Capítulo 22

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- ¡Marinette, date prisa o llegarás tarde a la escuela! - Decía su madre, Sabine, desde la cocina.
- Ya voy mamá, es que ayer tenía muchos deberes... - Dijo Marinette. No era cierto. Se había quedado despierta hasta altas horas de la noche hablando por teléfono con Alya. Hacia mucho tiempo que no quedaban para tomar algo, y se notaba la ausencia de su mejor amiga, que ahora pasaba mucho tiempo con su novio, Nino.
- Adiós mamá, adiós papá. Os quiero mucho. - Dijo la jóven, y salió por la puerta de la panadería.

De camino a la escuela se encontró con su amiga. Habían quedado un rato antes de empezar las clases porque tenían muchos temas de los que hablar. Marinette necesitaba un hombro sobre el que apoyarse y alguien en quien confiar sus dudas, alguien que le pudiese aconsejar, y Alya estaba dispuesta a escuchar, siempre había sido una buena amiga, comprometida a ayudar en todo lo posible.
- Chica, te veo muy apagada. ¿Estás bien? - Preguntó, después de minutos en silencio. - Sabes que puedes confiar en mí, Marinette, siempre estaré a tu lado. - Dijo dibujando una sonrisa sincera en sus mejillas y cerrando ligeramente los ojos.
- Sí, Alya es que... - Empezó Marinette a explicar, dubitativa. - He tenido una charla con un muy buen amigo que me ha hecho pensar. No estoy segura de que siento por el pero... - Calló de golpe. No sabía cómo explicarle todo lo sucedido en las últimas semanas sin revelar su identidad de Ladybug. - Es que yo le gustó y no quiero estar jugando con sus sentimientos. - Dijo finalmente. - Necesito alejarme de muchas personas porque siempre hago daño a los demás, si no es que me lo hacen a mí, claro. - Ya al acabar la frase, bajo la mirada al suelo.
Alya parecía sorprendida. Quería ayudar a su amiga pero no sabía cómo. No quería presionarla para que explicase nada con lo que no se sintiese cómoda, pero faltaban piezas para encajar el rompecabezas.
- Marinette, no sé qué decirte. - Dijo Alya, después de pensar unos instantes sobre la confesión de su amiga. - Creo que deberías hablar tranquilamente con las personas a las que te refieres. Pero también has de tomarte un tiempo para ti. Con tanto lío no vas a poder descansar y eso tampoco es sano, así que aireate, sonríe, sal a la calle y enfréntate a la vida, porque es la única manera de vivirla plenamente. - Acabó de decir la morena, abrazando a su amiga. - Y que sepas que siempre puedes contar conmigo. Estate segura de que siempre me tendrás a tu lado.
- Gracias, Alya, siempre eres de ayuda. Te quiero mucho.

Después de la charla, las dos amigas entraron en el Instituto. Al pasar lista, Marinette vió que Adrien faltaba. ¿Qué le debía pasar? No quería preocuparse demasiado, ya que necesitaba alejarse de él por un tiempo, pero no podía evitarlo.
- Nino, ¿Sabes que le sucede a Adrien? - Susurró mientras la profesora repartía la tarea del día.
- No. Puede que esté enfermo, que tenga que acudir a algún evento con su padre... Nunca se sabe, está muy ocupado últimamente. - Dijo el chico. Marinette se quedó pensativa, de manera que no oyó que lo que la profesora estaba explicando.
- Marinette, ¿Te parece bien que hagamos juntos el trabajo en parejas? - Preguntó una voz que le agarraba el brazo izquierdo. - Así nos podremos conocer mejor. ¿Qué opinas?
- ¡Lu-Luka!... Que sorpresa. No esperaba que me preguntas es eso. - Contestó la joven, entre sorprendida y asustada.
- Lo siento... ¿Pensabas hacerlo con alguien?
- No, no... Será un placer trabajar contigo, Luka. - Dijo la chica, tratando de ser amable. Luka le parecía un chico majo, había llamado su atención desde el primer momento en que lo vió, pero ella sólo tenía ojos para Adrien. Su Adrien. Pero... ¡Ya era hora de conocer a gente nueva! Adrien le había dejado claro que su corazón era de otra persona y, aunque últimamente se comportaba algo extraño, necesitaba sacarlo de sus sentimientos.
- ¡Perfecto! - Exclamó el chico de pelo azul. - Nos vemos esta tarde en mi casa a las 19h, ¿Te parece bien?
- Claro... - Dijo la Marinette, esbozando una sonrisa forzada en su cara.
- O si lo prefieres, podemos ir a merendar y luego paseamos hasta mi casa. - Añadió Luka, animado. Se detuvo unos segundos a reflexionar y rectificó. - ¡Oh, bueno! Puede que me haya pasado un poco. Es que me pareces una chica increíble, Marinette, y creo que podemos ser muy buenos amigos.
- No, no. Será un placer merendar contigo. - Dijo la chica de cabellos oscuros, sorprendida por su espontaneidad. - ¿Salimos juntos de la escuela, pues?
- ¡Claro! Te espero. - Acabo diciendo el chico mientras se alejaba. - ¡Hasta entonces!

Tú eres mi destinoWhere stories live. Discover now