❧ 26

4.5K 253 42
                                    

Observé como mi tía hablaba con mi madre a través de la ventana. Caminaba arriba y abajo al lado de los columpios, y hacía movimientos con la cabeza a pesar de que mi madre no pudiese verla.

El camarero volvió y nos dejó los primeros platos, así que me levanté y golpeé la ventana, captando la atención de Noe y señalando la mesa. Mi tía asintió y me hizo un gesto como de que ahora entraba.

Empecé a comer antes de que lo hiciera porque me moría de hambre. Además, si empezábamos a hablar de mi familia en cuanto entrara, seguramente se me haría un nudo en el estómago e iba a perder las ganas de comer.

—Bueno —Noe se acomodó en la silla. —¿Qué buena pinta todo, no?

La miré levantando una ceja.

—¿Qué te ha dicho?

—Mejor que comas, antes que nada.

Uy. A pesar de que nada de lo que pudiera hacer mi madre me sorprendería a esas alturas, los nervios se instalaron en mi estómago. Noe ya me conocía lo suficientemente bien, así que si había preferido no hablar de ello mientras comíamos, es que la noticia no me iba a gustar.

Simplemente asentí y seguí comiendo, y aunque intentamos hablar de banalidades, podía ver la cabeza de Noe sacando humo.

Hicimos postre y café, y luego salimos a dar una vuelta al recinto del restaurante antes de subirnos al coche y tragarnos la hora de camino que nos faltaba para llegar al pueblo.

—Tu madre quiere venir a verte, Ana.

—¿Qué? —la miré, deteniéndome. —¿Por qué?

—Ya que has decidido no pasar las Navidades con ella, quiere verte antes —Noe tiró de mí para que siguiera caminando.

—Pero a ver, este interés repentino... ¿qué quiere?

—Te tiene que comentar una cosa —respondió Noe, simplemente.

—Noe, ¿qué tiene que "comentarme"? No me jodas.

—Te lo tiene que decir ella, Ana. O sea que no me insistas porque de mi boca no va a salir nada.

Bufé. Sabía que si Noe decía que diría una cosa, es que realmente no la iba a decir.

—¿Y cuándo se supone que va a venir?

—A finales de esta semana, el viernes, supongo —respondió mi tía, sacando las llaves del coche del bolso, porque ya habíamos llegado al vehículo.

—Puta —solté yo.

Noe me miró con los ojos abiertos de par en par.

—Eh, que no te lo digo a ti, es una forma de expresarme.

—Espero que tampoco se lo digas a tu madre, porque telita —dijo, mientras se metía dentro del coche.

Di la vuelta hasta mi puerta, golpeando con mis pies la gravilla del suelo. Se me complicaba la vida por momentos y odiaba esa sensación.

La visita de mi madre me iba a provocar nervios toda la maldita semana, y yo tenía que estar centrada en Miriam y en los estudios, ahora que me había vuelto más o menos aplicada.

La última hora del trayecto se pasó bastante rápida, básicamente porque me quedé dormida, y Noe me despertó justo cuando el coche ya estaba aparcado delante de la casa.

Respiré aliviada cuando salí del vehículo. Realmente, aquello se había convertido en mi casa, y volver después de haber estado unos días fuera, hizo que estuviera de bastante buen humor lo que quedaba de sábado.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora