51- Acusaciones

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*Narra Evelyn*

Abro la ventana y la saludo. Lizz vuelve a su forma humana y se cruza de brazos, con una expresión divertida en el rostro.

—Así que estabais vosotros dos aquí jugando a las casitas. He usado el portal de Elisabeth para dar con vosotros, ¿no están Vane y el enano aquí también?

—¿Vane y Zed? ¿No están en la aldea?

—Ya veo... Sabía que ocurría algo extraño. Hablemos en otro lugar, ¿podéis seguirme por el portal? —señala la grieta luminosa del aire—. No quiero meterme en más problemas, no debería estar en Haeky.

—¿Adónde vamos? —pregunto saltando fuera, seguido de Arturo.

Lizz nos toma de las muñecas y nos lleva dentro del portal. De una sola zancada, paso a pisar un suelo alfombrado. La pequeña y acogedora sala de estar tiene un aspecto malvado. Sobre un sillón rojo oscuro, un chico de cara pecosa nos sonríe.

—¡Connor! —saludo.

—¿Qué haces aquí? —dice Arturo.

—No me quieren en la aldea, así que he decidido mudarme con Lizz.

—¿Quién ha dicho que podías quedarte?

—¡Pero si ahora estamos juntos!

—¿Estáis juntos? —me llevo las manos a la boca.

—Es mi novia —sonríe Connor rodeándola con los brazos.

—Dame un respiro... Tomad asiento. Evelyn, necesito que te prepares para escuchar lo que te voy a contar.

—¿Es acerca de Vane y Zed?

Me dejo caer en un sofá y se levanta un extraño olor a rosas.

—Ellos dos no se encuentran en la aldea, y La Sanadora tampoco. El único que sigue en la casa es tu abuelo, pero está muerto. Alguien lo ha usado para hacer magia prohibida.

—¿Co-cómo? ¿Lo usaron en un ritual de magia prohibida?

—No soy maga, ni sé mucho acerca de magia; pero, debido a mi hermana, conozco algunas cosas básicas y eso es lo que me pareció. Lo siento mucho, Evelyn. Ha tenido una vida dura y se ha mantenido amable hasta el final...

¿Cómo es posible? ¡Fui a Haeky con la intención de protegerlos!

—Descríbeme lo que viste. Con detalles.

Escucho atentamente y, efectivamente, ha sido utilizado como sacrificio humano para un hechizo. Cierro los ojos y apoyo mi cabeza en el respaldo del sofá. Sé que Arturo está pensando lo mismo que yo, aunque permanezca en silencio. Estamos sospechando de La Sanadora, mi abuela. Los rastros de magia prohibida que encontré en Arturo pertenecían a mi abuela, ¿tanto necesitaba eliminar unos recuerdos acerca de mí? ¿Con qué propósito? ¿Por qué el abuelo? No sé si existe alguna posibilidad de que sea todo un gran malentendido, pero desearía que así fuera. La Sanadora es la persona más pacífica y amable que conozco, de ninguna manera puede ser ella la culpable.

—¿Qué tienes en tus hombros, Evelyn? —pregunta Lizz.

Los dragones han salido de la capucha cuando me eché hacia atrás. Casi me olvido de ellos.

—¿Son dragones? —Connor corre hacia mí. Toca la cabeza de Sol, que abre la boca y le muerte el dedo—. ¡Ah! ¿Ya tienes dientes?

—¿Piensas quedarte con ellos, Evelyn? —Lizz se acerca a mirarlos—. En menos de un mes tendrán tu tamaño, si se les alimenta bien.

—Ni siquiera sé si viviré tanto tiempo, aún tengo que hablar con el Consejo.

—No bromees con eso —Lizz se yergue—. Sea lo que sea que tengas que hablar con esos tipos, escoge bien las palabras. Estaré atenta a las noticias del mundo mágico; por ahora debo retirarme, tengo una isla que cuidar. Podéis cruzar el portal cuando os plazca —señala un espejo de cuerpo entero—. No os desviaréis, está programado para una sola salida, Haeky.

—Ten cuidado también, Arturo —dice Connor levantándose—. Imagino que iréis juntos.

Me despido de ellos y les deseo suerte en sus deberes. Salen por una puerta normal y corriente.

Me echo hacia delante y me tapo la cara con las manos, debo seguir adelante con el plan de todas formas. Arturo pone una mano sobre mi hombro. Lo miro. Está serio, sentado a mi lado en el sofá. No presta atención a Luna, que ha trepado hasta lo alto de su cabeza. Dejo escapar una risa. Arturo levanta ligeramente las cejas.

—¿Te encuentras mejor? —pregunta.

—No sé qué pensar de todo esto. ¿No te parece de locos?

—Me dijiste que La Sanadora te contó que eras el objetivo del Consejo para asegurarse de que te mantuvieras lejos de ellos. Sin embargo, antes de que los demás ignis fueran asesinados por Elisabeth, tu abuela quería llevaros a todos a Haeky... ¿Acaso no pensó en que correrías peligro si ibas con ellos? Eres la hija de La Asesina Escarlata.

—¿Qué quieres decir?

—Su preocupación por ti tal vez no sea sincera.

—Es mi abuela. Simplemente no quiere que vaya a Haeky sin ella.

—Evelyn, hasta yo sé cuán dispuesta estás en arriesgarte el cuello para salvar a la gente que quieres. La Sanadora debería saberlo también.

—¿Insinúas que me dijo aquello porque sabía que iría a Haeky sola? ¿De verdad crees que mi abuela haría algo tan retorcido como eso?

—Es una posibilidad.

Me levanto del sofá.

—Estás pensando demasiado, Arturo. Deja de señalar a mi abuela. ¡No tiene sentido que ella me quiera hacer daño!

—Si desciframos su plan, tendremos la clave para entenderlo.

—¡Deja de dar por sentado que ella trama algo!

—Te dejas influenciar por lo que sientes hacia La Sanadora. Además, estás tan obsesionada con llegar al Consejo que... ¿Qué haces?

—Me voy —monto en mi escoba con la cabeza ardiendo—. ¡Adiós!


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La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora