—¿Te gusta? —me dijo sonriente.

—¡Me encanta! —grité. —¿Cómo...?

—Ha sido cosa de Miriam. Es su regalo de Navidad. Quedamos en que vendría a montar todo esto antes de la cena. Lo ha hecho mientras te duchabas. Y te estoy grabando porque pensaba que ya estaría aquí cuando vinieras pero como aún no ha llegado, le grabo la reacción. ¿Algo que decirle?

—Esto es perfecto. ¡Miriam te quiero! —dije, dirigiéndome a la cámara.

Noe sonrió y bajó el móvil, finalizando el vídeo. Yo me quedé unos segundos más mirando el salón.

—Es genial. Qué buen gusto tiene la cabrona —dije, antes de bajarme de la nube y recordar que tenía que contarle a mi tía que al final, Miriam no haría acto de presencia en la cena. —Por cierto Noe... al final no va a venir.

Mi tía me miró, sorprendida.

—¿Cómo? 

—Ya, es que...  se me había olvidado decírtelo. Es que claro, ya sabes que su familia son muy de celebraciones juntos y...

Noe pareció decepcionada. Miriam le caía bien y se entendían bastante.

—Bueno, pues más vino para nosotras entonces —dijo, como aparentando que le parecía bien.

Me sentí fatal. Luego sonó el timbre y me sentí peor. Me quedé paralizada mirando a mi tía, sin reaccionar.

—Vaya, parece que ha cambiado de opinión —sonrió ella, guiñándome un ojo.

Sonreí forzadamente. No se esperaba a mi padre para nada.

—Espera Noe, quizás es mejor que abra yo —dije, corriendo hacia la entrada para abrir la puerta.

Noe me miró extrañada, pero en realidad, ya estaba acostumbrada a que hiciese cosas raras. Qué paciencia tenía conmigo. Todo el mundo tenía paciencia conmigo. Mimi, Miriam, Aitana... intenté sacarme ese pensamiento de la cabeza porque ahora me tenía que centrar en otras cosas. Respiré profundo y abrí la puerta.

—¡Sorpresa! —gritó Miriam, lanzándose a mis brazos.

Me quedé muerta. Sí que era una sorpresa, sí. Tan sorprendida estaba de que Miriam estuviese aquí, que al principio ni me di cuenta de lo preciosa que estaba con esos rizos más definidos que nunca y ese traje chaqueta rojo con un bralette debajo. Estaba para morirse. De hecho en cuanto reparé en ello, tuve que hacer esfuerzos para apartar la vista de su escote y girarme para observar a mi tía.

—Yo ya, no entiendo nada —dijo Noe, dándose la vuelta para entrar en la cocina. —Sentaros parejita, que voy a ir llevando platos.

Miré a Miriam perpleja.

—¿Qué te pasa? ¿No has visto nunca una chica guapa? —me vaciló ella, agarrándome por la cintura y rozando sus labios con los míos. —Ya deberías irte acostumbrando —susurró, haciendo que su aliento me hiciera estremecer.

Agarré su labio con mis dientes y tiré de él levemente antes de besarla con intensidad. Joder. La besaba y se me olvidaba que ahora mismo, lo último que necesitaba, era que ella estuviese aquí. Esto complicaba las cosas bastante. Así que la seguí besando como si me fuera la vida en ello, por si después de la cena me cruzaba la cara.

—¡He dicho que a la mesa! —gritó Noe cuando pasó por nuestro lado en dirección al salón.

Las dos nos separamos y Miriam soltó una risita mientras yo cerraba la puerta y le indicaba que siguiera a Noe. Eché un vistazo a la calle antes de hacerlo. Mi padre estaría al llegar.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now