8- El acantilado

283K 21.2K 1.4K
                                    

*Narra Evelyn*

El viaje resulta estresante, sobre todo cuando Arturo sortea árboles a toda velocidad. Los lobos se detienen cerca de un acantilado, Arturo ha llegado primero. Bajo y dejo sus ropas para que se vistan.

Me acerco al borde del precipicio, miro hacia abajo y retrocedo con un hormigueo en el estómago tras comprobar la altura. El agua del mar se ve oscuro y hay olas rompiendo sobre rocas descomunales.

Doy media vuelta. Veo a Kaiser en su forma humana animando a dos lobos; se muerden con fiereza, ruedan y siguen luchando. Arturo está junto a Kaiser, rascándose el pecho y mirando indiferente a la pelea. Los lobos deben de ser Connor y Diego.

-¡Eh! ¿Qué pasa aquí? -pregunto alarmada.

Uno de ellos sangra por una pata. No sé cómo detenerlos; si intervengo, acabaré aplastada. Miro a mi alrededor, pensando en algo.

-¡Evelyn! -Arturo grita mi nombre-. ¡Cuidado!

Antes de poder reaccionar, uno de los lobos choca contra mí. Ha sido lanzado por el otro.

Salgo disparada por el borde del acantilado, sin aliento. Grito y doy manotazos al aire. Si no caigo sobre el mar, caeré sobre una roca.

Me he alejado mucho del acantilado por el impacto, por lo que debería caer sobre el agua. Dejo de gritar, me tapo la nariz y caigo produciendo un gran chapuzón. El impacto contra el agua se siente como una bofetada corporal. Subo a la superficie pataleando e impulsándome con mis brazos, no sé nadar bien.

Una bomba estalla a metros de mí. Son Arturo y Kaiser.

-¡Buen salto! -me felicita Kaiser.

Parpadeo un par de veces, sin saber cómo reaccionar.

-¡Pensaba que iba a morir! Y los otros dos, ¿por qué peleaban?

-Estaban jugando, Evelyn -sonríe Arturo, nadando tranquilamente hacia mí. Se echa el cabello hacia atrás.

Me detengo un segundo en su rostro. Es la primera vez que lo veo sonreír, tiene una comisura más levantada que la otra. No me había fijado en el color de sus ojos hasta ahora, que contrastan con su cabello oscurecido por el agua. Parecen miel en frascos de cristal.

-¿Jugando? -vuelvo a mis sentidos.

-Discutían acerca de cuál de los dos es el chihuahua -dice Kaiser.

-¿Estás bien? -pregunta Arturo tomando mi mano y poniéndolo sobre su hombro. Retiro la mano, sorprendida-. Me cansa verte pataleando y manoseando el agua, deberías aceptar mi ayuda antes de que cambie de opinión.

Abro la boca y lo miro.

-¿Así ofreces ayuda? -le echo agua en la cara.

Escucho la risa de Arturo y mi corazón da un salto. Asustada por mi reacción, me sostengo del hombro de Kaiser.

-¿Tienes algo en contra de mi hombro? -dice Arturo acercándose.

-Pesas más de lo que pensaba -comenta Kaiser intentando mantenerse a flote.

Frunzo el ceño. Le quito la mano de encima y vuelvo nadando como puedo a la orilla, con Arturo riéndose a mis espaldas. Diego y Connor nos saludan, han bajado a recogernos.

-Evelyn, perdona por lanzarte a Connor -se disculpa Diego-. A veces no controlo mi fuerza, Connor es tan debilucho.

-¡Dijo el que sangra! -lo señala Connor-. No querrás aprender a caminar a tres patas la próxima vez, ¿eh?

-¡¿Cómo dices?!

Definitivamente jugar con hombres lobo es cosa de otro mundo. Volvemos a pie por el bosque y, a mitad del camino, me despido de ellos.

-Ya estoy en casa, abuela. Iré a dormir.

-¿Tan temprano?

-Hoy tengo dolor de cabeza... y...

Me tiemblan las piernas, como si ya no pudieran soportar el peso de mi cuerpo. Caigo al suelo sin terminar la frase. La Sanadora corre hacia mí.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora