Lo más seguro es que viene a discutir conmigo.

—Definitivamente saben como dañar una tarde feliz —suspiro y giro mi cabeza para encontrarme a Leah—. No sabía que había una reunión de zorras en la cafetería —escupe con odio, las personas que estaban a nuestro alrededor, miran a Leah, con molestia.

Esto es siempre lo mismo con ella.

—Por favor, controle su vocabulario y mire en donde se encuentra, señorita Leah —pido, lo más educada posible, ella empieza a reírse—. No es necesario detenerse frente a la mesa de nosotras, para incomodar al resto de los empleados.

—¿Es que ahora defiendes al personal? Eres solo una asistente reemplazable. No se te olvide que la zorra mayor eres tú y haces que la vida de todos, sea miserable —hace énfasis en la última palabra—. Seré la esposa del CEO de esta compañía y la primera persona que se irá de aquí, serás tú. Eres tan prepotente y a la vez mosquita muerta. No eres más que un juguete desechable. Cuando él se dé cuenta de lo poco que vales, te irás rápido de aquí.

Sus palabras me hacen doler el corazón y aunque se instalaron sus palabras en mi cabeza, solo la miro fríamente sin demostrar ningún tipo de reacción. Puede que sea verdad y que solo sea un juego para él, pero dije que lo intentaría y confiaría en él.

Me gusta más de lo que él podría pensar.

—Eres tan estúpida, que te crees mejor que los de más. Olvídate de que esta empresa será tuya —parpadeo sin entender el motivo de su comentario.

Quiero patearle el culo, quiero patearle el bendito culo.

—La que saldrá perdiendo en todo esto por ser tan hueca y vacía, serás tú —replica Tina, molesta— Nos dices zorras, cuando tú te llevas el primer lugar.

—¡Maldita zorra! —y sin más, Leah se le lanza encima de Tina, jalando su cabello y tirándola al suelo.

Empiezo a sentirme nerviosa, pero después recuerdo que Tina es loca y sabe todos los movimientos de animales que existan en el mundo y, que Leah, parece todo menos una mujer indefensa. Entre gritos y golpes que se daban ellas dos, intervengo y por desgracia, recibí una patada de no sé quién, que esta vez sí me golpeó en el estómago. Me detengo un momento por la falta de aire y las veo pelear.

Honestamente, las clases que he recibido no han sido de mucha ayuda, por lo pronto que ha sido la pelea de hoy.

Ah, cierto la pelea, debo detenerla.

Dios, estamos en la empresa y nadie nos ayuda.

Vuelvo recuperada y en un intento fallido de quitarle a Leah, de encima de Tina, no sé cómo cambiaron de lugar y ahora, era yo, a la que empiezan a golpear. Escucho los gritos de mi amiga para que me suelte, pero nada funciona correctamente.

Me da un golpe en las costillas haciéndome recordar el accidente automovilístico de hace un año.

—¡¿Estás seguro de que son ellos?! —gritaba un hombre, molesto, miraba hacia los lados y no había nadie que nos ayudara—. ¿Seguro que ellos son los que la abuela nos mandó a sacar del medio? Muchacha idiota, es esa niña. No debió enamorarse de él.

Empezaron a romper todo en el auto, ventanas y puertas. Mis padres habían perdido el conocimiento y por mala suerte, yo seguía despierta. Me habían golpeado y partido la mano.

¿Acaso la abuela de Sasha me odiaba más de lo que imaginaba?

Nunca lastimé a esa señora y mi peor error fue enamorarme de su nieto. Para ella yo era una mujer inútil y su nieto era el heredero de la mafia.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora