Capítulo Setenta y cinco

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Un día empecé a darme cuenta de que en realidad me iba a ir.

Ese día me empecé a despedir de todo secretamente. Empecé a hacer cosas por personas, me empezaron a parecer importantes cosas que a nadie le importaba. Pero entonces entré a clases y vi a Gabriel, fue horrible. No me había puesto a pensar que lo iba a dejar. Que era el final. Y que Dios, no tenía ni la más mínima idea de cómo decírselo. Decidí que no se lo diría... No todavía.

La idiota de Kyara decidió cambiarse de escuela. Ahora solo éramos Nicole, Dayana y yo. Bueno, de vez en cuando Milena también. Y la extrañaba mucho. Era verano, y deseaba que fuese verano por siempre. Gracias a Dios la clase de Gabriel  seguía estando junto a la mía. Mr. Jaime renunció (para irse a un lugar dónde le pagaban mejor seguramente). Talvez no sirva para nada decir esto, pero Esteban también se fue. La mayoría de los fastidiosos de (ahora noveno) se quedaron, pero un puñado de ellos se fueron. Antonio (quién según yo era el mejor amigo de Gabriel) también se fue. Tras los numerosos rumores de la escuela cerrando por doquier, muchísimas personas decidieron cambiarse de colegio.

Era cruel empezar clases sabiendo que te irías del país, era cruel empezar sin Kyara, era cruel saber que apenas al empezar el año, ya me estaba desmoronando. Y allí estaba él, con su perfecto rostro pasivo que despertaba tantas cosas en mí. Me dio angustia, me dio lástima, me quería ir con él a un lugar tranquilo para contarle que debía darme señales de que yo significaba algo para él porque probablemente me iría sin saberlo. Y era cruel para mí ver como era posible que mientras mi mundo estaba en guerra, él sólo bailaba entre esa batalla. Era la luz en medio de mi locura. Siempre lo ha sido. Entonces después me iría completamente en tinieblas. He estado pensando últimamente que los cambios son demasiado poderosos. Y apenas escuché su voz pronunciando la primera sílaba de mi nombre, me estremecí.

Y corrí hacia él. No lo pude evitar, no sabía lo que hacía, muy seguramente por el hecho de que ya nada tenía sentido en mi vida aparte de él. Gabriel sostenía mi mundo inestable, Gabriel hacía que todo pareciera una mala broma. Un pequeño truco aquí, una pequeña apuesta, porque al muchacho le gustaba mucho apostar. A mí me gustaba mucho él, entonces me dejaba caer. Me dejaba vencer, dejaba que me ganara. Y en mi camino hacia él, sentí el viento, sentí el espacio que nos separaba, y era un espacio casi palpable. Y mis ojos ya no podían más, se cerraron bruscamente. Supe de inmediato que lo hicieron porque me iba a ir ridículamente lejos, no había adjetivos para describir el espacio que nos separaría, y si los había, pues sería cruel. Pero el mundo era un lugar muy cruel.

Llegué hasta él. Llegué hasta ese lugar desde el que Gabriel pronunció mi nombre, y lo abracé con todas mis fuerzas. Son estúpidas las cosas que estaban pasando en mi vida en ese instante, sin embargo yo era capaz de olvidarlo todo cuando estaba con él. Recuerdo perfectamente que lo único que la estúpida Emma pensaba mientras abrazaba a Gabriel ese día fue:

"Huele tan bien"....

••¥••
"Tristeza de verano,
Sólo quería que supieras
Que cariño, tú eres el mejor."

Si esa estrofa tuvo algún sentido para ti, házmelo saber de inmediato! Si no lo tuvo, pues es verdad... Son los mejores, y lo son porque gracias a sus comentarios de apoyo es que estoy escribiendo esto. Lo hago por ustedes, creo que también lo hago porque hay que cerrar fases para comenzar otras.

Bajo la misma pendejadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora