Muerdo mi labio inferior y veo la respiración de mi esposo ausente, acelerarse. Iba a responder, pero llega su padre a saludarnos.

Tan oportuno como ayer. La cara de Günther fue un poema, ya que le desagradó su presencia... ahora.

—Tanto tiempo sin vernos, Daphne —estrechamos nuestras manos—. Es bueno volver a vernos. Se miran muy bien juntos —suspiro avergonzada—. Mi hijo tiene problemas serios conmigo. No me permite verte y eso es bastante triste.

Günther empezó a comer tantos bocadillos, que creo que terminará con indigestión.

—Bueno, no es por defenderlo, pero usted también tiene mi número de celular y puede acudir a mi si es necesario —explico amablemente.

—Justamente dije que no podía hacer contigo —interviene Günther, metiéndose un bocadillo en la boca.

—Günther, por favor... —le advierto.

—Gracias por entender, hija. Por eso estoy agradecido por el cambio que lograste en mi hijo —su mirada viaja a su hijo, lo mira Günther asqueado—. Comes como una bestia, Hijo. Solo espero que no estés así por unos antojos y tengas escondida a una mujer embarazada.

El padre de Günther suelta una sonora carcajada, mi esposo ausente casi se ahoga con una galleta y yo empiezo a toser por ahogarme con el aire.

Ese señor está loco.

—Papá, no hagas ese tipo de bromas aquí —Günther le pide con molestia, comiendo otra vez. Después de un día por recibir la puntita, nadie queda embarazada, Anton—. Como para controlar los instintos asesinos que siento por ti, padre —el señor Anton lo ve interesado—. Si dejaras de interrumpir cada momento que estoy con mi esposa, juro que podría reír un día entero.

—¿Quién es tu esposa? —pregunta alarmado, Günther, con su índice, me señala, la cara de pánico que puso su jefe me empezó a preocupar—. No, hijo. Con ella no. ¿Dónde quedaron tus reglas y la ética con tu profesión? —cuestiona burlón.

Por un momento sentí pánico.

—A veces creo que te caíste de pequeño, papá —ambos se miran mal—. Daphne es mi esposa. Mi vida personal y laboral están al margen. No he roto ninguna regla ni he perdido mi ética. Además, la empresa es mía y hoy haré el anuncio oficial de mi relación con ella.

—Nunca pensé que llegaría este día. Estoy muy orgulloso, hijo —su rostro mostraba mucha alegría.

—Señor Anton, ¿podemos hablar un minuto? —pregunto, sintiendo la mirada de Günther en mí, su padre asiente y nos alejamos hacia un balcón vacío.

—¿Qué sucede, hija? —me pregunta—. Por cierto, estas muy hermosa.

—Muchas gracias, señor Anton. Quería preguntarle algo. ¿Es posible que mi contrato de cinco años pueda terminarlo antes? —su mirada fue de terror, en cuestión de segundos.

—¿Qué sucedió? Creía que estaba todo bien con ustedes. No esperaba que esto sucediera tan rápido. Lo siento, pero no. No puedes terminar este contrato hasta que se cumplan los años correspondientes —dice tajante.

Si tan solo supiera que no quiero romper el contrato por esa razón.

—No es lo que usted piensa, señor Anton. Mire, lo que sucede es que me enamoré de su hijo. Simplemente ya no puedo seguir manteniendo mi relación con él, mientras seguimos así. No porque él no lo supiera, es que siento que me limita para poder ser feliz con él. Nuestros sentimientos al parecer están en la misma sintonía y de verdad que no quisiera que todo acabara cuando la fecha llegue —admito, por primera vez en voz alta.

Ámame si te atreves, jefeWhere stories live. Discover now