Epílogo

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NARRA  AMARIS.

—Gracias.

Escuche el rugir de las llantas del taxi alejándose de mi.

Me encontraba en la entrada principal del hospital más grande de la ciudad, veía a las personas entrar y salir, en su mayoría con gestos de preocupaciones.

Baje la miraba hacia mi vientre el cual ya se notaba abultado, no lo suficiente como para uno de siete meses de gemelos o mellizos.

Ya tenía siete meses de embarazo y aún no podía regresar a Mystic Falls. La ultima llamada que recibí de Damon fue hace 14 días y aún recuerdo su tono cansado y triste. No tuve tiempo de preguntarle nada cuando colgó, solo llamo para saber si estaba bien e inmediatamente colgó.

Tres meses había estado viviendo en Francia y podía decir que me gustaba y estaba feliz de haber escogido este lugar para vivir por un tiempo. El lugar donde me estaba quedando era moderno con un toque rustico, siempre olía a canela y eso me relajada bastante. Cuando recién llegue me quedé un mes entero sin salir de este, acostumbrandome a mi nuevo hogar. Aprender el idioma fue más fácil de lo.que esperaba, demasiado e incluso pensé en que aprender idiomas era uno de mis dones.

Después empecé a salir pocas veces a conocer las calles, siempre con los sentidos alertas. No he visto ninguna bruja, en una oportunidad me crucé con un vampiro e hice que me donará toda la cantidad que se pudo de sangre, hice lo mismo cuando se acabó con otro vampiro. Pero eran muy pocos los que habian.

El otro día mientras caminaba por un centro comercial cerca de mi departamento vi una cuna. Una de madera blanca para gemelos. Me enamoré al instante, aquello me hizo pensar en que necesitaba encontrar un trabajo. El dinero que Damon me había donado no podía gastarlo en ese tipo de cosas, así que me decidí a trabajar de enfermera —con papeles falsificados— con la intención de aprender más acerca de los bebes. Me habían aceptado y hoy había venido a conocer el hospital. La blusa que me habia puesto revelaba mi vientre, aún no usaba las ropas de maternidad, encima de está me puse un abrigo que me cubría esta las rodillas y era ligero.

El hospital tenía un ambiente que me gustaba mucho, le di los papeles que me enviaron a la recepcionista de turno.

—Aquí dice que su jornada de trabajo empieza mañana.

—Si. Vine a conocer el lugar.

Me regaló una pequeña sonrisa antes de agarrar el teléfono y hablar con alguien al otro lado de la línea. Segundos después volvió hacia mi.

— En unos segundos vendrá una enfermera a hacerle un recorrido, si gusta puede esperar sentada.

—Gracias.

No tuve que esperar mucho. Un par de minutos más tarde ya había llegado mi guía, era una señora mayor, incluso podía verle canas en las raíces de su cabello. Era una señora amable, el recorrido empezó por el patio, después las salas de cirugías, los consultorios, las habitación, y los largos pasillos. Mi corazón empezó a estrujarse cuando llegamos al cuarto de bebés, podía escuchar sus llantos desesperados y me preocupe por un segundo ver que nadie hacia nada por ellos.

—Tranquila. Es que no hay mucho personal. Y los bebes ocupan mucho tiempo. De todas formas sólo permanecen aquí un par de días en su mayoría.

—Entiendo.

Una de las cosas que más me preocupaba era el parto. Tenía planeado hipnotizar a una obstetra para el parto, sin embargo no sabía cuando sería, mi vientre estaba demasiado pequeño para el tiempo que tenía. Llegué a una conclusión de que tal vez en mi el tiempo iba a ser más que nueve meses. Tendría que estar siempre alerta.

La ultima descendiente de la Luna °THE ORIGINALS°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora