Capitulo 31

4.9K 212 18
                                    

Capitulo 31

¡Maratón 2/4!

De alguna manera, las semanas pasaron rápidamente.

Justin se convirtió en un elemento permanente en nuestras vidas. Pasó cada segundo posible que pudo con Layla y conmigo. Se las arregló para visitarme regularmente en el trabajo sin dejar de pasar por mi apartamento para tener tiempo con Layla.

Incluso se pasó casi todas las noches con nosotras, en mi cama.

Enfrentarme con él respecto a esto era imposible, y utilizó a nuestra hija en su beneficio en cada oportunidad. Ellos eran un equipo.

También fue constantemente cariñoso conmigo delante de Layla e ignoró todos mis esfuerzos por resistirme.

Antes de darme cuenta, había pasado un mes y estaba locamente enamorada de él de nuevo, pero no hay manera en el infierno de que le contara ese secreto.

Ahora estábamos en la cama y Justin estaba acariciando mis caderas, sus labios estaban rozando mi cuello. Sentí su aliento cuando habló.

—No me puedo quedar esta noche, nena. Tengo una reunión con un proveedor a las seis de la mañana. Realmente quiero que te acabes mudando conmigo. Layla estará molesta cuando le diga que no estaré aquí más tarde, y sabes que lo último que quiero es disgustarla. —Torcí el cuello para mirarlo. Siempre parecía delicioso en la mañana con su atractivo cabello de dormitorio, ojos soñadores y rostro desaliñado, sin afeitar.

No importaba lo mucho que lo deseara, un mes todavía era demasiado pronto para tomar cualquier decisión sobre la mudanza —Biebs, es demasiado pronto para decidir sobre mudarnos y tengo que trabajar esta noche. Esto le dará a Layla la oportunidad de pasar tiempo con Trish. Ella va a estar bien.

—Nena, quiero que vivamos juntos en el momento en que ella regrese a la escuela y sólo falta un mes para eso. Si estás preocupada por dejar a Trish, ella puede quedarse en el garaje de mi apartamento.

¡Ugh! El hombre era insoportablemente persuasivo cuando estaba tratando de salirse con la suya. Y añadió:

—Siempre está con Tony, de todos modos.

—Lo pensaré —respondí bruscamente, y aparté mi rostro de él.

Su mano se deslizó de repente por mi cadera, sobre mi vientre y dentro de mi ropa interior. —¿Qué estás haciendo? —susurré.

—Ayudándote a tomar una decisión. —Encontró mi punto dulce y arremolinó un dedo ligeramente sobre mi clítoris. Comenzó con un ritmo constante—. Empapada. —Respiró en mi oído. Gemí y moví mis caderas contra las suyas. Retiró su mano y ordenó—: Gírate sobre tu estómago. —Rápidamente hice lo que me pidió. Me levantó y me quitó las bragas. Abrió mis piernas con sus rodillas mientras se arrastraba por mi espalda.

Su brazo se envolvió alrededor de mi cintura mientras una mano golpeaba mi centro. Trabajó su magia en mí hasta que estaba rogándole que me tomara. Mordió mi hombro. —Ponte de rodillas —ordenó con voz ronca. Me levanté hasta que mi culo encontró su erección. Se deslizó entre mis nalgas mientras me sacudía hacia adelante y hacia atrás. Una mano empezó a masajear mis pechos, tirando de mis pezones. Me apreté contra él y dirigió su erección a mi interior. Gemí.

—Dame tus manos —exigió. Rápidamente consideré mis opciones y decidí apoyar mi pecho en la cama. Giré la cabeza hacia un lado y le di lo que quería. Fijó mis manos detrás de mi espalda con una de las suyas y la otra alrededor de mi cintura para frotar el dolor entre mis piernas.

—Te quiero en mi casa, nena. Di que sí. —Gemí. No podía decir que sí.

—Solo muévete —supliqué.

Echó sus caderas hacia atrás lentamente y luego presionó hacia adelante. —Te necesito, April —Continuó torturándome con ese ritmo.

—Más rápido —susurré, apretando mis puños con más fuerza detrás de mi espalda.

—Siente todo de mí, April. ¿No puedes sentir lo mucho que te necesito? Lo mucho que te amo Di que sí.

Sus palabras y sus movimientos dolorosamente lentos estaban causando que muchas emociones fluyeran a través de mí. No lo había oído decir te amo desde que rompimos.

Yo también lo amaba, pero tenía miedo.

—No puedo —susurré sintiendo una lágrima deslizarse por la esquina de mi ojo. De repente soltó mis muñecas, se retiró y me volteó sobre mi espalda. Se deslizó de nuevo dentro de mí con un movimiento suave.

Levantó sus manos para enmarcar mi cara. —Te amo, April. Vas a ser mía por el resto de tu vida. Siempre has sido mía. —Su voz era firme—. No tengo miedo de admitir lo mucho que te necesito, nena. Tenía miedo antes, pero no ahora. No voy a hacerte daño. Nunca más —afirmó con confianza.

Otra lágrima solitaria escapó, pero Biebs la apartó con un beso.

April, nena.Where stories live. Discover now