadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora