Capítulo 37. Dependencia

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Damien Westermann

Al despertar no encontré a Nina en la cama, supuse que debía haber despertado antes que yo. Me levanté para ir a buscarla al baño pero tampoco estaba ahí, me puse la pijama que traía la noche anterior y bajé las escaleras, aun estaba muy somnoliento, mi vista estaba borrosa, como todavía no conocía bien la casa me tropecé algunas veces y al escuchar ruido en la cocina fui hasta allá.

La encontré sirviendo café en una taza y mordiendo un pan tostado, estaba recién bañada y bien vestida, su perfume de vainilla se impregnó por todos lados, incluso el aroma corrió  hasta mí. Me sonrió repentinamente cuando me vio.

—Buenos días, ¿Quieres café?

Me acerque y me senté, preparó pan tostado,  mantequilla de maní con plátano y moras. Había una jarra grande jugo de naranja y galletas de canela en una cesta pequeña.

—No, gracias, con el jugo estoy bien. —tomé un vaso de vidrio y me serví jugo de naranja luego me incliné para comer un pan tostado. Sabían excelentes.

Ella tomó asiento a mi lado, e igual agarró otro pan tostado porque el suyo se lo terminó, duramos poco en silencio, no estábamos acostumbrados a dejar el ambiente tan callado.

—¿Qué tal dormiste? ¿Si pudiste conciliar sueño?

Me carcajee, era una buena forma de empezar el día, ella se ruborizó y se cubrió su sonrisa traviesa con la rebanada de pan tostado.

—Dormí muy bien, gracias por preguntar. ¿Y tú?

Asintió efusiva, con ese llamativo esplendor en sus ojos azules, a la plena luz de la mañana relucían como gemas preciosas.

—Increíble, mucho mejor que en días anteriores.

Levanté ambas cejas, podía imaginarme todos los días en las que debió haber perdido el sueño por los problemas que debí causarle, era un alivio que ahora ya pudiera descansar como se debía.

—Seguro debiste pasarla mal todos estos años, con los problemas que te di —indique, mostrándome avergonzado. —No debiste haber dormido bien.

Hizo una pequeña mueca.

—En esta profesión no se duerme bien —declaró, acentuando más su mueca —Ya era algo que me esperaba desde que decidí ser abogada, así que no es solo tu culpa.

Permanecí mirándola unos segundos más, sabía mentir pero yo detectaba cuando no todo era verdad y en esta ocasión lo sentí así.

—Soy el caso más largo que has tenido y el más difícil, por supuesto que mi caso te quitó más veces el sueño que algún otro.

Esta vez su mueca se transformó en una expresión malhumorada, sumida en exasperación, ya estaba perdiendo la paciencia.

—¿Y eso importa? Ya pasó, no vale la pena hablar de eso.

Yo siempre lograba sacarla de sus casillas, lo mejor era que no tocáramos más el tema, en lugar de charlar seguimos comiendo aunque en ocasiones le echaba un ojo pues estaba bien vestida y me gustaba mirarla, yo era el único que estaba desarreglado, me hacia sentir fuera de lugar.

—Me haces sentir mal, tú luces muy bien y yo estoy hecho un desastre.

Se rió de mí, echando un vistazo de pies a cabeza a mi atuendo.

—¿Lucir mal? —inquirió, levemente sorprendida —No me parece así, luces bien, a mi me agrada.

Esperaba que no fuera sarcasmo aunque no sonaba así, sonreí a medias y le dedique unos ojos cautelosos, esperaba que no lo estuviera diciendo solo para hacerme sentir bien.

Oscuros Instintos©+18 [OE #2] COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora