Mi guardaespaldas estaba en una esquina observando la situación, pero por primera vez, lo veo sonreír en el día. Me gustaría hablar con él y conocerlo un poco más, pero no tiene pinta de querer simpatizar con su jefa.

—¿Recuérdame por qué razón fue que la metimos a estas clases, Albert? —pregunta Ivan, entrando al salón—. Pensé que eras bueno en esto. Qué desperdicio de aire. Por eso es que mi bombón te odia tanto —frunzo el ceño sin entender. Günther, Daphne. Por cierto, hola. Y antes de preguntarme qué hago aquí, en este gimnasio suelo entrenar con mi amigo y recibo mis sesiones de fisioterapia.

—No dije nada —alzo mis manos en son de paz.

—Pero lo pensaste. Eres igual a Tina, pero pelirroja —nos reímos, ayudo a Albert a levantarse del suelo.

—¿Irás a la oficina? Hoy hay una reunión con algunos inversionistas argentinos. Creo que será una buena idea que estés ahí, ya que van a hablar sobre temas deportivos. Serías de mucha ayuda al ser futbolista —le propongo.

Es un buen deportista y es joven. También tiene un saco de seguidores y es una buena estrategia para que vean que pueden invertir dinero en la compañía, al tener a uno de los jugadores más importantes de Alemania, como la imagen de la empresa.

—¿Me estás haciendo una propuesta indecente? —me señala—. Te recuerdo que ya tengo una musa como primera dama del fútbol. Ella es una fiera, pero es una muy dulce cerecita.

—¿Por qué se tratan como animales? nos quejamos Günther y yo, al mismo tiempo, veo que se acerca y chocamos nuestras manos.

—Porque nos gustan los animales. Ustedes jamás entenderán lo que se siente ver ocho horas de matanza animal —Günther me ve, haciendo una sonrisa malévola.

—Oh, claro que si lo sabe —responde mi alemán.

—¿Asesinos en serie? —la emoción de Ivan, me hace entender las razones del porqué son amigos.

—Ya no es divertido —afirmo, indignada.

Se empiezan a reír a carcajadas, ignoro sus actos de madurez y me voy del salón a tomar una ducha para irnos a trabajar.

[...]

Desde hace algunos días, mi esposo presente y yo, hemos tomado la decisión de intentar las cosas. Dejar atrás el contrato para un falso matrimonio y hacer uno verdadero. Tal vez un contrato de amor para toda la vida nos iría mejor.

Claro, y dejamos todo como si nada pasó.

¡Mañana iré al convento por mi inocencia!

Bueno, puede ser que nosotros nunca nos tratamos como un matrimonio ficticio, obviamente lo sé. Pero vamos, no fuera la típica historia de romance si los protagonistas para estas alturas no estuviesen juntos. En fin, ahora estaba aquí junto a Tina, acomodando las cosas para la reunión con los argentinos.

Tina no la estaba pasando muy bien estos días, pero no quería preguntarle muchas cosas. Más bien, tenía miedo de que ella me dijera que Ivan la estaba engañando. No quiero que su amor se termine, es como un dolor muy grande para mí.

Es mi amiga y de verdad me preocupa.

—Tina, estás muy callada. ¿Todo está bien contigo? —pregunto, por no sé qué número de vez.

No quiero ser intensa, pero la situación lo amerita.

—Estoy bien... —me mira dudosa por unos segundos y asiente, mientras regresa a poner unos bolígrafos en la mesa—. ¿Estos son los deportistas con los que Ivan se fue a reunir hace unos días?

Ámame si te atreves, jefeWhere stories live. Discover now