Capítulo 10: Serena

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Mientras tanto...

La joven princesa de la Luna encontraba un pequeño apartamento  en las márgenes de la ciudad a la que había llegado, no era muy grande ni tenía la gran cosa pero era lo suficientemente cómodo para una persona y con lo poco que tenía en su poder, no podía darse el lujo de pagar algo mejor, además, pronto tendría que trabajar y eso sería muy difícil en su estado ya que aún era menor de edad y estaba en cinta, no obstante, no se dejaría vencer, tenía que madurar por aquel ser que llevaba en su vientre, así que puso manos a la obra y comenzó a buscar trabajo.

Fueron tres días de ardua búsqueda hasta que la joven encontró un trabajo en una cafetería y, gracias a que necesitaban con urgencia personal la contrataron de inmediato, aunque, a ella le tocase limpiar mesas, fregar el piso, lavar trastos y atender los pedidos cuando no hubiese gente en servicio, la paga valía la pena para pagar las cuentas, además, le habían dicho que si era persistente y hacía bien su trabajo, tal vez habría una oportunidad mejor para ella; era una pequeña cafetería en el centro de una agetreada ciudad, pero, gracias a su especialidad se había vuelto muy famosa en poco tiempo, sin embargo, poca gente había ido a atender su anuncio debido a que querían gente joven y dispuesta a cubrir un gran horario, espantando a todos los posibles candidatos, a excepción de Serena, quien necesitaba urgentemente un trabajo para empezar a tener las cosas que necesitaba para su bebé, aunque, sinceramente, dudaba mucho que con eso pudiese mantenerla a ella y al bebé, pues tener uno era muy caro.

No se daría por vencida, ella deseaba ofrecerle lo necesario a su hijo o hija, así que no importaba que tuviese que dormir en un pedazo de cartón, tampoco que el baño fuese diminuto y solo tuviese ducha, ni siquiera que aquel lugar donde había conseguido trabajo estuviese a diez cuadras de distancia y no pudiese tomar el colectivo; todo valía la pena con tal de tener a su bebé con ella, ya que no soportaría que lo apartasen de su lado o perderlo.
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Su primer día había sido muy pesado, había hechado a perder algunas cosas y sentía que la despedirían, sin embargo, el hombre que atendía el lugar (el dueño), le mostró compasión y solo le dijo que tendría que mejorar y, como era su primer día se lo pasaría, sin embargo, a la próxima si tendría que descontarle de su sueldo, ella casi lloró en aquel momento debido a sus hormonas, no obstante, la sonrisa de aquel hombre de máximo veinticuatro años la deslumbró con su calidez, a la vez que los demás empleados le daban ánimo.

Había comido algunas sobras del día que su jefe le había ofrecido, sentía algo de hambre, pero, tenía que racionar el dinero que Moly le había dado y el que Esmeralda y sus hermanas le habían entregado, hasta su pago, no podía darse el lujo de desperdiciar nada, pues, no sabía que podría pasar en ese tiempo ni que ocuparía para su retoño, por lo cual, para dejar de pensar en el hambre, se metió a duchar, detallando su cuerpo y observando su pequeña barriga, suspiró y ahogo un grito al percatarse de que el agua estaba fría, no obstante, no podía quejarse, así que se trató de acostumbrar y finalmente entró de lleno, dejándose envolver en aquella sensación que un buen baño le provocaba.

Al salir, se sentó en una esquina y se abrazo a ella misma, estaba sola y se sentía triste, pero, debía superarlo, pues su pequeño bebé resentiría lo que le pasase, alguna vez lo había escuchado en alguna parte y haría caso de ello, fue entonces que sintió una presencia con ella, volteo a todos lados pero no había nadie, así que sabiendo que era parte de su paranoia, observó al suelo de nueva cuenta.

Entonces sintió un olor cálido como a durazno y al levantar la vista se vio a ella misma frente a frente quien le sonreía, se frotó los ojos tratando de despejar la vista y aún la veía, así que sintió que era por su falta de alimento y que éste era un espejismo, sin embargo, "la segunda Serena" no desaparecía e incluso hablaba con ella.

Los días pasaron y ella aprendió a verla a su lado y ciertamente le causaba alegría tenerla, aunque sintiese fuese una enemiga, ya que cuando se acercaba a su lado sentía como su energía escapaba de su cuerpo y que sentía el mismo aura que la anciana que le había obsequiado la manzana, ella no comía ni bebía, solo tomaba en pequeños sorbos su fuerza pero sin llegar a dejarla sin nada, realmente era una presencia extraña pero la sentía inofensiva, no obstante, al ir a su trabajo sentía otra presencia que no era la de aquel ser que había tomado su forma, sin embargo, sentía que eso sí era parte de su imaginación.

El primer mes paso y con ello llegó su sueldo el cual se había reducido por sus errores, pero el dueño había sido misericordioso y no había descontado lo que ella debía realmente además de que le había permitido ser empleada el fin de semana.

Serena nunca se había sentido tan feliz, ella se estaba valiendo por sí misma y sentía esperanzas de poder cuidar a su bebé y darle al menos lo necesario para vivir.
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La primera cita con la obstetra fue la más difícil, ya que ella estaba sola y tenía miedo, más al preguntarle sobre el padre, se sentía pequeña e insegura pero la doctora había sido muy amable y no volvió a preguntar sobre aquello, además de que sus temores se esfumaron al escuchar que todo estaba bien en ella, no obstante, su cara fue un libro abierto al escuchar los suplementos que necesitaba comprar para llevar un buen embarazo; la doctora la miró detenidamente y después le dió opciones más cómodas a la chica y aunque ella le había ayudado lo suficiente, podía ver cómo el poco dinero que tenía en sus manos se iba, sin embargo, valía la pena, todo era por su nueva familia.

El tiempo pasaba y vivir sola era muy difícil, pero, su pequeña luz le invitaba a afrontar todo con una sonrisa y salir adelante, a la vez que aquel ser le ayudaba a salir de su tristeza, no sabía que tramaba, pero, aún no le daba motivos para preocuparse, era como si solo la buscará para comer su energía y que esta misma presencia no tuviese a donde ir y que estaba tan sola como ella.
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Había hablado con Moly un par de veces, calmandola y tranquilizandola, pues el primer mes no había sabido nada de la chica y pensaba que jamás volvería a saber de ella, así que al escucharla lloró de felicidad y escuchó con atención todo lo que ella le decía.

También, el dueño de la cafetería, cuyo nombre era Tsubasa se había empezado a encariñar con la chica e interesar en ella, cosa que Serena no notaba, a la par que los demás empleados la comenzaban a ver como una amiga al descubrir su cálida personalidad y la luz que ella emitía, pues podía alumbrar a cualquier persona hundida en tinieblas con sus sola presencia, apoyándola en aquel difícil proceso.

Mientras los meses transcurrían, aquella chica más temor sentía, pero, también más fuerza y esperanza, esperanza por el mañana y optimismo por el futuro, a la vez que poco a poco se hacía con cosas para traer al mundo a su bebé ya que las personas que trabajaban con ella le brindaban ayuda y ya que la mayoría eran jóvenes, se sentían identificados con la joven madre, que mientras más se acercaba el alumbramiento, más le llenaban de regalos y amor, a la vez que la joven escalaba en su trabajo y ya más próxima a alumbrar dejaba de hacer trabajos pesados y que la pusieran en peligro, aunque su embarazo increíblemente iba muy bien pesé a sus carencias, sin saber que el mal acechaba de cerca y que pronto el cielo se teñiría de oscuridad.

Nuevamente Encuentrame Where stories live. Discover now