Capítulo Sesenta y nueve

221 20 12
                                    

•MARATÓN DÍA 4

Siempre que hago alguna actividad física me olvido de respirar. Suena estúpido, pero realmente me olvido. Lo cual es muy malo, ya que mis músculos no se oxigenan, haciendo lo que sea que esté haciendo más difícil.

Y mis ojos los buscan, mientras mis pulmones sólo quieren aire. Mis rodillas paran inmediatamente de flexionarse constantemente en busca del inicio de otra zancada. Y me doy cuenta de que me he quedado parada en medio del comedor. Vaya eficiencia la mía. Diez minutos corriendo para terminar inconscientemente caminando hacia la fila del bar.

-Emma, ¡dónde estabas!

Esa voz me eriza. No por miedo. No por nervios. Porque es la voz de Jerico y da escalofríos.

Me volteo lentamente dando pasitos pequeños con mis también pequeños pies. Y me encuentro con los idiotas de octavo congregados en una mesa. Todos sentados alrededor de la mesa con sus manos sobre ella o sobre sus piernas. Muy elegantemente sentados y con mirándome fijamente. Como son un grupo bastante numeroso, aquellos que no alcanzan a formar parte del comité principal, se han puesto de pie. Sea cual sea el objetivo de este ideal colectivo que supongo me involucra de alguna forma, se ve muy difícil de creer. Incluso se han tomado la molestia de traer a Gabriel y sentarlo justo en la mitad de todos. En medio de tanta "formalidad", hay una silla vacía frente a Gabriel. En el centro de la mesa un papel muy largo y un marcador rosa. Todos tenían esa sonrisa optimista en la cara.

-Emma, llegas tarde -dice Antonio con esa voz ronca que tiene.

Ese chico tiene un cabello envidiado por todos. Como ya lo he dicho antes, tiene el cabello lacio, de un café muy oscuro como para ser del color de la mantequilla de maní, pero demasiado claro como para ser confundo con negro, insistiría en que el color de su cabello es café chocolate. El cual brilla hasta con el reflejo de escaso sol que hay ahora. Su cabello da la apariencia de ser suave y sedoso, me pregunto si usa acondicionador, y si es así, de que marca es. Algún día debería salir en alguna propaganda de Pantene o Head & Shoulders.

-Llego tarde para..

Todos se unen y encierran en un círculo para que yo no los oiga. Me mantienen fuera de sus "opiniones altamente secretas" y de vez en cuando uno que otro alza la cabeza para echarme un vistazo. Murmullos por aquí y allá. Una vez que parece han llegado a un acuerdo, vuelven a sus posiciones ensayadas y Franklin dice:

-Para nuestra convocatoria.

Enseguida me doy cuenta de que todo ese complot de murmullos ha sido sólo para buscar la palabra más sofisticada para definir esta enorme pérdida de tiempo.

"Deberías estar riéndote con Gabriel"

-Bueno, pues nadie me dijo nada- digo mirando directamente a Gabriel.

Todos los pubertos sudorosos regresan a ver a Gabriel con cara de pocos amigos. Lo más miedoso de esto fue que lo hicieron exactamente al mismo tiempo. Gabriel sólo mantuvo sus ojos en los míos mientras su cara reflejaba que quería morirse de la risa.

Toda esta situación me lleva a cuestionarme el comportamiento de los chicos de esta edad. ¿Entra en el rango de lo normal organizar una reunión altamente "clasificada" alrededor de una mesa en el comedor de la escuela?

Bajo la misma pendejadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora