Capítulo 20

5.4K 224 12
                                    

Capítulo 20

—Te extrañé —susurró mientras bajaba su cabeza para arrastrar besos desde mi hombro a mi clavícula, luego bajó por el costado de mi pecho.

El me masajeó profundamente mientras llevaba sus besos hacia otro lado. Se turnó burlándose de ambos senos; lamiendo, chupando y golpeando las puntas duras.

Finalmente, sentí sus manos desabrochando mis jeans.

—Necesito tocar más de ti, nena. Necesito estar dentro de ti ahora. —Su voz sonó estrangulada.

Se levantó de repente, quitándome del escritorio y me desvistió completamente.

Cuando volví a mi posición original, la espalda apoyada sobre el escritorio, sus ojos encontraron mi punto dulce y lo miró con anhelo. Sus manos se deslizaron hasta mis muslos y los extendió ampliamente mientras me empujaba hacia el borde de la mesa.

—¿Estás mojada para mí? —me preguntó con voz ronca, poco antes de extender su mano para comprobarlo por sí mismo.

—Goteando. Tú siempre estás tan jodidamente mojada para mí. —Su voz era áspera y tan malditamente sexy.

—Sí —susurré.

Él se dejó caer entre mis piernas y antes de que supiera qué estaba haciendo, le dio una larga lamida a mi clítoris.

Mis manos volaron hasta su cabeza. Cerré los ojos, arqué la espalda y jadeé su nombre. Sus dedos se clavaron en mis caderas y sentí frío cuando de repente perdí su boca.

—Mírame mientras te como, nena. —Mis ojos se abrieron de golpe y se clavaron en los suyos. Sus ojos sostuvieron los míos mientras volvía a hacer magia con su lengua.

—Biebs —gemí. El gruñó—. Te quiero dentro de mí, Justin —susurré.

Escuché el crujido de una cremallera y vi como Justin lentamente retrocedía. Me levanté. Observé cómo sus pantalones cayeron de sus caderas, pero no completamente por sus piernas. Agarró mis tobillos, colocó mi pie sobre el escritorio y cuando estaba a punto de arrastrarse encima de mí, lo detuve.

—Por favor, quítate la camisa. Quiero verte —dije en voz baja y vi como rápidamente se quitaba la camisa y la tiraba al suelo.

Él era una bestia; músculos abultados por todas partes.

Su estómago estaba tan cincelado como una obra de arte, justo como lo recordaba.

Lo novedoso fueron los grandes símbolos chinos tatuados verticalmente, desde su pectoral hasta el hueso de la cadera, a la izquierda de su caja torácica. Era tan condenadamente sexy que quería lamerlo. Quería lamerlo tan desesperadamente que me levanté y lo hice.

Sus abdominales se tensaron cuando mi lengua tocó su piel, pero él no me detuvo. Gentilmente colocó una mano a una lado de mi cara, su pulgar acariciando la redondez de mi mejilla.

—¿Qué significan los símbolos? —pregunté en voz baja mientras los trazaba con mis dedos.

—No importa —respondió cortante. Cuando lo miré, tenía una extraña expresión en su cara, pero no estaba de humor para analizarlo, especialmente cuando sentí movimiento debajo. Mi mirada se deslizó por su cuerpo y lo cogí acariciándose.

—Eres hermoso —le susurré mis pensamientos en voz alta y lo miré a los ojos. Él era tan hermoso que me hacía sentir incomoda. Yo no estaba en la misma forma que él recordaba. Comencé a cubrirme.

—No —amenazó severamente.

Él me bajó, se subió encima de mí rápidamente y reclamó mi boca. Sentí la punta de su erección en mi centro.

—Eres tan hermosa que duele mirarte, April. Cualquier marca que nuestra hija dejó en tu cuerpo solo te hace mucho más sexy para mí. Nunca pensé que tendría otra oportunidad contigo. —Él sonó tan melancólico; agarre su cara con mis manos para besarlo. Ahora no era el momento para revivir el pasado.

—Te necesito, ahora —dije contra su boca y él no perdió el tiempo antes de deslizarse en casa.

—Justin —le grité sin aliento.

El gruñó en mi boca y lentamente comenzó a moverse dentro y fuera.

—Te sientes tan jodidamente bien, nena. —Mis paredes internas se apretaron alrededor de él y levante mis caderas para encontrar las suyas. Encontró un ritmo increíblemente lento y constante y envolví mis piernas alrededor de su cintura para aguantar.

Su mano se deslizó entre nosotros para frotar mi clítoris y lamí mis labios.

—Maldita sea, te he extrañado tanto. Necesito sentir como te vienes alrededor de mí, nena.

—Estoy tan cerca —susurré antes de lamer mis labios nuevamente.

—Eso es, nena, lámete los labios para mí. Sé lo que eso significa. —Sus palabras y el dolor que tenía entre mis piernas me elevaron del escritorio mientras me corrí gritando:

—¡Justin! ¡Oh, Dios!

Nada podía sentirse mejor.

Entre mis gemidos oí a Justin respirar mi nombre contra mi oído y ruidos viciosos se rasgaron desde el fondo de su garganta mientras me llenaba.

Justin cayó encima de mí mientras yo iba descendiendo poco a poco de mi aturdimiento debido al sexo. Por su propia voluntad, mis dedos se movieron lentamente arriba y abajo por su espalda, pero cuando sentí sus músculos tensarse me congelé.

El levantó la cabeza para mirar hacia mí y no se veía feliz.

Me miró con aire satisfecho.

Supe en ese momento que él esperaba que esto sucediera.

April, nena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora