{33} Una cara conocida

172 21 35
                                    


Me encuentro desnuda, rodeada de agua, y la única luz se encuentra arriba mío, enseñando una luz tan lejana e inalcanzable como para siquiera albergar esperanza alguna de poder salir.
Siento que abro la boca y quiero gritar, pedir ayudar, no obstante nada sale de mis socorros, ni una simple nota. Tengo la cara mojada y helada, sin estar segura de si son lágrimas o el hecho de estar sumergida en un mar interminable y negro.

Poco a poco siento que no puedo respirar, y que la luz arriba mío se hace más y más lejana. Lucho con todas mis fuerzas, estiro mi mano con anhelo de que alguien la tome, pero nadie lo hace, y la corriente me jala poco a poco, hasta que quedo sumergida en el mar oscuro.

Una fuerza de agua helada chocando contra mi rostro es lo que me hace despertar, y me cuesta trabajo quitar mi largo cabello de mi cara para poder ver, ya que mis manos y pies se encuentran atados a una pared detrás de mí. Cuando puedo poco a poco ir distinguiendo lo que hay a mi alrededor me siento aturdida, como si hubiera despertado de un sueño solo para caer en otro. Y lo primero que admiro además de la oscura habitación café, es una persona en un traje azul y una corbata gris.

Su rostro es a la vez tan desconocido y tan familiar, lo que me deja insegura sobre la realidad en la que me encuentro, y entrecierro los ojos batallando en pensar qué está pasando. Detrás de esta persona en traje hay dos personas más, una mujer y un hombre vestidos de negro con armas en sus manos, y rostros enojados que no puedo reconocer.

—Creo que la golpeaste tan fuerte que no recuerda qué pasa —se mofa el hombre de negro a la derecha.

Su comentario me hace recordar pedazos de lo que está pasando, llegando uno por uno como un golpe en el estómago que me provoca querer vomitar. Niko. Sangre. Un golpe del traidor.
Trato de jalar mis extremidades que están atadas de manera que pareciera que soy un cuadro miserable del Hombre de Vitruvio, aunque siento que cada músculo de mi cuerpo pesa una tonelada.

—Niko... —es lo único que soy capaz de formular sintiendo todavía que mi cabeza da vueltas.

—Me temo que tu amigo no podrá acompañarte por ahora —habla aquella voz de la persona en el traje. Y siento una punzada en mi cabeza al pensar en lo familiar que me resulta, al igual que su rostro y sus expresiones, sin embargo todavía no puedo reconocerlo.

—T-uu... —pronuncio con apenas aliento en mis pulmones—, tu rostro...

Él sonríe, y siento aquella punzada de nuevo. Como una alarma en mi ser, algo gritándome que la respuesta está justo en mis narices.

—¿Familiar? —ríe secamente—. Entiendo el por qué, aunque quizá debería presentarme correctamente.

Sus palabras suenan en cámara lenta para mí, y es hasta que mi mente procesa y enfoca bien su rostro, que me doy cuenta de la identidad de la persona que se encuentra frente a mí. Siento que de estar de pie, abría caído indefinidamente al suelo sin poder hacer reaccionar a mi cuerpo.

Parece leerme la mente al instante. —Parece que te has dado cuenta —comenta satisfecho—, quizá entonces también sea el momento adecuado para que cooperes con alguien que sé que no podrás negarle respuestas.

Mis ojos se niegan a parpadear por temor a evitar perderme de este momento, con un fuerte deseo en mi corazón de que todo esto sea falso. Otra pesadilla. Otro tormento inexistente. De repente las lágrimas comienzan a caer por el esfuerzo de mantenerlos abiertos y por el dolor que se clava en mi pecho, uno provocado por el sonido de la puerta al abrirse y dar paso a una persona que me hace querer regresar a la pesadilla de estar ahogándome, quiero que ese sueño sea más real que lo que veo ahora.

Su mirada cruza la mía, sin embargo soy incapaz de descubrir qué pasa por su mente, y poco a poco camina hasta estar al lado del hombre en traje azul y logra que aquello que me resultaba tan familiar antes, se noté. Un solitario lunar, en los pómulos derechos de los dos hombres frente a mí. Siendo el que acaba de entrar a la habitación el único par de ojos del que no puedo dejar de ver y negar con mi cabeza millones de veces esperando que sea todo mentira.
—Hola, Kassy.

Book KeepersWhere stories live. Discover now