❧ 12

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Me desperté que serían las doce. Miré al lado y me encontré a Miriam, mirando al techo, con los ojos abiertos. 

Había mucho más espacio entre nosotras del que recordaba que había al quedarnos dormidas. O nos habíamos separado durante la noche; o Miriam, al despertarse, se había desenganchado de mi cuerpo. 

Por un momento tuve miedo de que ese beso lo hubiese estropeado todo; lo último que quería era que Miriam se alejara de mí o que se crearan incomodidades entre las dos. Así que decidí actuar con toda la normalidad, y ver cómo reaccionaba ella. 

—Buenos días leona —le dije bajito, con una sonrisa.

Miriam giró su cabeza hacia mí y me sonrió con tristeza.

—Buenos días.

—¿Llevas mucho rato despierta?

Negó con la cabeza.

—Media hora, o así. Creo.

—Me podías haber despertado, Miriam. No me hubiese importado.

Hubo un silencio corto entre las dos. Luego Miriam dejó de mirar al techo para girarse hacia mí.

—¿Por qué eres tan buena conmigo? —me preguntó, sin anestesia ni nada. La pregunta me dejó un poco fuera de combate pero fui rápida.

—¿Y tú conmigo? Te recuerdo que empezaste tú recogiéndome en medio de la lluvia.

—Chica, porqué soy buena persona —dijo luego, con aires de superioridad.

Yo solté una carcajada y ella hizo lo mismo, aunque no tan escandalosamente.

—A lo mejor es demasiado temprano para tener este tipo de conversaciones. ¿Cómo te encuentras? —le pregunté, desviando el tema.

—Creo que estoy afrontando lo que podría ser mi primera resaca en mucho, mucho tiempo —respondió, llevándose una mano a la frente, y mirando al techo de nuevo.

—Normal. No sé si recordarás que te tomaste una botella casi entera —dije para picarla un poco.

Ella asintió y estuvo en silencio de nuevo, durante unos segundos.

—Sí. Resaca por el alcohol, y resaca emocional también. Héctor me ha dejado, Ana —se giró hacia mi otra vez, antes de empezar a llorar.

—Miri no, no llores... —dije mientras me pegaba a su cuerpo para abrazarla y ella escondía su cabeza en mi cuello. Nunca la había llamado Miri antes, pero me pareció cariñoso.

—Es que no me lo puedo creer... —dijo entre sollozos, mientras yo intentaba calmarla con caricias como las de ayer. Aunque siendo de día, y estando serenas, tenía mucho más cuidado a la hora de acariciarla, porque me daba miedo que se lo tomara a mal después de lo de la noche anterior.

Algo así no se olvidaba.

—Quieres... ¿quieres hablar de lo que te dijo? ¿De lo que pasó?

—A lo mejor es demasiado temprano para tener este tipo de conversaciones —dijo, haciendo un guiño a lo que yo había dicho antes, sacando su cabeza del hueco de mi cuello y riendo entre lágrimas. —Voy a buscar pañuelos.

Pero parece que la resaca la golpeó con fuerza, porque estuvo unos segundos sujetándose al borde de la cama, incapaz de levantarse.

—Vale, espera. Mejor voy yo a por ellos.

Me levanté y fui a por mi bolso. Salí de las sábanas mientras Miriam, que no se podía estar quieta, subía la persiana y abría para ventilar, haciendo que entrara la luz y arrepintiéndose al instante porque no ayudó con su dolor de cabeza.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now