Fin.

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NARRA AMARIS.

—¿Tienes todo listo?

Asenti mientras cerraba la última maleta. La tiré por las escaleras y vi como esta caía hasta llegar al suelo de la plata baja.

—¿Que? —Bonnie me levanto una ceja con los brazos cruzados, últimamente era su pose favorita creo yo, digo, casi siempre la pone cuando habla conmigo —Soy una híbrido embarazada, entiendeme ¿Si?

Se deshizo de su pose y me sonrió.

—Tu si sabes sacarle provecho a las cosas.

Sonreí al igual que ella y la abrace.

—Voy a extrañarte Bonnie.

—Sólo será por un tiempo, es por su bien.

No dije nada más y me quedé memorizando la calidez de su abrazo por unos minutos.

Ya tenía cuatro meses de embarazo si sacaba cuentas, mi abdomen aún seguí plano, demasiado como para pensar a que habían dos criaturas ahí adentro. Pero sus corazones cada día eran más rápidos. Tome la decisión de quedarme en Mystic Falls por un largo tiempo más y todo iba bien, incluso mejore mi relación con Elena quien, había estado muy atenta en mi embarazo, fui la manzana de la discordia en un par de discusiones con Caroline. Todo iba bien hasta que, eventualmente, había peligro.

Damon, Bonnie y Elena tomaron la decisión de mandarme de vacaciones hasta nuevo aviso por mis bebés. Todo pagado. Hasta que el peligro pase y sea un lugar seguro para mi y mis híbridos.

Damon se encargó de abrirme una cuenta bancaria en la cual tenía una muy buena suma de dinero para vivir por muchos meses. Elena se encargó de enseñarme a cuidar bebés. Y Bonnie me hizo un hechizo para ocultarme del mundo, a mi y a ellos. Enlazo el hechizo con mi cuerpo para que sólo se rompa con mi muerte cosa que no iba a pasar. Nadie podría encontrarme. A excepción de ellos.

Elegí Francia.

Compre un departamento por Internet lo suficientemente cómodo para mi, con dos habitaciones, una pequeña sala, una cocina y un baño en cada habitación.

A pesar de todas las comodidades que iba a tener, quería que los problemas se arreglen pronto. Para regresar. Y esperaba que eso sea antes del nacimiento.

—Bien, vas a perder el vuelo.

Bonnie me alejo con cuidado y tomo la mochila que iba a llevar conmigo antes de que también la tirase por las escaleras. Elena y Damon ya se encontraban en el auto esperándome. Ellos iban a asegurarse de que yo suba sana y salva al avión. Bonnie por motivos desconocidos para mi tenía que quedarse.

—Hasta luego Bonnie.

Le di un último abrazo y después me subí a la parte trasera del auto.

—Recuerda siempre llevar el broche contigo.

—Lo haré.

Le sonreí y Damon presionó el acelerador.

Dejar el lugar en realidad no me molestaba ni dolía. Podría llevarme a Damon y Bonnie, tal vez a Elena. Y podría ser feliz en donde sea, pero ellos por alguna razón amaban este lugar y querían quedarse a protegerlo de alguna cosa. No sabía que tipo de problemas estaban teniendo pero dadas las precauciones que tomaron conmigo deducía que era un problema de los gordos.

  —Llegamos.

Me ayudaron a cargar las maletas.

Antes iba a mudarme con solo una mochila y ahora tenía tres maletas repletas con ropa de maternidad y de bebés, incluso crei ver a Elena meter a escondidas unos biberones en una de las maletas. No sabía cómo iba a hacer para cargar las todas al llegar a mi destino.

Damon fue a entregar las maletas mientras Elena me repetía los mismos consejos de siempre, lo más repetido era mi dieta. Tenía que tomar sangre de vampiros o de brujas o de lobos. O cualquier otro ser sobrenatural que existiera, ahora esa era mi dieta. Claro que aún guardaba sentimientos por la comida humana. En ocasiones probaba bocadillos y creía que a mis bebés también les gustaba ya que, esos nunca los devolvía como la sangre humana.

—Tu vuelo saldrá en unos minutos —Damon interrumpió a Elena —Aquí. Esta el celular del que hablamos —sacó un celular de teclas de su bolsillo, no era muy amiga de la tecnología pero ese era un celular antiguo —Recuerda, te llamaré una vez al mes, exactamente al pasar treinta días, si resibes una llamada mía antes o después de la fecha no contestes pase lo que pase. Si necesitas un celular para tu uso personal compra uno. Camuflate entre todos. No pierdas el control. Y no olvides alimentarte, hay vampiros en Francia, muchos, las brujas allá no serán un problema. Hipnotiza a uno para que te alimentes...

—Tranquilo. Estaré bien.

Le corte. En este tiempo había logrado descubrir un don más mío. Podía hipnotizr seres sobrenaturales como los vampiros con los humanos. Eso iba a ser útil mientras ninguno tome verbena.

La voz de una chica robot se escucho por todo el aeropuerto avisando la salida de mi vuelo hizo que Elena me abrazaba efusivamente.

—Vas a ser una gran mamá Amaris.

Le correspondí al abrazo por un plazo corto.

—Gracias por todo Elena.

Fui arrancada de su abrazo por Damon, quien no tardó en hacer lo mismo cuidando su fuerza.

—Recuerda llevar siempre el broche amaris.

La preocupación en su voz hizo que un escalofrío me recorrerá la columna. La preocupación era demasiada.

—Siempre, lo prometo.

—Te tienes que ir.

Damon se alejó de mi después de darme un Beso el el cabello.

Me presione las correas de la mochila y emprendi camino.

Esperaba que no lo hiciera, siempre perdía las cosas y esperaba no perder el broche. Este contenía una gran cantidad de magia, un tipo de magia extraña, si el celular terminaba siendo destruido o algo por el estilo el broche iba a ser lo único que podría hacer que ella me encontrara. Sólo ella podría hacerlo.

El broche era mi única forma de volver al mundo sobrenatural.

Ni siquiera Niklaus sabría donde o como estaba. Nunca sabría de nuestros hijos. Si algún día intentaría hacerme un hechizo de localización, iba a terminar pensando que estaría muerta.

Me acomode en el avión con los nervios algo alborotados. Era mi primera vez en avión.

Puse mis manos en mi vientre y sentí el familiar cosquilleo en el.

—Tendremos que aprender algo de Francés eh.

Los pasajeros terminaron de subir y el avión arranco.

La ultima descendiente de la Luna °THE ORIGINALS°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora