Capitulo 13

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Capitulo 13

¡Maratón 1/4!

Cinco minutos mas tarde...

Narra April.

Aparqué mi coche fuera del complejo, salí y empecé a apilar todas las bolsas de la compra en mis brazos.

Realmente odiaba ir de compras a las nueve de la mañana de un viernes, pero nuestros armarios se encontraban desnudos y Layla empezaba a comer como un caballo.

Cerré la puerta de un portazo con la cadera y me dirigí hacia las escaleras, concentrándome en no tropezar. Lo último que quería hacer era dejar caer la fortuna en mis brazos. ¿Por qué en el mundo eran tan condenadamente caros los comestibles?

¡Todo el mundo tiene que comer, por el amor de Dios!

Me encontraba en mitad de las escaleras cuando oí a Trish llamarme con voz preocupada. ¡Mierda, Layla! Ella no estaría fuera tan temprano en la mañana para nada. Levanté la cabeza y empecé a preguntar—: ¿Qué ocur...? —Pero mi voz se apagó cuando levanté la vista y me encontré pegada a un par de ojos ámbar, entrecerrados, seriamente cabreados y brillantes.

¡Justin! ¡Mierda!

Me detuve donde estaba y me quedé helada. Parecía que mis pies pesaran un millón de kilos. Noté que sus manos eran puños a los costados. Lucía furioso y parecía más que dispuesto a patear mi trasero. Yo sabía que él nunca me había lastimado físicamente antes, pero en la situación actual, se veía tan peligroso que no podía estar segura de que pudiera decir lo mismo ahora.

Era más grande de lo que recordaba, tan imposible como debería ser.

Su cabello castaño claro estaba ahora un poco más largo, pero sólo lo suficiente como para darle un desgreñado aspecto de "me despierto todo los días caliente".

Tenía que ser el hombre más sexy que había visto nunca.

¡Enfócate, April! Nada de eso importa ahora.

Él está aquí para arrebatarme mi mundo.

Esperé a que dijera algo, pero se quedó callado y muy, muy quieto, sus ojos nunca se desviaron de los míos. Me sentía desnuda bajo su mirada. Yo no podía hacer esto.

Dejé que las bolsas de la compra se deslizaran lentamente por mis brazos hacia el suelo y escuché como elementos aleatorios cayeron en el olvido. Que así fuera.

Tan pronto como estuve libre, giré mi cuerpo y eché a correr escaleras abajo.

Oí gritar a Justin—: ¡April! Trae tu culo de vuelta aquí —tronó su voz, pero seguí corriendo. No tenía idea de dónde iba pero sabía que no podía dejar que me atrapara—. ¡April, para! —No lo creo. Llegué a la calle y crucé sin mirar siquiera.

—April. —Le oí gritar de nuevo, pero esta vez la voz de Justin sonó con pánico.

Llegué al parque al cruzar la calle y desaceleré un poco para recuperar el aliento mientras decidía qué camino tomar.

Estaba a punto de girar a la derecha cuando Justin se estrelló contra mi espalda. De alguna manera se las arregló para girarnos, así aterrizamos sobre nuestros costados.

¡Ouch! ¡Mierda, eso duele!

Su apretón sobre mi cintura se estrechó y rápidamente maniobró su cuerpo para rodar por encima de mí. Yo estaba sin aliento ahora.

—¡Jesús, April! ¿Te he hecho daño? —preguntó mientras sus ojos estudiaban mi cuerpo. Sacudí la cabeza, tratando de aspirar el aire en mis pulmones, pero su peso lo hacía difícil.

—¿Qué demonios hacías? ¿Has perdido la maldita cabeza? ¡Casi fuiste atropellada por un puto auto! —gritó.

No le contesté. En lugar de eso pregunté en voz baja—: ¿Puedes, por favor, quitarte de encima de mí?

—No —gruñó, furioso.

—Justin, por favor, quítate de encima —le dije en voz baja y de forma agradable.

Sus ojos se estrecharon fuertemente y lo vi apretar la mandíbula. —Escondes a mi hija de mí durante seis malditos años y lo primero que haces cuando me ves es correr. ¿Ahora quieres que te deje levantarte para que puedas correr de nuevo? —Hizo una pausa antes de rugir—: ¿Estás jodidamente loca?

Hubiera preferido que me abofetease.

Era mi turno de cerrar los ojos y girar la cabeza hacia un lado. Sentí una sola lágrima deslizarse por mi sien. —Lo siento, Justin, por favor, sólo déjame levantarme. Te prometo que no voy a correr —le susurré de forma desigual. Levantó la mano libre para envolverla debajo de mi barbilla. Suavemente volvió mi cara hacia él, pero mantuve los ojos cerrados.

—Mírame —ordenó tan cerca de mi rostro que podía sentir su aliento en mis labios. Abrí los ojos para ver que se encontraba a sólo una pulgada de distancia.

Sus ojos miraban a los míos y sus dedos se hundieron en mi cintura con profundidad.

April, nena.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora