—¿Puedo preguntar quién es usted? —él me sonríe, haciéndome sentir extraña—. Lo siento, no debí preguntar.

—Soy el mejor amigo de Günther —me estrecha su mano—. Me llamo Ivan. Encantado de conocerte, Daphne.

—El gusto es mío —tomo su mano, ladeando la cabeza.

¿Sabe que mi esposo ausente y yo nos casamos hace dos años?

Él asiente como si pudiera leer mis pensamientos.

—Sé muchas cosas de Günther —responde—. Por ahora nos vamos a dividir y la persona que dé con él primero, debe asegurarse de que llegue a los rusos pronto.

¿Pero qué negocios tiene con ellos? Nunca tuvo una reunión con nadie de allá y mucho menos vinieron para acá.

—¿Todo está bien, Ivan? —lo miro dudosa.

—Günther no es malo. Si eso es lo que te hace sentir insegura... Solo que con los rusos las cosas siempre son complicadas.

Ok, tal vez las cosas con él empezaron mal y sinceramente no lo conozco, pero nunca se ha ido de la oficina sin decir a dónde y desde que hablamos de los cambios con la agenda, todo me lo notifica. Para nadie es un secreto en la oficina, que mi esposo ausente no es amigable conmigo.

Presiento que no es mala persona y tal vez solo es un imbécil a toda hora y ya.

Salimos al estacionamiento y nos dividimos en varios grupos. No sé para dónde se fueron, pero me quedé parada frente al restaurante de comida tailandesa. Probablemente podría ir al psiquiátrico más cercano, pero tal vez no esté tan loco para internarse.

¿Psiquiátrico? No... ¿Escuela de idiotas? Probablemente eso es positivo.

De verdad quiero visitar un psiquiátrico abandonado.

Ay, Daphne, mejor volveré mi atención a la desaparición de mi esposo ausente.

La cena era en menos de una hora y teníamos unas dos o tres horas buscándolo por todos lados, pero simplemente ese hombre no aparecía. Tona, Ivan y yo, nos llamábamos constantemente para ver si habíamos tenido suerte, pero a pesar de todo nuestro esfuerzo, no funcionó.

No lo encontramos.

Honestamente estoy empezando a preocuparme. No tanto por la reunión, más bien es mucho tiempo sin saber de una persona y tengo miedo que le haya pasado algo.

No quiero llamar al señor Müller para darle una mala noticia de su hijo.

—¿En dónde puedes estar, Günther? —murmuro a la nada mientras camino cerca de un lago.

¿Un lago?

No creo que esté en ese lugar, pero no pierdo nada en ir a investigar.

Si estaba deprimido podía ir al bar más caro.

No parece un lago muy transitado y por la hora, ya da miedo seguir caminando, pero tengo el presentimiento de que él está aquí.

—Mi padre se sorprendería de verme aquí, buscando al hijo del hombre que me hizo casarme por un contrato y me dio mucho dinero.

Sonrío con ironía.

Miro a la poca gente que estaba en el lago, había varios hombres mirándome de manera asquerosa.

¿Por qué tienen que verme de esa manera? Solo soy una mujer vestida con una falda lisa color negro, una camisa rosa y unos zapatos de punta de tacón alto.

—¿Vienes por aquí solita? ¿Quieres compañía, hermosa? —un hombre bastante oloroso a sudor y que parecía vagabundo, se dirige a mí—. Oye, deberías venir conmigo para que pasemos un delicioso momento los dos.

Ámame si te atreves, jefeحيث تعيش القصص. اكتشف الآن