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Antes que nada me gustaría dedicarle este capítulo a Sus (@lerhus en tw), porque hace poco me dijo cosas muy bonitas sobre los fics que escribo, y por implicarse tanto en ellos desde que escribí el primero. Además de que la chica es icónica y mañana tiene un examen que le irá genial. 

Así que nada, que gracias, y que allá va 🍍🙃💖



Estar con Miriam era, al fin y al cabo, lo que mejor me hacía sentir. 

No me importaban sus alarmas a las seis, su insistencia en que desayunara bien, o sus amenazas para que hiciera la cama antes de salir de casa para irme al instituto.

Me importaba ver la cara que ponía cada vez que se metía una pieza de sushi en la boca y me miraba como si aquello fuera lo mejor que había probado nunca, aun y sabiendo que pedía comida, por lo menos una vez a la semana, de ese mismo restaurante.

Me importaba como me escuchaba y sujetaba mis manos cuando le contaba que mi madre me iba a visitar a finales de semana y las angustias que aquello me provocaba.

Me importaba como me abrazaba, me besaba, me desnudaba, y hacía que olvidara mis problemas durante un rato.

Y sobre todo me importaba que, cuando volvía a la realidad, los problemas no eran tan problemas si sabía que ella estaba conmigo.

Así que después de nuestra noche de domingo juntas, ya os podéis imaginar que empecé el lunes con buen pie, y que cuando Miriam se fue a la universidad y yo me fui al instituto un poco después, seguía con una sonrisa en mi cara.

—¿Tú sabías que Miri vendría a mi casa? —le pregunté a Aitana, cuando nos encontramos como siempre, cerca del instituto.

—Claro, me dijo que te tuviese entretenida hasta tarde pero como estabas tan cansada, te tuve que dejar escapar antes de lo pensado —respondió la chica del flequillo, con una sonrisa.

Se notaba que la leona no era nueva en esto de las relaciones serias. No me consideraba mala novia, pero desde luego esperaba que se me pegaran de ella todas esas cosas buenas y esos detalles que ella tenía conmigo.

Llegamos al instituto, entramos en clase, y me dirigí a mi mesa del fondo. Alfred llegó al cabo de poco y se sentó a mi lado con una sonrisa.

—¿Qué tal el puente? —me preguntó el chico, dejando la mochila encima de su mesa para apoyar su cabeza en ella.

—Todo va bien si acaba bien —respondí yo con una sonrisa.

Él se echó a reír.

—Vaya, vaya. Así que la has liado un montón pero al final se han solucionado las cosas, ¿no?

—¿Y el tuyo? —dije yo, ignorando su pregunta.

—Nada especial. Muchas horas con la guitarra en mis manos. Y quedé con Amaia.

—¿En serio? —dije, girándome hacia él con atención.

Sabía que Alfred tenía que tener mucho interés en la chica para salir de su zona de confort quedando con ella.

—Ahá —respondió simplemente.

—Pues qué guay Alfred, luego me cuentas todo. Y sino, me lo va a contar Amaia —le dije, guiñándole un ojo.

El chico no tuvo tiempo a responder porque Manu entró en el aula. Todos los lunes, durante primera hora, teníamos tutoría con él. Y hoy nos traía las notas de todos los exámenes.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora