{14} En la guarida del lobo

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Estaba cansada, y no necesariamente por el ejercicio físico por el que tuve que pasar para que Alexander me permitiera avanzar junto con los demás, sino porque mentalmente tenía que controlar mis impulsos cada diez segundos soportando cada comentario sobre mí que aquellos "soldados" creían susurrar a mis espaldas sobre cómo era un total error el haberme aceptado en el entrenamiento.

Niko no fue la excepción, a decir verdad, fue precisamente él quien se encargó de decir cada una de sus opiniones a los cuatro vientos con el objetivo de irritarme. Me siento orgullosa de decir que no se lo permití, aunque si requirió gran esfuerzo mental para no lanzarme contra él.

Entro en la tienda de acampar con la oscuridad de nuevo sobre mí, una que las nubes se encargan de mantener. Me pregunto si alguna vez se despeja el cielo y sale la luna, cómo me ayudaría ver un paisaje así después de todo.
Lo primero que veo al entrar es Amy, quien me sonríe fervientemente mientras que me señala con un dedo que guarde silencio debido a los dos ronquidos de las figuras de Shila e Hita en la carpa.

—Te ves agotada —susurra Amy cuando me acerco a ella—, no te vi en ninguna de las actividades ni a la hora del almuerzo, ¿dónde te metiste?

—Es una larga historia —le sonrío sin estar segura de si puede verme por la lobreguez. Como si me leyera la mente, se inclina a un lado y toma una lámpara pequeña de vela que enciende y coloca entra nosotras para ver mejor.

—Te guardé algo de comida —confiesa sacando un plato con una pequeña rebanada de pollo, arroz y frijol.

Mi estómago ruge al ver la simple sombra de aquél plato. —Gracias —sincero—, te sonará extraño pero, ¿por qué eres tan linda conmigo?

Amy parpadea, y me mira con una sonrisa de lado antes de contestar. —Porque creo que eres una chica muy agradable Kassia, es decir, no quiero que te sientas triste estando aquí, ya que imagino que haz de extrañar tu otro hogar. Son tiempos duros, y nos necesitamos unos a otros.

Trago y pienso de inmediato en todas aquellas personas allá en la base. No puedo negar el que extraño eso, aunque no es hasta ahora que me doy cuenta de que sí me hace falta.

—No es nada —le resto importancia tomando mi primero bocado.

Amy ríe al verme atragantarme con la comida. —Claro que lo es, no quiero que te sientas mal estando aquí, este es tu hogar ahora, y somos tu nueva familia.

La observo con cautela mientras pongo mi plato vacío a un lado, debo decir que tal como leí, es una chica asombrosa, y no me extraña que haya logrado cambiar al egoísta Key y ayudarlo a ganar con la rebelión. No me cabe duda que enamorará a Niko en un parpadeo.

Carraspeo tratando de no parecer retrasada al verla de esa manera, y pienso en algo que decirle. —Entonces... ¿De dónde viene toda la comida?

—Todavía conservamos algunos animales para comer —contesta amablemente—, aunque cada vez escasean más debido a que no contamos con todas las manos necesarias para hacernos cargo de ellos y de los Cruentis—me informa, y me hago una nota mental sobre investigar en el libro por qué solo los humanos fueron afectados por el virus, mientras que los animales siguen siendo estériles— , así que tratamos alimentarnos en su mayoría de los productos que obtenemos de ellos y no tanto de su carne, las excursiones al exterior se hacen más frecuentes para hallar comida que todavía quedaba y con los años eso nos ha mantenido más que nada.

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