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Me levanté a la primera alarma, con esa fuerza de voluntad sobrenatural que de repente parecemos tener cuando vamos a algún sitio por primera vez y tenemos miedo de dormirnos.

Me puse unos tejanos grises que tenían una raya roja en los laterales, un jersey corto blanco, y unas botas negras. Una vez preparada, miré por la ventana. El cielo aún estaba oscuro, ya que hasta las 8 y poco no salía el sol. Lo primero que vi fue el coche de Miriam pasando por el caminito de piedra. Supuse que se iba a la universidad. Tendría mi edad o un par de años más. ¿Ves? Ese coche si me lo había aprendido a la primera.

Bajé a desayunar, ya con la mochila hecha. Entré en la cocina y Noe me dio los buenos días con una sonrisa, delante de la cafetera.

—¿Eres de café, o eres de té? —me preguntó, cogiendo una taza azul.

—De ambas cosas en realidad —contesté yo, sentándome en la mesa—, pero creo que hoy voy a ir con el café.

Me hizo un gesto positivo con el pulgar, y puso una cápsula en la máquina de café. Sobre la mesa había puesto pan integral, pavo, tomate cortado, leche de almendras (porque ya sabía que no me gustaba la leche de vaca), muesli, cereales, fruta, chocolate negro... y aguacate. ¡Oh, genial! Mi amor por los aguacates era algo serio de ver. Así que me cogí dos rebanadas de pan integral y me las unté de aguacate.

Noe no parecía la típica de tomar el gran desayuno, así que le agradecí que hubiese preparado todo eso para mí, pero que los otros días no hacía falta, que yo me espabilaría.

—No es nada, de verdad. Simplemente he cogido las cosas y las he puesto de forma ordenada encima de la mesa —sonrió ella, poniéndose bien las gafas. —Tengo que irme, que si no voy a llegar tarde. Nos vemos por la tarde ¿sí?

Yo asentí mientras ella iba al vestíbulo y cogía su chaqueta y su bolso.

—¡Buena suerte en tu primer día!

—¡Gracias, Noe! —dije con la boca llena.

Entre que terminé de comer, guardé todo en su sitio y me lavé los dientes, ya era hora de irse si no quería llegar tarde. Voy a recordaros que tenía que caminar por lo menos quince minutos hasta el pueblo y luego cinco más hasta el instituto. Tampoco era ningún drama, la verdad. El aire fresco me ayudó a despertarme del todo y así pude fumar, cosa que no hacía des del día anterior.

El instituto estaba cerca de la plaza dónde se encontraba Cafetería Salva y también la iglesia. Allí delante había quedado con Aitana, que enseguida me saludó. La idea de ser "la nueva" me daba un poco menos de miedo si iba con ella.


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El instituto era un edificio que parecía nuevo. Comprendí que había sido re-modelado hacía poco. Era más bonito que el que yo atendía en Barcelona.

En los pasillos, Aitana saludó a medio alumnado. Al entrar a clase, fui el centro de atención durante unos instantes otra vez. Aitana me presentó informalmente a los compañeros, porque sabía que el profesor que tuviésemos me haría presentar de todas formas.

En la fila delantera, pude ver a Nerea de Las Amigas. Estaba hablando con una chica morena que llevaba gafas.

—Esa es Thalía —me indicó Aitana, que siempre estaba pendiente de todo. —No se habla con mucha gente, va muy a lo suyo. Pero sí se habla con Nerea. Las dos son súper aplicadas.

"Yo tampoco es que me hable con mucha gente Aitana, no es por decepcionarte" pensé.

El profesor entró. Por lo que me contó Aitana, era nuestro tutor. Era un hombre bajito, con el pelo negro y la piel algo morena. En cuanto me vio apoyada a una mesa, me hizo un gesto con la mano para que me acercara, con una amplia sonrisa.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora