No parece una mala persona si lo veo bien, pero no quiero hacerme ilusiones efímeras con este hombre. Mi esposo ausente parece una persona que te dice que debes irte, si te acercas demasiado a él.

[...]

Después de un rato, le enseñé el departamento, que gracias a que vino una persona a limpiarlo, ahora se encontraba completamente ordenado. Me sentía cómoda al verlo tan arreglado y olía tan bien, que me sentía en las nubes.

No es que mi casa no estuviera limpia o no tuviese ningún tipo de olor, pero debido a la cantidad de cosas que vinieron apareciendo estos últimos días, el olor terminó por ser a cajas y polvo. Claramente eso ya no dejaría que el olor a playa del desinfectante, había desaparecido por completo.

También era un poco extraño tener a alguien en casa, he vivido sola desde hace años y no estaba acostumbrada a hablar con alguien, pero no parece tan mala idea tener un compañero de piso.

Sí, él es un compañero de piso. Es preferible decirle así, en vez de esposo. Por lo menos aquí en casa, no será mi esposo ausente, será mi inquilino.

—Aunque es obvio que mi casa no es tan grande como la tuya, tengo todo lo necesario aquí. Hay dos habitaciones, la principal será mía, que tiene su propio baño, así que no tendrás problema en usar la tuya, solo que el baño si es afuera. No recibo muchas visitas, así que es tuyo, durante tu estadía aquí —le comento, mientras iba mostrándole la casa—. La cocina está remodelada, así que no es muy grande, pero es perfecta, ahí están los estantes y guardo los platos, vasos o cubiertos —señalo el estante de arriba—. El microondas ahí y en la otra esquina, mi nevera de dos puertas.

—Es igual a la mía...

—Tengo gustos caros si se trata de refrigerar mi comida —agrego, mientras le enseño la sala—. Quería poner un comedor, pero como la visita en casa siempre es de dos personas, quise que la encimera fuera mi comedor. Es práctico y no ocupa espacio —alza una ceja—. Ahí está el sofá, no hay sillones porque quería todo diferente, el equipo de sonido por allá y las luces son automáticas... eso sería todo.

Lo miro con vergüenza.

—¿Por qué pones esa cara? La casa está muy bonita y fue hecha a tu gusto... ¿En dónde se ve la televisión? No puedo dormir sin antes ver mi serie —me cruzo de brazos ante su respuesta—. ¿Qué? No soy exigente, solo pregunto por un electrodoméstico.

—Estoy ahorrando, pero detuve todo porque en unos días es mi graduación —asiente, mirando una pared con un cuadro abstracto—. ¿Qué serie ves y qué estás pensando ahora mismo?

—Viviendo con el enemigo... casos de asesinatos. No puedo dormir sin antes ver un caso y relajarme —me río—. En mi habitación tampoco hay televisión. Por la hora no puedo encargar uno, pero probablemente para mañana vengan dos televisores. Uno para mí y otro ahí, además, podemos quitar ese sofá en forma de L, de la pared y ponerlo enfrente de la TV, para que sea más cómodo para ti poder ver algo.

—Pero mi cuadro abstracto es una belleza y mi sofá se ve hermoso desde la pared —me siento en el sofá, haciéndolo reír—. La televisión no es necesario, puedes tenerla en tu habitación —se sienta en la mesita de café, después de quitarse el saco y ponerlo en la esquina del sofá. Estoy amueblando poco a poco, pero no es necesario que compres cosas que no podré pagar después. Se verá feo una televisión aquí en la sala...

—Es mover un cuadro de un lado a otro y seguirá siendo abstracto. Además, si mi padre viene y no ve que hay televisores, se dará cuenta de que no estoy aportando nada en esta casa, con respecto a mis gustos —rio por lo que dice—. Es normal sentir que estoy invadiendo tu vida, pero es necesario que también tenga cosas aquí. No tengo malos gustos y también tengo una diseñadora de interiores, que se encarga de decorar todo lo que me gusta —miro hacia el cuadro, con tristeza—. ¿Dije algo malo? No quiero incomodarte, pero es necesario que tenga presencia en este lugar, para yo también sentirme cómodo.

Ámame si te atreves, jefeWhere stories live. Discover now